Seguramente quien tenga algo de cultura general, o bien, conocimientos sobre cine, sabrán quién es François Truffaut. Permítanme hacer algunas referencias básicas sobre este gran cineasta francés. Parisino, nacido en 1932 y fallecido tempranamente, a los 52 años, en 1984, fue director, actor, guionista y productor. Gran protagonista del movimiento de los años 50, denominado Nouvelle vague (Nueva ola). Truffaut fue un hombre creativo, gran lector de novelas y sobre todo con una visión muy independiente y original para la realización del cine. Junto con Cluade Chabrol, Jean Pierre Melville y Jean-Luc Godard, entre otros, e inspirados en el gran André Bazin, forman parte de este gran movimiento crítico del cine francés de la época.
Truffaut dirigió y en algunas películas, incluso, actuó. De ellas, hay tres películas que han sido muy importantes para mi formación profesional, tanto como psicoterapeuta como docente universitario. A saber: Los 400 golpes (1959), El pequeño salvaje (1969) y La piel dura (1976). Curiosamente esta última sólo la conocía en libro, la había leído con entusiasmo e incluso varias citas las había utilizado en algunos de mis escritos, referidos al desarrollo infantil y sobre todo en temas relacionados con la violencia que sufren los niños por parte de sus padres. Hace algunos meses leí, que en el cine club del Museo Brady de Cuernavaca, pasarían la película de Truffaut, La piel dura. Por supuesto que asistí y si el libro me había parecido excelente, la película-documental me pareció extraordinaria.
El tema fundamental es poder reconocer que los niños invariablemente son objeto de injusticias, de malos tratos, de abusos de diversa índole y aún así, ellos tienen la piel muy dura, de tal manera que, a pesar de todos estos hechos, los niños resisten los embates de la vida. Pero ello no implica que se hagan duros, insensibles, sino que pueden aguantar todo o casi todo, sin perder nunca la posibilidad de rescatarse, gracias a que tienen la piel dura. Y esto es justamente lo que nos pasa a todas las personas para salir adelante. No es un asunto que me suceda a mí en lo personal, sino como bien lo describe Truffaut, es algo propio de los humanos y que vale la pena tenerlo en cuenta. Las tres películas de este gran cineasta, a las que hago referencia, nos ilustran sobre el tema. En mis clases de psicopatología infantil y en algunos seminarios sobre violencia, he hecho referencia a estos trabajos cinematográficos y los he utilizado como objetos de análisis, desde hace ya varios años. Además, los fundamento con otros trabajos igualmente extraordinarios como los de Alice Miller, cuyos libros recomiendo ampliamente, tales como El drama del niño dotado, Por tu propio bien, El saber proscrito y La llave perdida, todos de la editorial Tusquets. O también los libros de la gran psicoanalista francesa Françoise Dolto, de quien tuve una profunda influencia en mi trabajo como psicoanalista de niños y adolescentes. Su aportación es verdaderamente fantástica, como sus programas de radio francés que después se convirtieron en libros, como Niño deseado, niño feliz, ¿Tiene el niño derecho a saberlo todo? y ¿Niños agresivos o niños agredidos?, de la editorial Paidós-Pomaire, colección Padres e hijos.
Como podrán darse cuenta, Piel dura, no tiene nada que ver con lo político, ni con mi función como ex rector de la UAEM, ni con sufrimientos de tipo personal. Y mucho menos con algún gurú o guerrero apache, al que esté emulando. Tiene que ver con usted, amigo lector, y con todos aquellos que nos hemos formado con la firme convicción de tener la piel dura, de ser fuertes; pero no de endurecernos, ni dejar de ser sensibles al acontecer humano y, por lo tanto, social. ¡Hasta la próxima!
Twitter: @Bilbao_pieldura E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.