Es junio y el ambiente comienza a oler a tierra mojada, es tiempo de las lluvias. Gran parte de nuestro estado de Morelos está representado por la selva baja caducifolia, un ecosistema que se caracteriza por sus dos marcadas estacionalidades: la temporada seca, de octubre a mayo, y la temporada de lluvias, de junio a septiembre.
Con las primeras lluvias de la temporada, la selva baja se va transformando, donde aparentemente todo parecía triste, el paisaje comienza a pintarse de verde y con ello emergen los cantos de las aves, los colores únicos y brillantes de insectos como los escarabajos, los coreográficos vuelos de las libélulas, el sonido del agua corriendo por los arroyos y las pequeñas cascadas.
Un paisaje que invita a visitantes y turistas a adentrarse en la selva y conocer la maravillosa biodiversidad que alberga. A través del turismo de naturaleza es posible apreciar, reconocer y comprometerse con la conservación de nuestra selva baja, ya sea por medio de: a) el senderismo interpretativo, el cual nos permite saber más sobre los procesos ecológicos y la importancia de cada especie que uno se va encontrando en el camino, b) la fotografía de la naturaleza, una actividad que reta a nacionales y extranjeros a capturar la mejor imagen de las formas y colores de la vida en la selva, c) el turismo de lupa, una nueva forma de conocer la diversidad y las interacciones que ocurren en las formas pequeñas de la vida, d) etnoturismo y turismo rural, actividades de gran importancia para conocer e involucrar a las comunidades y sus formas de relacionarse con su entorno, entre otras importantes actividades.
A pesar de lo atractivo y relajante que puede ser admirar los paisajes verdes de la selva baja caducifolia en la época de lluvias, este ecosistema cada vez se encuentra más comprometido por factores como el cambio de uso del suelo, ya sea por actividades agrícolas o por los procesos de urbanización, además de las sequías, los incendios y la contaminación.
Es por ello, que el turismo se debe convertir en el ¿cómo? y en el ¿para qué? de la conservación de nuestra selva baja caducifolia. Un turismo responsable, que permita la regeneración de nuestro ecosistema a través de la integración de todos los actores de la actividad turística y que, al mismo tiempo, motive a realizar algunas de las muchas actividades que se pueden disfrutar estando en contacto con la belleza de la selva en temporada de lluvias.
TEXTO Y FOTOGRAFÍAS: OMAR PANIAGUA SOTELO | PROFESOR DE LA ESCUELA DE TURISMO UAEM