¿Algún día nos encontraremos en la información fundamental local alguna declaración del rector de la prestigiada Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Fernando Bilbao Marcos? En tanto don José Narro opina sobre los temas sobre la inseguridad que priva en el país, en Morelos el rector de nuestra máxima casa de estudios se esconde de micrófonos, grabadoras y cámaras. Mientras el rector de la UNAM es consultado por profesionales y los medios para dar sus puntos de vista que tienen un peso especial nacional e internacionalmente, aquí a algunos se les dificulta saber cómo se llama el rector de la UAEM. Y aclaramos: la universidad morelense es bien calificada generalmente, todos (incluso los que no estuvimos ahí abrevando conocimiento, no por falta de oportunidades de la bondad de la institución sino por ingobernabilidades propias de los extravíos juveniles) les debemos mucho. Sus rectores es otra cosa y vaya que ha habido gente excepcional como don Félix Frías, don Teodoro Lavín González o don Carlos Celis Salazar. Hay más pero la memoria en este momento es flaca, así que nos disculpamos por omisiones.
Quienes vivimos en el estado de Morelos necesitamos de personajes emblemáticos que nos aporten confianza en los momentos complicados de inseguridad por la ola delictiva. Siempre las palabras de aliento, la reflexión profunda, la llamada de atención a tiempo ayudan. De este rector no tenemos un solo registro de palabras de confianza, de aliento, de reflexión ni de atención a tiempo no obstante la tremenda realidad de Morelos. Sí, hemos sabido de él. Se ha enfrentado a sectores estudiantiles adversos, también porque ningún dinero es suficiente para cumplir las necesidades de la universidad, cosa que sabemos todos, aunque don Fernando lo distingue porque lo expresa en una actitud entre reclamo y súplica. Estos tiempos complicados, cuando la ausencia de líderes sociales y políticos es tan notoria, un rector de la universidad pública, uno con talento y capacidad llenaría parte del vacío. No es ni será Bilbao. Por desgracia para él y otros muchos porque le faltan algunos años y Morelos, sus universitarios y la prestigiada UAEM no lo merecen.
Es válida la pregunta de por qué el tema de hoy es el señor Fernando Bilbao Marcos. En efecto, dio la nota desde finales de la semana pasada cuando le solicitó dejar su cátedra a Pedro Luis Benítez Vélez, morelense de Cuautla, abogado constitucionalista, imparte clase en Derecho de Amparo de la que es decano y, sin duda alguna, uno de los profesionales más reconocidos en materia jurídica. Hace 20 años asiste a la UAEM (con alguna forzada ausencia de 1994 a 1998) a compartir sus conocimientos con los futuros abogados. Lo ha hecho en su Jeep o en su camioneta negra, de un modelo de hará cinco o seis años. No ha faltado. Hoy lo acompaña personal de la Procuraduría General de Justicia del estado, de la que es titular hace un año y meses.
Los procuradores de los estados del país están obligados a cumplir con un protocolo ordenado por el Sistema Nacional de Seguridad del gobierno federal, que especifica qué tipo de unidades usar, qué armamento, el número de elementos para esa comisión permanente. Seguramente a alguien no le gustó que Benítez llegue acompañado y generó la furibunda reacción del doctor Fernando Bilbao Marcos que le pidió dejar la cátedra una y hasta dos veces. No conocemos el fondo, pero si el procurador en su función de catedrático infringió alguna norma universitaria o como procurador hizo un abuso, que se conozca y se actúe.
Es cierto, lo hemos anotado anteriormente, la forma de ser de Pedro Luis en ocasiones le gana adversarios gratuitos. Tiene una formación disciplinada quizá rígida en extremo, donde debe también anotarse impera el orden personal, porque extrema sus acciones al grado que sus amigos se desesperan. Así es. Pero no le conocemos antecedente de arbitrariedad en los diversos cargos que ha ocupado. Al contrario, se excede en el cumplimiento de sus tareas oficiales al grado que tiene dispersiones naturales de los que viven en el campo reglamentario de la adrenalina. En la actualidad, ser procurador no es función perseguida por los abogados profesionales como Benítez. Optan por algo más simple. Morelos es tierra complicada, con probada presencia del crimen organizado; así que quien sea el fiscal estatal tiene que seguir las instrucciones del manual o protocolo que ordenen los altos mandos de seguridad del país.
Si en 1994 un acto arbitrario del gobierno en turno lo alejó un lapso de su cátedra en la Facultad de Derecho de la UAEM, esta ocasión un rector desea impedir su acceso a la institución que lo hizo abogado y a la que corresponde con los conocimientos adquiridos esencialmente ahí y en otros lugares del mundo. ¿Cuál es el delito o daño de Benítez?
Sabemos que hay organismos, catedráticos, estudiantes, que no avalan la actitud del señor Bilbao Marcos, venido de Coahuila.No es regionalismo, chovinismo o afán de fregar, pero la distancia entre Benítez y Bilbao es extensa aquí, ya no digamos pasando Tres Marías entre Narro y Bilbao, quizá comparada en kilómetros entre Tokio, Japón y Bilbao, España… no Marcos.