La antigua religión de los celtas es un muchos aspectos desconocida: sus tradiciones se transmitían oralmente a través de los druidas y sus detalles se perdieron con la desaparición de estos. Pero algunas se transformaron y dieron origen a festividades actuales como Halloween, que en muchos aspectos bebe del que fue uno de los festivales celtas más importantes, el Samhain.
Un festival para cada estación
El Samhain era uno de los cuatro festivales anuales que celebraban el inicio de las estaciones, aunque estas no se definían según los equinoccios y solsticios sino de acorde a los ciclos agrícolas y ganaderos; y cada uno tenía un significado preciso.
Imbolc caía a principios de febrero y celebraba el inicio de la primavera, no desde el punto de vista astronómico sino asociándolo con la fertilidad, pues era cuando empezaba la época de parto de los animales.
Bealtaine o Beltane tenía lugar en mayo y festejaba el inicio del verano, cuando los rebaños subían a los pastos más altos.
Lughnasa se celebraba en agosto y daba inicio a la época de cosecha.
Samhain tenía lugar a inicios de noviembre y era seguramente el más importante, puesto que celebraba el final de la época de cosecha, así como la bajada de los rebaños a los pastos invernales.
El Samhain y la barrera sobrenatural
En todas estas ocasiones, pero especialmente durante el Samhain, se consideraba que la barrera que separaba el mundo humano del sobrenatural se difuminaba, y los habitantes del uno o del otro podían mezclarse. Por una parte, en esos momentos del año los espíritus de los familiares difuntos regresaban al hogar, por lo que se les procuraba una buena acogida: se creía que si se sentían bien recibidos protegerían a la familia y a sus rebaños, mientras que si eran olvidados o tratados con descortesía podían transformarse en espíritus vengativos que causarían desgracias.
Por esta razón, se preparaba un lugar para ellos en la mesa de celebración con ofrendas de comida y bebida para que se sintieran bien acogidos. También se encendían hogueras y se celebraban competiciones en su honor.
El origen del "truco o trato" en el Samhain
Pero no solo los familiares difuntos cruzaban al mundo de los vivos. También los espíritus de la naturaleza se acercaban al mundo de los humanos, escapando de los campos baldíos de invierno. Era importante ganarse el favor de estos espíritus y procurar no contrariarlos, para que no provocaran desgracias y especialmente para que no tomasen para sí los animales domésticos: si estos morían durante el invierno, se podía pensar que había sido obra de dichos espíritus hambrientos.
De ahí nació el actual “truco o trato”, la costumbre de disfrazarse e ir casa por casa pidiendo dulces, que tendría su origen en las ofrendas de comida y bebida que las personas dejaban para los espíritus en las puertas de las casas.
Por su parte, el disfraz consistía simplemente en pieles de animales y en un maquillaje a base de cenizas; su propósito era conseguir una apariencia cercana a los seres sobrenaturales para no ser atacado por estos. También se creía que, de este modo, los más atrevidos podrían acceder a las cuevas donde vivían y en las que se escondían toda clase de maravillas; algunos podrían incluso encontrar una pareja entre las criaturas sobrenaturales, aunque no está claro si esto era una fortuna o no.
El origen moderno de Halloween
La tradición moderna tiene sus orígenes en el siglo XVI. En algunas zonas de cultura gaélica (principalmente Gales y Escocia) los jóvenes se disfrazaban de una criatura llamada Mari Lwyd o Láir Bhán, una especie de fantasma equino, usando una sábana y un cráneo de caballo o de yegua. En la víspera de la festividad de Todos los Santos, recorrían las granjas de la zona pidiendo ofrendas de comida, amenazando con traer desgracias al granjero que rehusara la petición.
Esta tradición rural, con la migración a las ciudades, se transformó en el actual “truco o trato”, en el cual la amenaza del fantasmagórico espíritu equino se transformaba en una broma más o menos pesada.