La pobreza menstrual es una realidad que millones de mujeres y niñas enfrentan diariamente en todo el mundo, y México no es la excepción. Esta situación afecta de manera directa a un gran porcentaje de la población femenina, especialmente en comunidades marginadas donde los niveles de pobreza son alarmantes. En muchos lugares, las mujeres y niñas carecen de una educación adecuada sobre la menstruación y de acceso suficiente a productos de higiene personal, como las toallas sanitarias.
¿Qué es la pobreza menstrual?
La ONG Humanium, comprometida con erradicar la violación de los derechos infantiles, define la pobreza menstrual como “la falta de acceso a productos de higiene menstrual, educación, instalaciones higiénicas, gestión de residuos o una combinación de éstos, afectando a un número estimado de 500 millones de personas en todo el mundo”. La pobreza menstrual es un problema latente en todo el mundo. Países como Gambia, Burundi, Sierra Leona y Madagascar, que forman parte de África Subsahariana, son de los territorios más afectados. La realidad es que la pobreza menstrual se da en muchas más regiones, como zonas rurales de México y algunos otros países de Latinoamérica. Incluso la pobreza menstrual persiste en partes de la Unión Europea.
Según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), organismo encargado de la salud sexual y reproductiva, en uno de los países más afectados por la pobreza menstrual, Gambia, las niñas faltan a la escuela unos cinco días al mes por falta de productos menstruales e instalaciones sanitarias. “La pobreza menstrual lleva a las niñas a faltar a clase durante unos cinco días al mes por miedo a manchar la ropa y ser humilladas. Eso son entre 40 y 50 días lectivos en un curso académico”, ha dicho Ndeye Rose Sarr, representante de la UNFPA en Gambia.
La ONU ha hecho frente a esta situación y durante los últimos años ha construido plantas donde se fabrican compresas reciclables (toallas sanitarias). Esto no solo ayuda a la problemática de la falta de acceso de productos de higiene, sino que al mismo tiempo ofrece empleo seguro a mujeres en las plantas donde se producen las compresas.
Mujeres mexicanas y la pobreza menstrual
Según datos del INEGI, en México somos poco más de 64 millones de mujeres, representando el 51% de la población total en todo el país. De ese 51%, el 29% de las mujeres (cuyo sexo biológico es el femenino) están en edad reproductiva y menstrúan. Por lo tanto, 18 millones de mujeres en México son las que menstrúan.
Cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), instancia gubernamental que proporciona datos de la pobreza en México, mencionan que de las 64 millones de mujeres mexicanas, 4.6 millones son parte de la población en pobreza extrema y 8 millones de ellas cuentan con un ingreso inferior a la línea de pobreza extrema. Estos datos proporcionan una visión de cuántas mujeres y niñas en México carecen de acceso a una menstruación digna, un derecho humano que todas las mujeres debemos tener.
La higiene menstrual es un derecho de todas las mujeres y niñas
Toda mujer debe tener una menstruación digna, información clara, acceso a servicios de salud y adquirir productos de higiene íntima a un costo accesible (incluso de forma gratuita). Estos son derechos que toda mujer y niña deberían tener. No es una opción.
El gobierno de México ha lanzado propuestas de no tasar con IVA los productos de higiene femenina, una propuesta lanzada por la asociación Menstruación Digna, según información de la ONU. Nadine Gasman, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, afirmó para el portal del Gobierno de México que “para garantizar a las niñas y adolescentes las condiciones que permitan la higiene menstrual, es imprescindible contar con agua en las escuelas y en las localidades, contar con sanitarios limpios que permitan la completa seguridad y privacidad para ellas, a fin de cuidar su salud sexual y reproductiva, así como contar con los insumos higiénicos acorde a sus necesidades, desde el papel higiénico y jabón, hasta los dispensadores de toallas sanitarias”.
La pobreza menstrual es la realidad de millones de mujeres, una situación que no solo afecta la salud, sino que también impacta su educación sufriendo exclusión social.