Cada fin de año, a partir de noviembre, aparecen las flores de Nochebuena, planta originaria del centro de México, de la región que abarca Oaxtepec, Tepoztlán, Jiutepec en Morelos y Taxco, Guerrero.
La Nochebuena, Euphorbia pulcherrima, de acuerdo a la Biblioteca del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias el género Euphorbia aglutina a 2,000 especies. En el México prehispánico era conocida como Cuetlaxóchitl y se utilizaba en ceremonias y ritos.
Los españoles la rebautizaron como Flor de Nochebuena, dado que aparecía en fechas cercanas a la Navidad y a partir del siglo XVII se convirtió en un símbolo de las fiestas decembrinas. La Euphorbia pulcherrima que en latín significa “la más bella” es admirada en múltiples países, donde se les asigna distintos nombres como: Estrella Federal en Argentina, Pastora en Nicaragua, Corona del Inca, Flor de Navidad o Flor de Pascua.
La flor en manos de un personaje siniestro
Más allá de las denominaciones, de nobles inspiraciones navideñas, hay una turbia historia paralela que mancha la belleza de la flor. Cuando a principios del siglo XIX los países de habla hispana de nuestro continente alcanzaron su independencia, los Estados Unidos inmediatamente evidenciaron acciones hegemónicas, comenzando por promover una versión antihispánica de la historia, que dio origen a la llamada “leyenda negra”, a fin de desprestigiar a España y reemplazarla por una imagen sublimada de los Estados Unidos.
Para lo anterior envió espías a desestabilizar a países hermanos, por ejemplo Joel Roberts Poinsett, agente destinado a la Argentina donde fracasó y a Chile de donde fue expulsado. Desgraciadamente vino a capitalizar sus experiencias en México donde impulsó el rito masónico de York que enfrentó a los que seguían el rito Escocés, generando divisiones que mucho costaron a México.
Poinsett propuso al emperador Agustín de Iturbide la venta a Estados Unidos de Texas, Nuevo México, Coahuila, Nuevo León, Sonora y las Californias, propuesta rechazada por Iturbide, hecho que le valió ser derrocado con la clara injerencia del tenebroso personaje.
¿Qué tiene que ver todo eso con la flor de Nochebuena? Resulta que Poinsett se interesaba por las flores y en un viaje a Taxco conoció la multicitada especie. La envió para hacer negocio a los Estados Unidos donde apareció con el nombre de poinsetta, hecho que corresponde al criterio de que nada existía hasta que lo “descubrían” enviados de países hegemónicos, como sucedió con Machu Pichu o el Salto del Ángel.
Variedades
Para nosotros la flor se llama Nochebuena y su nombre científico es Euphorbia pulcherrima, más allá de las argucias mercadotécnicas.
La flor de Nochebuena tiene enorme brácteas rojas que los no especialistas creemos que son sus pétalos, en realidad la flor es solo el centro. Los avances genéticos han agregado nuevos colores, de manera que ahora en Morelos las hay rojas, blancas, mármol, jaspeadas, rosa y salmón rosa.
El cultivo en Morelos
Morelos es el productor número uno de la flor de Nochebuena, con cinco millones de plantas que representan casi el 35% de la producción nacional. Hay 780 productores que trabajan 60 hectáreas en Cuernavaca, Temixco, Xochitepec, Cuautla y Yautepec.
La Flor de Nochebuena y Tetela del Monte
Tetela del Monte, en nuestra capital, es el principal productor de Nochebuenas, hecho que reconoció el recordado artista John Spencer que, en la barda atrial que construyó en el templo de los Reyes Mayos, incorporó logradas herrerías dedicadas precisamente a ésta flor morelense.
Un recorrido por los viveros de Tetela del Monte le permitirá conseguir estas hermosas flores que son el símbolo más morelense y mexicano de la Navidad.
De igual forma, en nuestro campo experimental de la Facultad de Ciencias Agropecuarias se pueden adquirir estas hermosas flores cultivadas por estudiantes y profesores, que iluminan de rojo todas los pueblos y ciudades en la víspera de la Navidad. La flor más emblemática de la navidad en todo el mundo es de Morelos, de Morelos para el mundo.
Texto y fotografías:
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Adalberto Ríos Szalay, Ernesto Ríos Lanz y Adalberto Ríos Lanz