Es importante que, gane quien gane, lo haga legítimamente, sin dudas, sin sombras. Es quizá la última oportunidad que tiene México de transitar en paz y verdaderamente a la democracia. Pero ésta siempre será incompleta, coja, frágil, si no se tiene en cuenta que su consolidación depende, en mucho, de tener un pueblo con educación y trabajo. Según los datos de la Secretaría de Educación Pública y del Consejo Nacional de Población (Conapo), de 9 millones 972 mil 483 jóvenes entre las edades de 19 y 23 años, en el 2011 sólo 3 millones 300 mil estaban cursando la educación superior, pero escolarizada sólo 2 millones 900 mil. Es decir, 6 millones 672 mil 483 muchachos y muchachas están a la deriva en este país.
La ANUIES les ha planteado a los Presidenciables, hasta conseguir el compromiso público, el llevar un crecimiento que alcance en el 2021, una matrícula de 5 millones 840 mil alumnos, lo que significa un aumento de 2millones 570 mil estudiantes en ese periodo, teniendo una cobertura de 257,000 alumnos por año, de los cuales 177,000 estarían en universidades públicas y 80,000 en privadas. A este ritmo de crecimiento, se llegaría en el 2021, a una cobertura, apenas del 60%, todavía por debajo del promedio de la OCDE, que es del 66%. Esa es la magnitud del rezago que tiene México en materia de educación superior. Por otra parte, en cuestión de empleo y comparándolo con la cantidad de profesionistas egresados cada año, tenemos los siguientes datos, dramáticos en sí mismos, que afectan a la juventud de nuestro tiempo. Veamos. Siguiendo la misma fuente de información, la SEP nos informa que, entre los años 2001 y 2010, egresaron de las universidades públicas y privadas alrededor de 370,553 profesionistas anualmente. En ese periodo se generaron alrededor de 4 millones de egresados y no así el mismo número de empleos. En ese lapso, del 2001 al 2010, sólo se aseguraron 1millón 533 mil nuevos derechohabientes (IMSS e ISSSTE), incluyendo los no profesionistas. Mientras que el número de egresados profesionistas es de una tasa del 4.8% anual, el Producto Interno Bruto (PIB) del país crece al 2.1% y el empleo formal crece al 1.5% al año. ¡Un gran déficit! Si a ello le agregamos que en los próximos 10 años tendremos anualmente un promedio de egresados de las diversas carreras, de alrededor de 544 mil 490 profesionistas, es decir, casi seis millones de jóvenes con conocimientos profesionales y tecnológicos que requerirán de nuevos empleos, el reto para quienes dirigirán el rumbo de México es y será mayúsculo. Todos, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota, se comprometieron a incidir en estos dos aspectos fundamentales para el crecimiento del país: educación y empleo. Tienen que actuar pronto y bien. Ser efectivos y eficientes. Ser y actuar honestamente desde el poder y transmitir esto a sus equipos de trabajo y a los ciudadanos. Ya no se tolera más la simulación, ni el engaño, ni la promesa incumplida. Ya no cabe la demagogia, ni la retórica. Los profesionistas, universitarios, comerciantes, empresarios, campesinos, obreros, medios de comunicación, jóvenes, sean del Yo Soy#132 o anónimos, no podemos permanecer pasivos e ingenuos, convenencieros en lo personal, a costa de los demás, calumniando y atacando, mintiendo, agrediendo y descalificando a quienes no forman parte del partido o del equipo ganador o perdedor. ¡No, nada de eso! Ya sabemos lo que se necesita en este país: ¡educación y más educación! Y en esto, no hay tregua que valga. No podemos seguir en el error y no marcar a la educación como la máxima prioridad. Por supuesto que no sólo la educación superior. Está claro que la revolución que se requiere en la educación y está por hacerse, es primordialmente desde la básica. Con o sin la Maestra. No es un asunto de personas, sino de estructuras. El próximo presidente, sabe lo que tiene que hacer. Seleccionar a las mejores personas, trastocar las inercias estructurales, convencer a los ciudadanos que no podemos seguir actuando como siempre y esperar mejores resultados para el bien de las mayorías. La República exige republicanos, que vivan y actúen como tales. ¡De eso se trata! El próximo domingo, espero que se inicie una nueva historia en nuestro país, y podamos gritar con profundo convencimiento: ¡Viva (este nuevo) México! ¡Hasta la próxima!