A pesar de que en la mayoría de los casos se reemplazaron por completo, estos nuevos procesos sirvieron para que las tecnologías traídas de Europa se adaptaran a las condiciones del nuevo territorio, y dieran origen al diseño y construcción de nuevos complejos industriales dentro del concepto de haciendas, así como maquinaria de transformación metalúrgica y a nuevos métodos para explotar los yacimientos casi intactos de esta tierra.
Este es el caso de la hacienda de San Jacinto Ixtoluca; que probablemente junto con las haciendas de Guadalupe, Tlachichilpa y la de Valle de Vázquez, enclavadas en la sierra de Huautla, fueron las únicas de beneficio de metales; debido a que estas haciendas no cuentan con purgares (espacios para reposar la miel dentro de las formas de barro y porrones para la cristalización del azúcar) ni tampoco otros espacios característicos de las hacienda azucareras de Morelos.
Para llegar a esta hermosa hacienda se deben recorrer varios kilómetros de carreteras y un tramo de terracería, pudiera pensarse que el recorrido es largo, cansado y pesado, pero al final tiene su recompensa cuando se llega a este maravilloso lugar, la ex hacienda de San Jacinto Ixtoluca, un patrimonio industrial maravilloso con un paisaje natural extraordinario, situada entre los pueblos de Lorenzo Vázquez y La Mezquitera, en Tlaquiltenango, Morelos en la sierra de Huautla, la selva baja caducifolia del sur de la entidad, justo en los márgenes de una de las cuencas del Río Cuautla.
Durante muchos años la hacienda de Ixtoluca fue administrada por los sacerdotes Jesuitas, hasta que éstos fueron expulsados de la Nueva España en el siglo XVIII.
Aunque la mayoría de las haciendas en Morelos, fueron de producción de azúcar, piloncillo y aguardiente, la hacienda de San Jacinto Ixtoluca está considerada como de beneficio de metales, particularmente de plata, realizaba todo el proceso de refinación, lavado y purificación del material extraído de la sierra de Huautla, posteriormente cambió su actividad a la crianza y cuidado de caballos.
A partir de entonces, fue explotada por particulares que aprovecharon las extracciones de material de la mina de Huautla. Se dice entre la población que durante la época de la revolución del sur, la hacienda fue abandonada y sirvió como centro de operaciones y cuartel para las tropas zapatistas, como muchos otros inmuebles en el estado de Morelos.
No obstante que no se cuenta con información precisa sobre el año exacto de su construcción, se cree que fue a finales del siglo XVI cuando inició su edificación, toda vez que, aún cuando ésta se encuentra en ruinas, todavía se puede disfrutar del casco antiguo de la antigua hacienda, partes de un viejo trapiche, el acueducto y un cárcamo hidráulico.
Algunos de sus viejos muros limosna -así fueron llamados debido a que son construidos con fragmentos de piedra, trozos de teja, pedacería de ladrillo y tabique- así como sus enormes arcos y columnas, hoy en día han sido cubiertos por grandes y hermosos amates amarillos que de igual forma han servido de soporte estructural para evitar que estos muros colapsen y contribuir así a su estabilidad. Una comunión perfecta entre lo natural y construido, son sus muros de piedra dibujados a dos aguas en los que alguna vez existieron techos de madera y terrados, aún se aprecian sus tonos rojizos a la cal en los que se enredan las raíces de los amates y trepan por sus ventanales y rampas con escalones que afortunadamente se pueden apreciar; incluso muros en donde existieron edificaciones de dos niveles.
Esta hacienda es resguardada por un grupo organizado de ejidatarios que se han ocupado por dar mantenimiento, cuidar, proteger, conservar y administrar este espacio histórico, el cual cuenta con una extensión territorial de 35,000 m2 la cual cuenta con un decreto presidencial que pasó a ser propiedad del ejido El Limón-La Mezquitera.
Actualmente puede visitarse y contactar a los ejidatarios para realizar eventos sociales y culturales, campamentos, recorridos de senderismo y ecoturismo, fotografía de paisaje y arquitectónica, además de visitar las localidades de la sierra de Huautla para convivir con las comunidades y conocer sus usos, costumbres y tradiciones, además de degustar su cocina tradicional.
TEXTO:
GERARDO GAMA HERNÁNDEZ
SALVADOR GÓMEZ ARELLANO
PROFESORES DE LA UAEM
FOTOGRAFÍAS:
ISRAEL CARRANZA BÁEZ
EGRESADO DE LA ESCUELA DE TURISMO UAEM