Uno de los conventos del siglo XVI más importantes de la Ruta de los Conventos en Morelos es, sin duda alguna el de San Juan Bautista de Yecapixtla, Morelos.
Este texto describe un fragmento del libro Conventos de Morelos del año 1994, en lo que se refiere a un análisis arquitectónico realizado por el Arquitecto Heladio Rafael Gutiérrez Yáñez.
El conjunto arquitectónico está formado por un gran atrio en cuyas esquinas se levantan sobrias las capillas posas; la portería del monasterio debió servir de capilla de indios, la que ha sido identificada como la sala ricamente decorada que se encuentran en la parte alta, pero que más bien podría ser una sala principal para el prior o de visita por que el análisis de la capilla de indios, su función y relaciones con el atrio y la estructura prehispánica no permiten pensar en una capilla en planta alta.
Por la portería se llega al claustro donde sus pinturas murales, contrastan con la pesadez del muro del corredor. Es de una sola planta la bóveda de cañón y rematada por un reloj solar para la mañana y para la tarde, así como por aparentes arranques de una posible planta alta; sobre el muro sur se extiende el cañón grande sobre los subterráneos que habían sido cegados por tierra hasta 1959, quizá por que la tradición los menciona como una comunicación entre el monasterio y la casa de Cortés en la planta alta de la galería sur se encuentra una interesante inscripción que forma la cenefa sobra la que se desplanta la bóveda de cañón; estas decoraciones son interesantes por su posible relación con la toma de Yecapixtla por los conquistadores. El templo tiene una finísima presencia: su portada lateral muestra elementos decorativos renacentistas discretamente puestos; sin embargo, la fachada poniente, la principal denuncia los claroscuros de los estilos góticos y románicos en un interpretación renacentista llena de armonía formal en donde el rosetón fija el centro de atención de los visitantes y parece regir la armonía de la totalidad; rematan esta fachada una cornisa con perlas isabelinas sobre las que se desplantan los garitones (torrecilla para la guardia) que han hecho pensar falsamente a los historiadores del arte en una arquitectura militar.
El interior está lleno de sorpresas formales; el bajo coro con su tracería, las jambas de las puertas de acceso a la torre y al claustro, la pila bautismal con sus cuatro personajes que debieron señalar los cuatros rumbos de la cosmogonía indígena o los puntos cardinales europeos.
La nave se observa grandiosa; la vista hacia el coro nos muestra la balaustrada graciosamente labrada en cantería y al fondo la luz del rosetón que se filtra a través del fino calado de sus piedras; al mirar hacia al ábside llama la atención el púlpito labrado como si fuera en caja, más adelante el arco que divide el cuerpo de la nave del ábside en donde nuestra atención corre el peligro de ser atraída por el ciprés neoclásico del periodo porfiriano descuidando la vista de la esbelta tracería de cantería velada por modernas pinturas.
El patrón San Juan preside el espacio; pero la pintura original que quizá tenga un origen europeo no se encuentra más aquí; salida para su restauración después de largo tiempo vino a quedar en el monasterio de Cuernavaca, probablemente de la misma manera que la colección de pinturas de los apóstoles de las que solo la de San judas Tadeo se encuentra en este monasterio.
El conjunto tiene otras construcciones como el llamado “cañón chico” y la llamada “capilla del sagrado corazón” de María que parecieran tener relación más bien con el primitivo monasterio o las construcciones que estando a espaldas del conjunto con una plazuela importante y en la calle en donde se encontraba la casa de Cortés, la tradición y el historiador de Yecapixtla Juventino Pineda, le han llamado Plaza de la Tributación, por que su localización podría estar relacionada con el espacio donde se recibían los cuantiosos recursos de los pueblos tributarios del oriente del actual estado de Morelos.
Bien vale la pena en la próxima visita a este majestuoso convento, detenerse a explorar, observar, analizar y disfrutar cada espacio, cada rincón, cada detalle y contemplar su fina y hermosa arquitectura.
TEXTO:
HAIDE JAZMÍN DÍAZ CUEVAS Y GERARDO GAMA HERNÁNDEZ
ESCUELA DE TURISMO DE LA UAEM
FOTOGRAFÍAS:
GERARDO GAMA HERNÁNDEZ