Entre tantas tendencias que van y vienen, hay dos colores de uñas que siempre se mantienen vigentes: el rojo y el vino.
Elegantes, clásicos y llenos de estilo, estos tonos han sido favoritos desde la época dorada de Hollywood hasta las calles del estilo urbano actual.
El rojo, vibrante y lleno de actitud, ha sido símbolo de confianza durante décadas. Íconos como Marilyn Monroe lo convirtieron en parte de su sello personal, y hoy sigue siendo una opción infalible para cualquier ocasión.
Combina con todos los tonos de piel y eleva desde un look casual hasta uno de noche sin esfuerzo.
Por otro lado, el vino aporta un toque de sofisticación más sutil, perfecto para quienes prefieren una estética elegante y un poco más misteriosa.
Este tono oscuro destaca especialmente con joyería dorada y atuendos monocromáticos, convirtiéndose en una opción versátil durante todo el año.
Ya sea un rojo clásico o un vino profundo, ambos colores representan más que una elección de manicura: son una declaración de estilo que nunca pasa de moda.