Nos llama la atención que esta fecha tan relevante no levante polvo oficial, cuando el año anterior del Centenario y Bicentenario se quemó mucho incienso y, tenemos que ratificarlo, aquí se hicieron las cosas más que bien desde la Comisión Legislativa responsable y el respaldo del gobierno estatal y algunos Ayuntamientos en algunos casos. No le da tiempo al gobierno del estado diseñar un evento del tamaño que merecen los 100 años del Plan de Ayala; va en contra de su vertebración, porque no olvidemos que en estos 11 años se ha enarbolado el estandarte de un personaje importante, don Francisco I. Madero, casi del tamaño de nuestro paisano Emiliano, la contraposición absoluta entre uno y otro, ideológica y socialmente. Ese es un tema a tratar líneas abajo.
Sabemos que este miércoles en el Congreso del Estado se inscribirán con letras doradas el Centenario del Plan de Ayala, o sea, que a este poder no se le pasará de noche. El año anterior, en un modelo no conocido en esta entidad, los legisladores realizaron la sesión solemne en el municipio de Ciudad Ayala, como sucedió en Tlaltizapán, Cuautla, Yautepec, con los diputados trabajando en espacios abiertos y cerrados. Son de las acciones que sobresalen entre el desorden y poca productividad de los congresistas, cuando menos hicieron lo que pocos o ninguno de sus antecesores intentaron: llevar el Congreso a la calle, a los pueblos, a sitios históricos que nos han marcado, al escenario de la efeméride morelense.
Existen en el calendario fechas subrayadas por su valor, como el asesinato de Emiliano Zapata el diez de abril de 1919, como el 17 de abril de 1879 en la erección de Morelos como entidad federativa, pero el 28 de noviembre de 1911 de inicio formal aquí la Revolución Mexicana, no obstante que Zapata y muchos otros iniciaron sus demandas y movilizaciones antes del mismo 1910. ¿Por qué despreciar, demeritar o simplemente ignorar a personajes como Zapata, Benito Juárez, José María Morelos en estas administraciones?
Francisco I. Madero se ganó a pulso el título del “Apóstol de la Democracia” como Morelos “El Padre de la Patria”, Juárez el de “Benemérito de las Américas”, pero para algunos que gobiernan Zapata es “El Atila” y no “El Caudillo del Sur”. Solamente para distinguir ideas, intenciones y acciones, los libros registran que durante la visita de Madero a Morelos, se entrevistó con Zapata al que le insistió que depusiera las armas, que tendría una hacienda productiva que le generaría más de lo necesario a él y a su familia. Comentan que el tono de Madero era como de auxilio a un necesitado. Zapata era firme, le contestó que no, que lo que su lucha buscaba era “regresar las tierras a quienes les pertenecen”. Ahí surgieron sus desavenencias y era natural: Madero quería ser presidente de México y Zapata no se salía de su esquema de tierra y libertad. No eran iguales, para pronto.
El lunes 28 de este mes es el día más importante en la historia de Morelos: se cumplen cien años que fue promulgado el Plan de Ayala en Huejoxutla, Puebla. Se le hace mucho ruido a otros eventos, pero si somos cuidadosos de acciones recientes a determinados personajes que marcaron la historia del país, las dos administraciones federales y estatales recientes los han, prácticamente, liquidado de su agenda. Uno de ellos es Emiliano Zapata. Sin embargo, eso no es posible en tan poco tiempo. Emiliano es el nativo de Morelos más trascendente en la historia, un personaje mundial, más allá, infinitamente, de cualquier presidente del país, gobernador o funcionario público.