El pasado viernes 26 de mayo, en sesión solemne del Honorable Consejo Universitario, le fue conferido al doctor Francisco Javier López Morales, el Doctorado Honoris Causa, máxima distinción que otorga esta Casa de Estudios, a la persona que por sus méritos y aportaciones a las humanidades y a la ciencia, se haya destacado durante su trayectoria.
La sólida formación académica del doctor Francisco Javier López Morales, su amplio conocimiento en diversas disciplinas, su refinada educación, un caballero culto en las artes, su orientación humanística y su carácter carismático determinaron su sensibilidad y la visión holística que le llevaron a reconocer el valor patrimonial de las herencias naturales y culturales de México, su interrelación con otras civilizaciones y la trascendencia que tienen en el concierto universal.
López Morales se percató de la relación entre la arquitectura y el patrimonio mundial, como un gran espacio donde se pueden estudiar múltiples temas y aplicar los conocimientos que le apasionan.
Tocó al Dr. López Morales vivir momentos cruciales en que, tanto a nivel nacional como internacional, se generaron propuestas y acciones, como nunca se habían articulado, en favor del medio ambiente y la cultura universal y, que constituyen rutas a seguir y emular.
Las acciones de la UNESCO, concretadas en sendas declaraciones, para la salvaguardia y aprovechamiento de los entornos claves planetarios y las decisiones ejemplares de instituciones mexicanas, tuvieron la participación de generaciones que no solo vieron con admiración las propuestas, sino que participaron en ellas, como el gran mexicano Jaime Torres Bodet, segundo Director de la UNESCO.
Francisco López Morales se percató de la importancia de lo que sucedía y de la trascendencia que podría tener para México, por ello ha empeñado su ejercicio profesional y su vida, participando lo mismo en la operación de programas “in situ” que en la promoción de fundamentos teóricos para impulsar iniciativas internacionales o apoyar políticas públicas, en pro de los bienes de valor patrimonial.
México es el país con el mayor número de nombramientos de Patrimonio Mundial en el Continente Americano y uno de los primeros en el mundo. De las 35 nominaciones con que la cultura y la naturaleza mexicana han sido reconocidas, López Morales trabajó y aportó al reconocimiento de 20 de ellas, labor descomunal que solo la experiencia y el prestigio de un mexicano universal pudo aportar. En ello su habilidad para negociar y su experiencia diplomática fueron esenciales.
Es precisamente éste el espíritu que ha inspirado la obra de López Morales quién, con profundo respeto y riguroso método, reivindica los dones de la naturaleza y la herencia recibida, desde los más remotos ancestros, a las vanguardias de la arquitectura contemporánea, como la Casa Barragan en la Ciudad de México.
Su preocupación por los conventos del siglo XVI en las faldas del volcán Popocatepetl, la ciudad-estado de Xochicalco, las celebraciones del día de muertos en Ocotepec, la comida de recolección en Morelos y ahora los ingenios azucareros, pretérito pilar de la economía mexicana, le hacen interactuar con la Facultad de Arquitectura y la Escuela de Turismo de la UAEM.
Las potencialidades de nuestros bienes culturales son motivos de conferencias en nuestra Universidad y de su presencia en Radio UAEM. Sus obras nutren nuestras bibliotecas; se apersonó y trabajó con académicos morelenses para integrar el expediente para tramitar recursos internacionales por los daños del terremoto del 2017.
Sus aportaciones al estudio y la puesta en valor de la arquitectura vernácula radican principalmente en la conservación de estas obras de talento popular, de concepciones ancestrales de vida, del conocimiento y dominio de materiales obsequiados por la naturaleza, de significados cosmogónicos, hasta la incorporación armónica al paisaje, atributos térmicos, funcionalidad, calidad de hogar, belleza y otras cuestiones que merecen ser consideradas.
Francisco López Morales volvió la mirada a Tepoztlán, retomando un tema que le ha prestigiado: la arquitectura vernácula. Él ha identificado “La pervivencia de patrones espaciales prehispánicos en la arquitectura vernácula de Tepoztlán, Morelos”, considerando que en la arquitectura popular mexicana se concentran y resguardan infinidad de señas de identidad que nos permiten reconocernos como lo que somos, de dónde venimos, en donde estamos y hacia donde queremos dirigirnos, como sociedad y como nación.
Estamos seguros que su participación, conjuntamente con la UAEM, sería de gran valor para preservar expresiones arquitectónicas del siglo XX que peligran en nuestro estado y que forman parte importante de nuestra herencia.
El binomio entre turismo y patrimonio cultural y natural, y sus aproximaciones a la arquitectura vernácula, han permitido repensar y replantear el uso cultural y turístico de los patrimonios, logrando con ello desarrollar acciones, planes y programas de manejo y salvaguardia para concebir lugares y usos más responsables, cuidadosos del medio ambiente, incluyentes, pero sobre todo involucrando a las comunidades en su conservación, divulgación y salvaguardia.
Morelos, su Universidad, su Facultad de Arquitectura y su Escuela de Turismo lo reconocen y celebran siempre su presencia entre nosotros, como generador y portador de conocimientos y valiosas experiencias, como emprendedor cultural, como un gran maestro, amigo y extraordinario ser humano.