En la extensión del majestuoso Corredor Biológico Chichinautzin, de más de 65,000 hectáreas, se encuentran los pueblos de Santa María Ahuacatitlán, Chamilpa, Ocotepec y Ahuatepec poblados originarios de la capital morelense con una basta historia, sus usos y costumbres bien arraigadas y una gran tradición muy remota y particular: la recolección de hongos comestibles, de los cuales se han registrado más de 315 especies de los cuales 80 son comestibles.
Desde la temporada de lluvias y hasta mediados del mes de agosto en la gran parte de bosques de pinos y encinos que conforman el corredor biológico se pueden encontrar una gran variedad de estos singulares hongos y en especial del extraordinario y único: Hongo Azul.
"El hongo azul” (Lactarius índigo) se caracteriza de los demás por tener esta tan poco común pigmentación y que hace que resalte a la hora de su preparación dentro de la ya colorida cocina mexicana.
Su sombrero tiene forma de trompeta, puede medir de cuatro a diez centímetros de diámetro. Su carne es blanca, de olor y sabor agradable, lo que lo hace muy popular.
Se puede preparar de muchas maneras, salteado con aceite o manteca de puerco, se le agrega cebolla, epazote, ajo y cualquier salsa de tu preferencia. Por supuesto es ideal para acompañar diversos platillos de la cocina tradicional mexicana.
Los hongos son una buena fuente de alimento nutritivo, lo cual ayuda al cuerpo a reforzar el sistema inmunológico. Es una buena fuente de proteínas, fundamentales para la creación y la reparación de las células.
Es bajo en calorías, carbohidratos y grasas, esto lo vuelve ideal para formar parte de la dieta, además, contiene hierro, necesario para que el cuerpo produzca hemoglobina y mioglobina, proteínas que transportan el oxígeno, por útimo incluye calcio, indispensable para la salud de los huesos y los dientes, vitaminas del complejo B, benéficas para que el organismo realice diversas funciones.
Asimismo, su recolección se convierte en un extraordinario paseo por los bosques de Morelos, con ello, se realiza senderismo, fotografía de su gran biodiversidad y sobre todo un gran aprendizaje sobre educación ambiental y turismo de naturaleza.
Este paseo se convierte en una gran opción en estos días de pandemia, actividades al aire libre, con sana distancia y poco concurridas.
TEXTO Y FOTOGRAFÍAS:
FERNANDO RUIZ VÁZQUEZ
PROFESOR DE LA ESCUELA DE TURISMO DE LA UAEM