Lo de menos es comentar que las invitaciones para el evento con López Obrador tenían diversa procedencia, como para adjudicarse la presencia del controvertido ex jefe de gobierno en esta capital. Lo trascendente es conocer desde el menor gesto hasta las cercanías, reales y virtuales de los asistentes que se treparon seguramente al templete. Si se maneja la tendencia en Morelos de la coalición de partidos que se apoyan en López Obrador para su subsistencia, en la línea que vayan y si logran coincidir los que buscan un frente amplio de las izquierdas, darán la batalla. Si hablamos del Partido del Trabajo y Convergencia con lo que se nota a la vista, no parece muy atractivo aunque les ayudaría a las dirigencias de éstos a conservar posiciones plurinominales y, posiblemente, ganar por ahí un distrito con un buen candidato, o quizá algún municipio.
La fracción lopezobradorista en el PRD—Morelos sí es importante, tanto que uno de los seguramente más interesados en lo que sucedía ayer por la tarde en Plaza de Armas era Graco Ramírez Garrido Abreu, el senador que alguna vez fue aliado de su paisano López Obrador y hoy tienen una distancia tan amplia como Tokio con Buenos Aires. Ésta es una de las razones por las que creemos que al senador Graco se le dificultará ser candidato. No porque no tenga los merecimientos, sobre todo ahora que es una revelación como legislador--gestor por primera vez en cuatro periodos –tres como diputado federal que nadie aquí supo nada—sobre todo en lo que respecta a Morelos.
Es simple: con la otra fracción del PRD simpatizante de Graco no les alcanza, incluso en una alianza con el Partido Acción Nacional (que por cierto algo tendrán que hacer para no estar en el tercer lugar de las siguientes elecciones concurrentes de julio del año entrante) para ganar el gobierno del estado, igual que la posible coalición lopezobradorista que necesitaría de la fracción del PRD identificada con el ex jefe de gobierno de la Ciudad de México para buscar la victoria y afianzar posiciones de mayoría relativa.
No es una empresa simple la que le espera a la llamada izquierda morelense, tanto por el Factor AMLO y su decisión, como el incuestionable andamiaje del proyecto de Graco, que lo repetimos, con el reconocimiento a su lucha política y social de siempre: nunca como hoy en una ruta consistente de gestión social con miras políticas en el anhelo de vida que ha tenido y siempre lo ha manifestado: quiere no sólo ser candidato sino gobernador de Morelos. Algo que cualquier ciudadano con residencia legal en Morelos puede aspirar, pero inevitablemente brinca la figura del Graco protestante en la plaza pública, en los micrófonos, grabadoras y ante la pantalla televisiva, modelo al que nos acostumbró.
A estos días, con un tremendo listado de beneficios a sectores que lo necesitan, Graco hace como senador un trabajo obligatorio, que no es ninguna gracia o concesión a los ciudadanos morelenses, se trata de su obligación como legislador, y lo repetimos: ha sido el más intenso en ambas cámaras (ah, tenemos que decir que también el senador del PAN, Adrián Rivera Pérez, hace lo propio, ayuda y promociona sus gestiones, pero igual que el polémico hijo del general Ramírez Garrido, cumple con su tarea. Y a propósito: ¿Alguien sabe qué hace, a qué se dedica, si gestiona o trabaja en algo el otro senador, Sergio Álvarez Mata?).
Sin embargo, gran parte de la suerte política de Graco está echada en las alforjas de su paisano Andrés Manuel, más que su adversario, su enconado enemigo.
Por ello, es importante que vayamos revisando qué dijo Andrés Manuel, quiénes lo rodeaban, qué gestos había en el escenario. Todo, porque esto apenas empieza…