El nieto de don Saturnino Caballero Díaz como persona normal que es, no político, no ha dicho nada pero se advierte que le gusta la sola mención. En su entorno, sin embargo, hay gente que “encuerda” la situación con intenciones perversas, algunos hasta pensando en hacer negocio. No descartamos que lo conozca el doctor Caballero pero sí dudamos que dé su venia a auténticas fichas.
Vamos a hablar de uno de ellos ya conocido en este espacio: Antonio Ocampo Cué, director general de Inspección o Regulación, el mismo que lanzó llamaradas al fuego que casi consume el mercado “Adolfo López Mateos”, el que invitaba a que nadie fuera de compras, un auténtico reventador. Bueno, este cuate con un cargo de alta responsabilidad para los seres humanos puesto que revisa o se hace cargo de la salud pública, es especialista como médico… pero de perros, gatos, vacas, tortugas, caballos y una que otra rata. Sí, es médico veterinario zootecnista y tiene varias administraciones porque cuando Caballero asumió él ya estaba ahí; lo que para los mismos empleados de la dependencia, ha sido tan astuto, y entrega “buenas cuentas”, por lo que es imposible moverlo.
¿Con quién se forma Ocampo Cué? Ésa es la interrogante que debemos ofrecer a nuestros lectores. Otro punto de afectación a la figura del doctor Caballero es que, a decir de otros servidores de salud, Ocampo Cué se autonombró “recaudador de los fondos de precampaña del doc Caballero”, lo que sí suena bastante serio.
Dice el refrán “zapatero a tus zapatos”. En el caso de Ocampo Cué no podemos encontrar a qué especie dirigirlo, pero además nos encontramos con un extraordinario negociante. Por ello su larga estadía en el cargo y su inamovilidad. Debe ser muy listo, lo suficiente como para arruinar a su jefe que da lustre a su apellido: Caballero.
Una probadita de Chabelo
El viernes 28 de agosto del 2009 escribimos esto de Javier López Sánchez y nada sucede. En tanto, dicen, se adueña de espacios y voluntades en el Congreso. Vamos a refrescarnos:
$115,405,700.67
Por respeto a los morelenses, la función de la oficina de prensa del gobierno estatal debe transparentar su trato con las empresas de comunicación. Los medios, obligados a decir con detalle los sucesos, se esconden en contubernios que si no lo son, así parecen en cuanto a ellos respecta. Ahí los malos son los reporteros, corruptos, impreparados, voraces. Y los buenos, claro, los dueños y sus empleados ejecutivos, quienes hacen el negocio. No son en balde los años que un servidor ha estado en este ámbito, casi siempre pegándole a la máquina, pero en algún lapso al frente de la oficina de prensa del gobierno del estado. Y sabemos lo que escribimos y conocemos la consecuencia de no decir verdades. Además no nos asusta la realidad de esta relación medios--gobierno, vivimos en ella siempre. Sin embargo, actuaciones desastrosas como la que tuvo Javier López Sánchez aceleran el parteaguas, el antes y después, el reacomodo de los intereses y el cambio de actitudes. Por culpa de este señor –o gracias a este señor, como a cada quien guste—, debe cambiarse el modelo.
Y cómo no, si la CACP –por sus siglas en tlahuica— gastó dinero en exceso que, hasta que nos demuestren lo contrario, sobrepasó el límite en dos o más veces lo autorizado. Si en el 2000 el presupuesto de Comunicación Social apenas llegaba a los 20 millones de pesos, no imaginamos que ocho años después se haya casi sextuplicado, sobre todo porque esta oficina, históricamente, ha tenido la lupa de la oposición al gobierno y se ha usado en diversas administraciones como una especie de SS nazi, en herramienta de hostigamiento y descrédito perverso de las propias oposiciones. Porque lo vimos y vivimos, lo anotamos hoy. Nos tocó desmantelar aparatos de esta especie en el gobierno estatal frustrado la década pasada. No sólo armaban “dossiers” de luchadores sociales sino que les enderezaban golpes mediáticos con periodistas en espacios a modo para difamarlos. A falta de talento político, represión usando la filosa y hedionda espada de la tinta infame.
No sabemos la fecha en que comenzó a circular un correo electrónico con datos precisos del gasto que durante el año anterior ejerció la oficina que dirigía Javier López Sánchez, el multi famoso Chabelo, en apariencia cesado de sus funciones como coordinador de Asesores y Comunicación Política del Gobierno del Estado. Es la cantidad que colocamos de título a esta columna por una sola razón: dice todo.
Ahora la cifra la ponemos en letras, con mayúsculas y subrayado: CIENTO QUINCE MILLONES, CUATROCIENTOS CINCO MIL CIEN PESOS CON SESENTA Y SIETE CENTAVOS.
Sin duda, es la cifra oficial del gasto ejercido en el 2008, que nos obliga a suponer que en lo que va de este año (con los proveedores castigados y anunciados que será hasta el siguiente 2010*** cuando les liquiden lo de los primeros ocho meses) podría haberse duplicado esa cantidad, al ser un año electoral y dejar el gobierno bajo responsabilidad de la CACP toda la operación mediática, electoral y política. Y hacemos a un lado lo del diezmo en oficinas de obras públicas, del agua o en cualquiera otra donde se manejara dinero simple y sencillo, fácil pues. ¿De ahí partirá la presunción que López Sánchez ha comparecido en dos ocasiones ante la justicia federal tras los sucesos que tienen a Luis Ángel Cabeza de Vaca y Francisco Sánchez González en prisión por delitos graves? De esta forma, cualquier dato impreciso en relación a López Sánchez debe ser revisado. Queda claro que no es ficción y que su trabajo fue tan sucio que merece la revisión exhaustiva de los que deben hacerlo –los organismos fiscalizadores y la siguiente legislatura— y de la sociedad misma. Se evidencian cifras de decenas de millones AUTORIZADOS –obligadas las mayúsculas--- y nos dejan de tarea investigar lo que NO FUE OFICIAL --otra vez vitales estas letras--.
Tenemos muchos amigos en el gremio, los respetamos y por ello solamente ofrecemos unos cuantos botones de muestra del gran negocio que representa para las empresas de la comunicación la relación cordial y en muchos casos servicial con los operadores del gobierno. Si tratan con profesionales, los que saben, guardan formas, pero si lo hacen con personajes “hechizos”, sin bagaje, improvisados, sucede lo que estamos viviendo, apenas en los primeros episodios. Seleccionados, quizá arbitrariamente, el columnista da los siguientes datos que aparecen en las cuentas de la Coordinación de Comunicación Política del año pasado.