Repetimos que la gente de la región es sumamente trabajadora pero la historia indica que nunca fue exagerado el mote policiaco de “La Tierra Caliente de Morelos”, y sería largo repetir lo que la cronología hace ciencia exacta por esas zonas de nuestra afligida Tierra Madre. Sí, en efecto, el procurador Pedro Luis Benítez Vélez salió de inmediato para decir que el modelo del evento no se inscribía en los crímenes perpetrados en el ámbito de la delincuencia organizada. Ofreció mayor información donde su condición humana “le ganó” con los primeros informes periciales que generaron mayor evidencia en cuanto los profundizaban. Bueno, ése fue el detonante para que en ese mismo momento le colocaran al cuautlense la etiqueta de cesado; una embestida que, lo olemos, no es casual porque la política carece de esta condición. De una buena vez buscarían ajustar al procurador que no le cae bien a mucha gente aunque no pocos le reconozcan conocimiento, capacidad, experiencia y tamaños profesionales para el cargo. La cosa es sumergirse con la corriente para en el recorrido linchar al hijo de don Pedro Benítez Hernández, distinguido cuautlense que fue el último jefe de la estación del ferrocarril en la enjundiosa dos veces H.
Entendemos que la salida informativa del fiscal estatal llevaba una intención institucional para darle al trágico evento el cauce que hoy comienza a ratificarse y el mismo lunes se filtraba en los medios, que uno de los presuntos sería el tesorero del municipio, Ranulfo Carolino Morán Lima. Pero tampoco puede soslayarse que desde el Congreso surgieron voces de legisladores exigiendo explicaciones y la salida de Pedro Luis, sobre todo en un sector donde la ferocidad –que se justifica con la muerte del presidente, su hijo y el ayudante— de pronto se exacerbó y comenzó a tender redes que atraparan a la presa. Junto con la tragedia del hecho que alcanzó niveles internacionales, se le vino a Benítez la andanada. Para la mañana de ayer, era “un hecho” que las fracciones parlamentarias iban por su cabeza “y hasta en el PAN contemplan la posibilidad”, rezaban las primeras noticias. Al mismo tiempo llegaba la información que con carácter de urgente le solicitaron al procurador a las oficinas de la Cámara de Diputados y seguramente los legisladores que se dieron la vuelta por su trabajo leyeron el contenido. Una andanada mediática cuando no celebraban ningún punto de acuerdo hasta ese momento.
Así las cosas, surge la pregunta obligada: ¿Qué salva a Benítez? Y con ella la respuesta: la contundencia del trabajo de la procuraduría en el caso del múltiple homicidio de Temoac. Que los que en la dependencia dicen son los presuntos, sean en efecto los responsables y eso lo ratifique el juez correspondiente. Para pronto: que los elementos enviados por la Procuraduría General de Justicia de Morelos al juzgado no tengan una sola inconsistencia, una sola, lo subrayamos. En tanto, si lo quitan o le exigen su renuncia quienes lo deban hacer y al final los detenidos son enviados a prisión y posteriormente sentenciados, aplica las presuntas únicas palabras que dicen que dijo Benítez a un importante noticiero matutino de radio y TV que conduce el paisano, colega y amigo Guillermo Cinta: “respetaré las decisiones del Congreso del Estado”. Que se vaya. No hay otra cuando hablamos de un morelense formado en una disciplina familiar, profesional, cuyo historial político y administrativo tiene más, muchas más estrellitas que taches. Ahí está lo de Tamoanchán en la Consejería, lo del 58 de la Constitución local en el Tribunal Estatal Electoral o la multa que canceló al veterano camionero no hace mucho fallecido Leonardo “La Víbora”, popular en el vecindario de la colonia del Empleado, que le costó la feroz embestida del gobierno de Jorge Carrillo Olea que lo tuvo en la cárcel de Atlacomulco 24 horas y fue defendido por todos los abogados que así manifestaban su desacuerdo con aquella administración y por él mismo ante un MP que fue apabullado. Ese juicio lo ganó Benítez. Fue ese más importante que controversias constitucionales en el despacho del doctor Ignacio Burgoa Orihuela o el ahorro de casi 120 millones de pesos al actual gobierno en sus inicios cuando advertía la justicia federal (o la parte contraria que hizo una estrategia mediática costosa e inútil ante lo que parecía necedad de un funcionario recién incorporado más por sus méritos en el trabajo que por pertenecer a uno u otro grupo o partido político) y, seguramente, semejante al que tiene que vencer esta vez, donde no sólo se aplique la ley en un hecho sangriento, reprobable y sumamente grave, sino con el agravio agregado que le sucede a Morelos cuando menos tenía que ser, justo en medio de una cifra que asusta en terrenos de la delincuencia organizada: más de 30 mil muertes.
Le han dado una revolcada a Benítez hasta el momento mediática. La fórmula para que no se vaya de la procuraduría o que en mejores condiciones lo haga voluntariamente, depende de la consistencia en el trabajo de su personal, porque los presuntos tendrán que ser responsables y los responsables, sentenciados. Y si los que hoy están detenidos lo son, veremos si se aplica el dicho aquel más populista y político que jurídico: “Nada ni nadie encima de la ley”. Con Pedro Luis cabe también otro refrán popular: “No es monedita de oro”, y seguro que muchos le están cobrando más la factura al hombre de carácter difícil, de trato complicado, dicen que hasta soberbio, que al funcionario incapaz. Otra cosa: no obstante el clima de inseguridad, hay elementos naturales que nos llevan al indicador que el gobierno y la sociedad de Morelos no tiene un procurador putrefacto como en otros tiempos. Quienes conocen a Benítez y le han tolerado los primeros asaltos, lo saben. Es un hombre a veces intolerable, intransitable, pero hombre de bien.