El ejercicio habitual puede ayudar emocionalmente a los ancianos de salud delicada sin causarles dolor, sino al contrario producir bienestar.
Muchos ancianos, especialmente aquéllos que padecen de artritis u otras dolencias, son reacios a hacer ejercicio porque piensan que les ocasionará dolor o molestias. Sin embargo, se ha visto que el ejercicio continuo y bajo supervisión no presenta riesgos; claro que se debe primero tener una evaluación geriátrica integral por parte del médico.
"Sería irresponsable no decir que, antes de comenzar un programa de ejercicios, se necesita una confirmación del médico", y la realización de un chequeo que incluya electrocardiograma de esfuerzo, una medición de riesgo cardíaco y otros estudios más.
Aunque la actividad frecuente refuerza de forma clara la sensación de bienestar físico, está mucho menos claro lo que esa actividad puede lograr en relación a los parámetros de calidad de vida.
Con el envejecimiento sobreviene una serie de modificaciones en el funcionamiento de los órganos y sistemas de nuestro organismo. En las personas mayores, suele existir una disminución importante de la fuerza y la masa muscular, como consecuencia de permanecer en inactividad por periodos prolongados.
Se ha podido calcular que a partir de la adolescencia se produce disminución del 1% anual en la capacidad física, responsable en gran parte de las enfermedades características de este grupo etario.
La realización de programas de ejercicios, en forma constante y por periodos prolongados, produce innumerables beneficios en todas las edades, como podrían ser los siguientes (siempre enfocados para personas adultas mayores y siempre bajo supervisión):
• Menor incidencia de caídas y fracturas óseas por aumento de la fuerza muscular y coordinación de los movimientos, producto del entrenamiento.
• Retraso en la aparición de osteoporosis, sobre todo en mujeres posmenopáusicas.
• Mejora la depresión, sobre todo en mujeres, con los programas de ejercicios como puede ser los ejercicios aeróbicos, yoga.
• La actividad física cotidiana constituye uno de los pilares de los programas de prevención de la ateroesclerosis (muy común en mayores).
• En personas hipertensas, produce una disminución de las cifras de tensión arterial, con una gran mejoría de su cuadro clínico.
• Aumenta el gasto calórico del organismo, contribuyendo a la pérdida de peso y al mantenimiento del mismo, conjuntamente con una buena dieta.
• Mejora el sueño e induce una sensación de bienestar general.
• Incrementa la capacidad para desarrollar tareas cotidianas y laborales.
El entrenamiento físico debe estar dirigido a incrementar la capacidad funcional aeróbica y la fuerza muscular y, además, a mejorar la flexibilidad de las articulaciones. Ejercicios tales como la natación, las caminatas o los realizados en bicicleta son los recomendados para lograr una mejoría de la capacidad aeróbica.
Aquellas personas sedentarias deben comenzar un plan de ejercicios de poca intensidad y duración, para luego aumentar en forma progresiva. Olvidando la prisa en obtener buenos resultados, se necesitarán varios meses para alcanzar una condición óptima para su edad. En todos los casos, es de suma importancia la realización previa de un chequeo médico completo para conocer la existencia o no de enfermedades cardiovasculares, musculares o articulares, a fin de prevenir la aparición de efectos indeseables que puedan corregirse. Cambiar los hábitos alimenticios, consumiendo una dieta nutritiva y equilibrada, adquiere la misma importancia que la actividad física en forma regular. Resultan extremadamente perjudiciales para la salud el consumo de tabaco, alcohol y cualquier tipo de drogas (excepto por prescripción médica).
La elección de un programa de actividades debe realizarse con mucho cuidado, con la dirección de expertos en medicina o educación física.
La fuerza es una capacidad neuromuscular que se puede desarrollar a lo largo de toda la vida. En los últimos tiempos, los especialistas consideran relevante el entrenamiento de la fuerza en la tercera edad, ya que permite prevenir accidentes evitando caídas a través de la mejoría de la estabilidad y la fortaleza de los miembros inferiores y la columna. Esto mejora la postura y logra mantener al adulto mayor y al anciano mucho más seguro.
Al evitar las caídas estamos previniendo una de las principales causas de muerte en la edad avanzada, que es el proceso que comienza con una fractura de cadera o de cabeza de fémur y deteriora la calidad de vida de la persona hasta provocar su fallecimiento.
También podemos a través del entrenamiento de la fuerza cooperar a mitigar los efectos de la descalcificación que provoca la osteoporosis que vuelve mucho más frágiles a los huesos al descender el porcentaje de mineral.
Una de las preguntas que los viejos hacen a sus entrenadores y médicos es si este tipo de entrenamiento es compatible con las patologías cardiovasculares y respiratorias, tan frecuentes en la edad avanzada. Todo depende de cómo se planee el entrenamiento y de la total personalización de ese plan.
El aumento de la esperanza de vida en la sociedad actual ha dado lugar a un aumento de la población en la franja de edad que hemos venido llamando “tercera edad”.
Existe pues una búsqueda de longevidad en nuestras vidas mediante el cuidado de nuestros cuerpos en todos los niveles. En este sentido, la actividad física es un factor que contribuye a la mejora de la salud y a una mejor calidad de vida en estas edades.
Una idea fundamental es que en la vejez se debe mantener una participación activa en los roles sociales y comunitarios para una satisfacción de vida adecuada.
También otro excelente ejercicio es el baile, ya que mejora el bienestar físico, facilita las relaciones interpersonales y favorece el desarrollo personal.
Existen algunos factores de riesgo para padecer enfermedades con la edad y la inactividad: alimentación excesiva, hipertensión, tabaquismo y alcoholismo, sedentarismo, osteoporosis, obesidad, estrés, soledad.
Entre los factores que retardan el envejecimiento, están el sueño adecuado, actividad física continuada, buena alimentación, participación social.
En cuanto a la resistencia, numerosas investigaciones al respecto afirman que la realización de un programa de ejercicio correctamente diseñado mejora la salud y disminuye el riesgo de padecer enfermedades cardiacas.
En general, se considera que una actividad física vigorosa regular produce mejoras en el individuo a cualquier edad.
Lógicamente se producen disminuciones asociadas con el envejecimiento, pero a pesar de ello los deportistas de edad avanzada pueden rendir a un elevado nivel.
El ejercicio físico también repercute de forma positiva en aspectos psicológicos. Las actividades deportivas incrementan la sensación de logro personal, los sentimientos de competencia y autoeficacia, aumentando los beneficios sociales y psicológicos que la práctica deportiva tiene en el bienestar de las personas mayores. Mejora el estado de ánimo, disminuye la depresión y ansiedad y reduce la sintomatología somática. Además, en los mayores con algún tipo de deterioro físico, la práctica deportiva aumenta la sensación de control y bienestar durante la realización de los ejercicios. La práctica de actividades físico recreativas en la tercera edad ayuda a mantener cuerpo y espíritu jóvenes.
A modo de conclusión, podemos afirmar que la actividad física en personas mayores mejora su condición física y psicológica, lo que conlleva a una vida más sana, más equilibrada, más alegre, más activa y más dinámica.
Para el próximo martes 21 de febrero, la Red de Personas Adultas Mayores realizará el baile de la amistad en las instalaciones de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos, en la calle de Galeana casi esquina con Rufino Tamayo, a las 4 de la tarde. Para mayores informes, 3131383, 3131384, 3647171. Están todos cordialmente invitados al festejo.