Rasgos y vigencia turística no convencional
En términos convencionales se menciona la importancia económica del sector turístico, pero las actividades locales regionales consideradas fuera de dicho circuito conforman otro turismo. A este le hemos llamado antes un turismo no convencional, porque cumple funciones sociales de integración o vinculación regional e incluso de conservación de rasgos culturales e identitarios. Dichas funciones se cumplen en festividades de origen prehispánico que prevalecen en comunidades tradicionales y por tanto, resultan estructurales culturalmente desde hace siglos.
Al norte de la Morelos, Tlacotepec en Zacualpan de Amilpas, conserva sus festividades prehispánicas como la mayor parte de los pueblos de mesoamérica, que es una región considerada biocultural por ser un territorio con una gran diversidad biológica y cultural, donde los grupos sociales desarrollaron históricamente una organización política, económica y religiosa vinculada estrechamente con la naturaleza. Tal vez la expresión más importante de la relación sociedad naturaleza en Mesoamérica es la producción de maíz, donde se registran las 64 razas que validan precisamente la diversidad biológica.
Tlacotepec es un pueblo de origen náhuatl; su toponomía significa “tlahco” -a la mitad de, “tépetl” -cerro-, es decir “Lugar a la mitad del cerro”. Diferentes estudios afirman que a la llegada de los españoles en 1519, existía en la región de oriente y altos de Morelos, un grupo de pueblos independientes de las provincias de Cuauhnahuac y Huaxtepec, incluyendo Tlacotepec, Zacualpan, Temoac y Cuauhzolco, los cuales son identificados como “antiguas colonias Xochimilcas”. Y es precisamente que parte de la identidad prehispánica reminiscente en la región se identifica en las festividades de carácter agrícola, las cuales son sincretizadas con las tradiciones judeo-cristianas a la conquista.
Al mismo tiempo, las festividades sincréticas han servido para la adquisición y/o transmisión del conocimiento tradicional entre generaciones y permite la conservación social de sus patrones de relación con la naturaleza. Estas ceremonias incluyen hasta la fecha, la candelaria (2 de febrero); la Santa Cruz (3 de mayo) que por cierto es común a México, España y Perú; San Isidro Labrador (15 de mayo), misa de petición de buen temporal (junio); la Virgen de la Asunción (15 de agosto) que además es la fiesta patronal; la Natividad (8 de septiembre); San Miguel Arcángel (29 de septiembre); los fieles Difuntos (28 de octubre al 02 de noviembre); la Virgen de Guadalupe (12 de diciembre) y finalmente; Navidad (del 16 al 25 de diciembre), todas ellas de origen mesoamericano y destinadas al ciclo agrícola comprendido desde la fertilidad hasta la cosecha, identificado en la temporada de secas y lluvias. En dichas celebraciones se establecen precisamente procesos de integración o vinculación con pueblos de la región y con quienes generan intercambios y comunicación material y cultural al margen de un turismo considerado convencional.
En consecuencia, su celebración contribuye a la conservación de la cultura y la identidad preshipánica que configura una práctica no convencional de turismo, y por lo tanto, debe ser objeto de reivindicación incluso al margen del interés por el solo propósito económico.
TEXTO:
CLAUDIA HIVED AGUILAR MONTIEL, RAFAEL MONROY Y RAFAEL MONROY ORTIZ
PROFESORES DE LA UAEM
FOTOGRAFÍAS:
FERNANDO RUIZ VÁZQUEZ Y JESÚS ZAVALETA CASTRO