Estar a dieta ya pasó de moda. Y aunque dieta es sinónimo de régimen alimenticio, este concepto ha sido mal empleado y se relaciona más con una serie de hábitos restrictivos para perder peso que, por supuesto, pueden dañar tu salud. Lo de hoy es la alimentación intuitiva.
Las dietas extremas son polémicas porque traen consigo cambios radicales, trastornos de la alimentación y, en el peor de los casos, la muerte. Sí sirven, sí puedes bajar de peso, pero ¿a qué costo?
Son obsoletas a largo plazo y ponen a prueba nuestra relación con la comida. Eliminar un grupo alimenticio es peligroso y tiene consecuencias metabólicas y psicológicas significativas.
¿Qué es la alimentación intuitiva?
La alimentación intuitiva no es un concepto nuevo, fueron Evelyn Tribole y Elyse Resch, dos dietistas, quienes lo crearon en 1995, sin embargo, ha ganado popularidad apenas en los últimos años.
Se trata de comer cuando te apetezca, parar cuando estés satisfecho y confiar en las necesidades de tu cuerpo. Se aprenden a interpretar las señales del hambre sin tratar de librar una batalla en contra de la comida.
Se basa en la simplicidad, en rechazar la mentalidad de dieta, sentir tu nivel de saciedad y enfrentar tus emociones con amabilidad. Tu cuerpo sabe cuál es el tipo de alimento y la porción que necesita.
Claves para ponerla en práctica
No existe una fórmula adecuada, no hay una sola forma de aplicar la alimentación intuitiva, pero estos principios podrían serte de gran ayuda para integrar emoción y razón a la hora de comer:
Aprende a gestionar tus emociones. Aunque no pasa nada si te comes un pan de vez en cuando porque estás ansioso, es una mala idea tratar de resolver tus problemas con comida. Busca ayuda profesional.
Desaprende. Hay quienes recomiendan comer 5 veces al día, pero si no es lo que tu cuerpo necesita, crea tus propios hábitos. Acepta la sensación de hambre y detecta la saciedad.
Come sin prisas. Al cerebro le toma unos 20 minutos reaccionar a la información sobre el proceso de digestión. Si comes rápido, no le das tiempo a tu organismo de identificar que estás satisfecho.
Libérate de los remordimientos. Olvídate de la culpa por ‘pecar’ con la comida, de comer ensaladas aunque no se te antojen. Aprende a disfrutar de la comida, es un placer. Haz las paces con tu cuerpo y con los alimentos que lo nutren.