El turismo, aparte de ser una de las principales actividades económicas a nivel mundial, es un fenómeno social que permite la interacción entre personas que poseen distintas culturas, es decir, fomenta la interculturalidad. Estas interacciones entre los turistas y las comunidades receptoras son fundamentales para que un destino turístico sea funcional, lo cual convierte al turismo en una actividad compleja. Si la interacción beneficia a ambos actores (comunidad y turista) se dice que es positiva, pero si la interacción atrae impactos negativos a una de las partes entonces hablamos de una relación negativa.
El estado de Morelos, por su ubicación geográfica y su riqueza cultural y natural, es un sitio estratégico para la actividad turística. Algo que distingue a nuestras comunidades es ese sentido de hospitalidad, el abrirle las puertas a los que nos visitan. Así, resulta enriquecedor visitar pueblos como Coatetelco e interactuar con aquellos lancheros o personas que tienen un conocimiento histórico de este pueblo originario; o bien Hueyapan, y disfrutar de las pláticas de las mujeres mientras muestran como tejen sus piezas o invitan a degustar un plato de frijoles con flor de colorín; o quizá en algún pueblo de nuestra Sierra de Huautla, en donde los guías conocedores de su selva nos cuentan todo tipo de anécdotas y nos contagian de sus risas.
Pero, por otro lado, cuando un pueblo crece desde el punto de vista turístico, las relaciones entre el turista y la comunidad se vuelven más complejas, lo cual demanda una adecuada planeación para poder satisfacer las necesidades de todos. Tal es el caso de los Pueblos Mágicos de Tlayacapan y Tepoztlán. La creciente llegada de turistas y la poca diversificación de los productos turísticos ha llevado a que se sobrepase la capacidad de carga en este tipo de destinos, principalmente en Tepoztlán. La interacción con la comunidad se hace más negativa cuando el turista que llega no está interesado en conocer parte de la cultura ni de respetar el entorno natural, lo cual puede llevar a que la comunidad sienta rechazo hacia el turismo.
Este tipo de problemáticas, aunado a un incremento de nuevos residentes provenientes de otros estados y países podrían provocar, además, que la identidad cultural y el respeto por las tradiciones se vayan perdiendo. Es por ello que se requiere una intervención desde los distintos actores importantes en la actividad turística. En particular, se necesita trabajar en una cultura turística que se enfoque en la comunidad y el turista. En la comunidad para reforzar su participación en la generación de productos y experiencias turísticas que les permitan identificarse más con todos los recursos naturales y culturales que poseen, al fortalecer este punto, se estará dando un enorme paso hacia la conservación del entorno de cada una de las comunidades. En el turista para fomentar una educación de respeto por las tradiciones, por el ambiente, un turista exigente de mejores experiencias, aprendizajes y diversión. Además, es urgente aplicar estrategias que permitan regular la capacidad de carga puesto que ello reduciría el malestar que puedan tener las comunidades, pero a la vez mejoraría la percepción y disfrute del turista.
Morelos tiene todo para ser un destino turístico que ofrezca experiencias inolvidables a sus visitantes partiendo de una interacción positiva con las comunidades. Solo así, se logrará la consolidación de una sana actividad turística y, en consecuencia, la conservación de nuestros recursos naturales y culturales.
Texto: Omar Paniagua Sotelo
Profesor de la Escuela de Turismo, UAEM
Fotos: Fernando Ruíz y Omar Paniagua Sotelo