Pesadillas y terrores nocturnos son muy comunes entre los niños pequeños; mira cuáles son las diferencias entre ambos.
Los niños llegan a una edad en la cual el sueño deja de ser de forma continua y se ve modificado por distintos factores que afectan su entorno de descanso, se levantan constantemente y despiertan, la razón pueden ser los temidos terrores nocturnos o pesadillas, por lo que descansar resulta todo un reto familiar que deja a pequeños y papás agotados por la mala noche que pasaron, alterando el estado de ánimo de todos los involucrados.
Comencemos por decir que un “terror nocturno” es una interrupción del sueño, en el cual el niño se despierta abruptamente en un estado de llanto, temor, terror, miedo y pensamientos angustiantes, se desconoce el motivo pero pueden ser desencadenados por: falta de descanso, fiebre, tensión emocional, estrés o conflictos familiares, aparecen entre los tres y siete años, por lo general entre la medianoche y las primeras horas de la madrugada.
Durante dichos episodios los pequeños gritan, están confundidos y asustados, golpean a su alrededor y a su vez no están conscientes de la realidad, pueden no contestarte cuando hablas con ellos, incluso está tan asustado que se escucha agitado, aumenta el ritmo cardíaco pudiendo durar entre 10 y 20 minutos , pasado eso pueden dormir como si nada hubiera pasado, incluso no con capaces de recordar el momento vivido. Los niños con terrores nocturnos incluso pueden caminar dormidos.
Por otro lado las “pesadillas” se presentan en las primeras horas de la mañana y por lo general se asocian a exponerse a experiencias de terror o miedo vividas en películas, programas tv o historias contadas que le provocaron un pensamiento que la desencadenó, se trata de sueños perturbadores que dan miedo o ansiedad y que se asocian a sentimientos negativos, a diferencia de los terrores el pequeño que las sufre puede contar lo que soñó y que le causó miedo, estar orientado y en estado de alerta.
Si los terrores nocturnos son recurrentes la opción es acudir al médico para revisión y así descartar un trastorno del sueño haciendo los exámenes pertinentes.
Muchas de las ocasiones el niño necesita únicamente ser consolado por sus papás, podemos apoyarlos durmiendo bien que implica las horas de sueño recomendadas, dicha rutina tiene que ser regular, que incluya la lectura de un cuento, masaje con aceites, uso de un difusor con esencias relajantes, tener un juguete de seguridad, dormir con una lámpara de luz tenue, darle la certeza de que estarás ahí en el momento en que lo necesite y que dejarás la puerta abierta por si requiere algo, darle un beso y un abrazo antes de que cierre sus ojitos, acompañarlo y darle muchísima confianza y tener claridad de que más adelante van a desaparecer porque es pasajero, eso en cuanto a terrores nocturnos.
Para las pesadillas evita que vea cosas que no están de acuerdo a su edad, en las horas próximas a dormir restringe el uso de la tele o dispositivos electrónicos, inicia un rutina de sueño que incluya darle seguridad, explicarle que no hay que temer, hacer un ritual como orar, agradecer, evitar ciertos alimentos como el azúcar, comer en exceso y tener algo que lo ayude a contenerse para evitar estos momentos tan temidos.
Y recuerda ya sea que se trate de una pesadilla o un terror nocturno un arma infalible para combatirlos siempre será apapacharlos, demostrarle nuestro cariño, invitarlos a dormir a nuestra cama y transmitirles paz.