Las mañanas frías de otoño invitan a buscar consuelo en sabores cálidos y hogareños. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que con una bebida que abraza el alma? El atole, esa deliciosa bebida de origen prehispánico que ha calentado corazones en México y Guatemala desde tiempos inmemoriales, es la protagonista perfecta para estas jornadas otoñales. Hoy, te traigo una variante que no solo te calentará, sino que deleitará tu paladar: el atole de zarzamora.
Historia y Tradición
Antes de sumergirnos en los secretos de esta receta, hagamos un breve viaje en el tiempo. El atole, cuyas raíces se hunden profundamente en la cultura prehispánica, comenzó como una simple mezcla de harina de maíz y azúcar, diluida y cocida hasta alcanzar la consistencia deseada. Con el tiempo, esta bebida se enriqueció con especias aromáticas como la canela y la vainilla, adaptándose y transformándose con cada generación.
El Atole de Zarzamora:
Una Delicia Moderna La variante que nos ocupa, el atole de zarzamora, es un espejo de la evolución de esta bebida. En estados como Michoacán y el Estado de México, se ha convertido en una especialidad, incorporando no solo las zarzamoras frescas y de temporada sino también, en muchas recetas, un toque de leche para añadir cremosidad.
Ingredientes
2 tazas de zarzamoras desinfectadas
½ de taza de azúcar
2 tazas de agua
1 l de leche
1 varita de canela
30 gr de masa de maíz
Preparación
En una olla añade agua, zarzamora y azúcar, cocina a fuego medio por un par de minutos hasta que suelte en hervor.
En una licuadora añade las zarzamoras cocidas y procesa hasta homogenizar.
Añade 30 gramos de masa de maíz y vuelve a licuar.
En una olla aparte añade un litro de leche y añade una varita de canela, deja calentar por un par de minutos.
Lleva la mezcla de zarzamoras a la olla con leche, cuela y mezcla muy bien.
Revuelve hasta que tome espesor, rectifica de sabor y si está listo, retira de la estufa.
Sirve y bebe al momento.