Amado es fundamental para la victoria del PRI, lo sabe y la interrogante se abre si apuesta al bienestar común o va por la propia. Por ello la relevancia del diputado Orihuela, como factor de unidad o rompimiento en este corto tan escabroso proceso, que será tan limpio o manchado como los priistas lo deseen. Cosa de ellos y nada más.
Las reglas han sido establecidas, las conocen los interesados, los tiempos están marcados, ya no hay lugar a la especulación. Los propios priistas saben qué, con cuánto y qué tiene cada uno de los que han aspirado legítimamente a la nominación a gobernador. En efecto, Amado es finalista, pero tiene la decisión en sus manos porque sus compañeros no le van a permitir que acomode los tiempos convenencieramente, tampoco le van a impedir que muestre el músculo que indudablemente tiene. La reunión de Consejo Político fue una de las instancias finales en la lectura de reglas, pero se trató asimismo del último escenario que permitía la ficción o mejor expresado, la especulación. La aspiración de todos quienes lo han manifestado de ser candidatos a gobernador, es tan legítima como la contundencia de la realidad política y social del PRI—Morelos: sólo ellos pueden evitar que regresen al poder. Una de las cosas que generarían esa mala nueva, es la obstinación de alguno de los dos últimos, porque ni con la defección de restantes molestos, de los que gustan de amagar en apoyo a candidatos de otros partidos, emparejan los marcadores. Hay una contundente definición que favorece al PRI que falta únicamente se pongan de acuerdo ellos, los priistas todos.
Y Amado, tozudo hasta la necedad, en ocasiones rupestre pero sin duda con un liderazgo ganado a pulso, tiene ante sí la oportunidad que puede ser dorada o de arena, según la decisión que tome.
Si el diputado Orihuela continúa en la presidencia del PRI durante el proceso de selección interna, falta a uno de los puntos que aunque verbales fueron públicos cuando varios buscaban el comité estatal: quien sea presidente no buscaría la candidatura a gobernador. Pero dejémoslo en palabras, ya colegas buenos para el análisis lo han dicho en sus espacios apenas: difícilmente un presidente del PRI puede ser un buen candidato a gobernador, y dos casos lo ilustran: Roberto Madrazo y Maricela Sánchez Cortés en el 2006. En este momento dudamos que en el PRI nacional titubeen entre los cariños, las amistades y la congruencia de Los Números.
La decisión es de Amado, los ojos están puestos en él y es, todavía, el presidente del PRI en Morelos.
Vorágine
¡Sopas!.-- En qué estarán pensando los diputados locales que un acuerdo tomado hace más de un mes donde desde su posición, sin renunciar a cargo y emolumentos, podían participar en los procesos internos de sus partidos en la búsqueda de otras posiciones electorales, la mayoría ayuntamientos y otros, diputaciones federales.
La cosa es que los característicos descuidos en el Congreso y su administración, dejó sin efecto su intención y ahora (para que se les quite lo descuidados o hasta ignorantes) el que quiere ser candidato tendrá que renunciar y dar paso a los suplentes. Así que lo seguro es que la actual legislatura termine con otros nombres y personajes de quienes la iniciaron.
La interpretación única en este caso tiene nombre: falta de profesionalismo e irresponsabilidad. La que quieran. ¿O no?