Como en todo el país, prácticamente no existe templo en el cual no se conmemore a la Virgen de Guadalupe. Aún más, en calles, paraderos, mercados, carreteras, sitios de taxis, casas, barrios y viviendas hay nichos, altares y capillas dedicados a la también llamada Guadalupana, la virgencita del Tepeyac. Y, en cada uno de ellos, hay celebración con música, cohetes, comida, flores y misa.
Entre todos los espacios litúrgicos dedicados a la Virgen María de Guadalupe se destacan el chapitel del Calvario, a cuyo costado oriente se construyó el templo de San José, y el templo de Gualupita. El primero de ellos fue construido, en el siglo XVI, en el espacio que posteriormente fue denominado Plaza de Cortés, en el Camino Real, al norte del Centro de Cuernavaca.
Se dice que en 1538 el alcalde de Cuernavaca, Juan Carasa, tomó la iniciativa de construir un monumento permanente. Hay noticias que para el año de 1547 esta obra se encontraba a la mitad de avance, al mismo tiempo que los franciscanos estaban terminando su convento, por lo que es probable que también intervinieran en la construcción del Chapitel.
El 15 de mayo de 1772 (fecha que se encuentra en el cartel del monumento) el presbítero Lorenzo Messia Lovo lo consagró a la Virgen de Guadalupe, por lo que se supone entonces que sustituyó a la cruz que ahí se encontraba, por la imagen que ahora conocemos.
EL CARTEL DEL FRENTE DICE ASÍ:
AÑO DE 1538
SE ERIGIÓ ESTE MONUMENTO 15 DE MAYO DE 1772
CONSAGRÓ A MARÍA S. SNTA DE GUADALUPE
DEL BR. D. LORENZO MESIALOVO
El segundo de ellos fue construido, en la primera mitad del siglo XIX, en el barrio del mismo nombre, al oriente de la ciudad, a cuyo costado oriente se construyó, a finales del siglo XIX, el parque Carmen Romero Rubio, después llamado Melchor Ocampo.
En ambos casos, la afluencia de peregrinos, fieles, turistas y curiosos, desborda las calles aledañas. Un puesterío de imágenes religiosas, recuerdos, panes, dulces y comida diversa, ocupan otras calles más en torno del Calvario. En el caso del templo de Gualupita, se instalan juegos mecánicos y teatro del pueblo, así como puestos con venta de juguetes y ropa. En ambos lugares se instalan fotógrafos para realizar la tradicional fotografía de los niños con caballos y burros vestidos del indio Juan Diego. Largas filas de guadalupanos se forman para asistir a misa o, por lo menos, para acceder a rendir culto a la imagen, ofreciendo o cumpliendo mandas.
Asimismo, desde hace muchos años, salen de diversas localidades de Morelos, peregrinaciones a la basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, que inician desde una semana de anticipación.
En Santa Catarina y en el barrio de Santo Domingo, en Tepoztlán, en Amacuzac y en Apancingo, Coatlán del Río, la fiesta dedicada a la Virgen de Guadalupe se realiza el 12 de enero. En ningún caso hay una explicación sobre esta conmemoración un mes después de la habitual. Lo cierto es que se trata de festejos con la misma solemnidad y la misma fe que los festejos de diciembre, con expresiones comunitarias y económicas similares.
Dada la importancia de los símbolos en el imaginario colectivo regional, hay quienes afirman que no hay morelense que no sea guadalupano y zapatista a la vez, como una expresión del vínculo indisoluble entre religiosidad y rebeldía en estas tierra surianas.
JESÚS ZAVALETA CASTRO
PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD PARA EL PATRIMONIO CULTURAL DE MORELOS A.C.
FOTOGRAFÍAS:
ISRAEL CARRANZA BÁEZ Y ARCHIVOS COMPARTIDOS UAEM-3RÍOS