Sumergir el rostro en agua con hielo se ha vuelto una rutina de belleza popular en redes sociales, impulsada recientemente por el influencer Ashton Hall y respaldada por celebridades como Belinda. Aunque parece una técnica extrema, conocida como ice facial, ha demostrado tener múltiples beneficios para la piel y el sistema nervioso, convirtiéndose en parte de la rutina matutina de muchas personas.
¿En qué consiste?
El ice facial consiste en llenar un recipiente con agua fría y hielo, y sumergir el rostro por lapsos de entre 10 y 30 segundos, preferentemente al despertar. Esta práctica busca aprovechar los efectos del frío en la piel y el cuerpo, con beneficios que van más allá de lo estético.
Beneficios para la piel
Reduce la hinchazón y desinflama
El frío provoca vasoconstricción, es decir, el estrechamiento de los vasos sanguíneos, lo que ayuda a disminuir la inflamación, especialmente en la zona de los ojos y las ojeras. La dermatóloga Elizabeth Kiracofe explica que el hielo puede ser útil para calmar la piel inflamada y mejorar su apariencia en cuestión de minutos.
Mejora la circulación sanguínea
Al retirar el rostro del agua fría, los vasos sanguíneos se dilatan, generando un aumento del flujo sanguíneo. Esto favorece la oxigenación de las células y da como resultado una piel más luminosa y con mejor tono.
Disminuye el tamaño de los poros y el exceso de grasa
El contacto con el frío ayuda a cerrar temporalmente los poros y a controlar la producción de sebo, siendo ideal para personas con piel grasa o propensa al acné. Marcas como Garnier recomiendan incluso terminar la rutina facial con agua fría para mejorar el control del brillo.
Calma la piel irritada
El hielo actúa como un analgésico suave. Puede reducir el enrojecimiento y la irritación leve, siendo útil en pieles sensibles o con tendencia a inflamarse.
Efectos positivos más allá de la piel
Además de los beneficios cosméticos, el ice facial también puede impactar positivamente en el sistema nervioso. Según estudios del National Institutes of Health (NIH), al sumergir el rostro en agua fría se activa el “reflejo de inmersión”, que ralentiza la frecuencia cardiaca y la respiración, promoviendo una sensación de calma. Esta reacción ha sido útil en casos de ansiedad o estrés agudo, y se vincula con la estimulación del nervio vago, que regula respuestas emocionales y fisiológicas.
¿Cómo hacerlo de forma segura?
1. Utiliza un recipiente limpio con agua y varios cubos de hielo.
2. Sumerge tu rostro entre 10 y 30 segundos, y repite 2 o 3 veces si lo toleras bien.
3. No apliques el hielo directo sobre la piel, ya que puede causar irritación o quemaduras por frío.
4. Evita esta técnica si tienes problemas circulatorios, rosácea o condiciones cutáneas preexistentes.
Consulta a un dermatólogo si tienes dudas sobre cómo integrarla a tu rutina. Aunque esta técnica no sustituye una rutina dermatológica profesional, el ice facial es un recurso económico, sencillo y natural que puede ayudarte a revitalizar tu piel y reducir el estrés diario. Como con cualquier tendencia, lo más importante es hacerlo con precaución y escuchar las necesidades de tu piel.