La Universidad de Reykjavik ha publicado un estudio que confirma que el ejercicio físico contribuye de manera significativa a mejorar la calidad del sueño. Según los investigadores, la clave para lograr un sueño reparador radica en mantener una rutina de ejercicio constante, idealmente repartida en al menos cuatro días a la semana. Quienes siguen esta práctica logran dormir entre seis y nueve horas por noche y experimentan menos interrupciones durante el descanso.
El estudio también mostró que aquellos que distribuyen su actividad física a lo largo de la semana obtienen mejores resultados en el descanso que quienes concentran el ejercicio en uno o dos días. Además, se observó que los beneficios del ejercicio se potencian a largo plazo, ayudando a reducir el estrés y los despertares nocturnos.
Los expertos recomiendan complementar el ejercicio con otras prácticas saludables para optimizar el sueño, como evitar la cafeína antes de dormir, mantener un horario de descanso regular, reducir la exposición a la luz en la noche y practicar técnicas de relajación antes de acostarse. Además del impacto en el sueño, el ejercicio físico aporta beneficios inmediatos como mayor energía y enfoque en las actividades diarias.