El casco de la hacienda de Buenavista se encuentra a la entrada norte de Cuernavaca en donde desde el año 1945 está ocupado por las oficinas administrativas de la 24ª zona militar. Unos años antes el gobierno del Gral. Cárdenas había instituido unos internados para los hijos de los integrantes de nuestro ejército nacional y este lugar también fue ocupado como escuela que se llamó “Hijos del Ejército”.
La construcción de dicha hacienda, no está precisa, pero se sabe que es de fines del siglo XVIII o principios del XIX, fue usada como fábrica procesadora de mieles producidas por los otros ingenios azucareros para obtener alcohol, igual que la fábrica conocida como La Carolina, que estuvo instalada en el lugar que ocupa el mercado del mismo nombre en esta ciudad y que pertenecía a los dueños de la hacienda de Temixco.
Buenavista fue una de las más grandes fábricas alcoholeras y pertenecía a los mismos dueños de la hacienda San Antonio El Puente en Xochitepec, su último propietario antes de la revolución fue don Ramón Portillo y Gómez, quienes según datos que recopiló el Lic. Valentín López González, transformó esta fábrica en una de las más modernas de su tiempo, abandonando el método tradicional y lento de la fermentación espontánea que fue usado en todas las fábricas similares. Para el año de 1900 aparece como propietario el señor Ramón Diez de Sollano, según datos de la Hemeroteca Nacional Digital de México.
El estilo de su construcción es el neo clásico de influencia francesa muy en boga en el pasado siglo XIX, y si fue planeada como hacienda azucarera, debió ser por corto tiempo pues los primeros ingenios instalados por Cortés uno en un lugar conocido como Axomulco en donde existe ahora un edificio de modernos condominios y que se llama precisamente El Trapiche y pueden verse algunas ruinas y un chacuaco en el jardín y otro en Tlaltenango, en donde también existen restos de la construcción en la escuela que está precisamente frente al santuario. Este fue el verdaderamente primer ingenio de Hernán Cortés en estas tierras morelenses que lo trabajó durante varios años, y a su muerte fue trasladado al poblado de Atlacomulco en donde fue atendido por sus hijos. Hoy se encuentra ahí un conocido hotel y restaurante llamado Hacienda de Cortés.
Para abril de 1883, el Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Morelos, establece que la fábrica de alcohol de Buenavista tuvo continuos trabajos de elaboración de aguardiente, sin embargo, también se mencionan asuntos que tiene que ver con la producción de azúcar.
En 1896, aparecen como dueños de esta fábrica de alcohol don Ramón Portillo e hijos, de origen español, quienes en aquellos años abrieron en ese mismo lugar una pequeña fábrica de papel.
La desaparición o traslado de estos dos primeros ingenios, se debió principalmente a lo frío de estas tierras, en donde el cultivo de la caña no era apropiado por lo que difícilmente en Buenavista pudo nuevamente haber funcionado un ingenio azucarero, sin embargo, la construcción es muy parecida a la de los ingenios azucareros, y representó un papel importante en la industria morelense por lo que merece conservarse evitando su destrucción. Además de ser un edificio catalogado y protegido por las leyes federales de nuestro patrimonio histórico.
En esta hacienda aún se pueden observar elementos arquitectónicos tales como el patio, el chacuaco, la capilla, una construcción en arcada con un gran patio central y diversos vestigios en piedra, en un predio de gran extensión.
Los daños ocasionados por el sismo del 19 de septiembre del 2017 fueron atendidos por las autoridades militares quienes, en coordinación con especialistas del Centro INAH Morelos, recuperaron y rehabilitaron sus viejas estructuras para que esta antigua hacienda y fábrica de alcohol siga brillando y con ello se logre su conservación.
TEXTO:
GERARDO GAMA HERNÁNDEZ
PROFESOR Y DIRECTOR DE LA ESCUELA DE TURISMO UAEM
FUENTES:
ARCHIVO HISTÓRICO UAEM-ADRIANA ESTRADA CAJIGAL
HNDM-UNAM
FOTOGRAFÍAS:
SALVADOR GÓMEZ ARELLANO