Los espacios de cotidianeidad de pronto se estrellan sin motivo mayor, puede ser una mirada de carro a carro, un empujón en el antro, caerle mal a alguno, el ajuste de un viejo pleito menor o estar en el lugar equivocado. Ya parece el azar. Así, de los grandes consorcios del narcotráfico de las últimas tres décadas, se percibe la fragmentación generadora de más violencia porque están posicionándose plazas en apariencia sin dueños.
¿En qué momento Morelos pasó la frontera? Eventos sobran, uno el de un alto jefe de un cártel, en diciembre del 2009. Hay muchos más. Pero no era un tema común entre la sociedad. Se decía, que había. Pero eran cosas de lustros, cuando menos a principios de los años noventas. Se notaban autos o camionetas o convoyes extraños, y la gente simplemente lo comentaba con desinterés. Todo cambió. Hoy hay incertidumbre y duele decirlo pero la sociedad se inhibe para las cosas comunes y opta por el autoencierro, profundizando la crisis económica, esa que hace huir a la gente, o la otra, la del miedo, que también los obliga a buscar nuevos horizontes y mejores condiciones.
Nunca lo habríamos imaginado. Hay muchos que jamás van a salir de aquí, ya porque no tienen cómo hacerlo, no vislumbran nada mejor en otra parte o es demasiado el cariño por la tierra y son temas que terminan con la ida física para aquí ser enterrado o esparcido lo que quede. La querencia. Sucede en entidades del norte donde han sorteado viacrucis y un tanto ha regresado la calma. O en apariencia en Colombia, que además de turístico, generó la percepción que se había acabado con cárteles, con capos, con droga, y parece un país en avance, incluso rico. La realidad es que algo sucedió y si quizá bajaron el número de organizaciones, la realidad indica que hoy, más que en su historia, Colombia es el principal productor de drogas como cocaína y heroína. Cambiaron, eso sí, su rostro hacia afuera y generaron condiciones internas. Lo lograron. Es su mérito, aunque en el combate a las drogas, nada pasó y tuvieron un incremento.
Un tema desde hace cinco años más o menos es criticar al presidente Felipe Calderón y su política de combate a las drogas. Eso va a seguir. Las constantes defensas que hacen oficialmente nunca van a cambiar el estado y la realidad con miles, decenas de miles, muertos. Se hizo una costumbre señalar a Calderón y su gobierno y que éstos dos respondieran con cerrazones. Hoy ya se van, cada vez falta menos, la gente común abre sus expectativas en los nuevos gobiernos en sus diferentes niveles, como cada seis y tres años. Es otro ejercicio. Pero es notorio que los grupos delincuenciales van también al día, con información y generando compromisos.
Sí, lo repetimos, es un problema general, de falta de oportunidades de escuela, de empleo, de padres irresponsables y hasta orgullosos que sus hijos entren a pandillas, predomina la ignorancia, es un cóctel venenoso donde la responsabilidad es compartida con los gobiernos que, ha quedado claro, se coluden o evitan el combate al flagelo. Una sociedad en estado de indefensión, es el hecho, ya centrada en conocer el acontecimiento del día o los sucesos. Y Éstos no escasean. Pero nunca puede rendirse en un marco social como el que vivimos los morelenses. Como bálsamo nos dicen que no estamos en el primer lugar... “pero sí entre los cinco primeros estados”. Y somos 32 en el país. Mala calificación. Y territorialmente no representamos gran cosa, no sabemos si el tres, dos o cinco por ciento. No vamos más allá. Pero eso sí, somos una tierra llena de prodigios naturales. Y lo somos. Sólo que cada vez se disfrutan menos.
En actos que nos impresionan del mismo tono:
1.- Un joven de 36 años, hijo y nieto de una familia reconocida, sin carencias, digamos que más allá de la clase media, que encabezaba una banda de secuestradores y asesinos, capturada por la Policía Ministerial y con elementos que (a pesar de que los medios han callado al respecto) la justicia debe aplicar severamente.
2.- El ataque a una fiesta la tarde del domingo en las afueras del balneario ejidal Las Fuentes, a unos 300 metros del cuartel de la Policía de Jiutepec, donde al momento van tres muertos y varios heridos, autoacreditado por un grupo delictivo.
No es fácil que Morelos vuelva a ser El Paraíso… pero tampoco hay que vencerse antes de tiempo. ¿Cómo? No lo sabemos, pero no hay como mantener la esperanza, porque la realidad es muy dura y las promesas ya no entran. De todas maneras, la evocación del amigo y maestro Carlos Reynaldos Estrada (que como buen gladiador, sigue tirando golpes y está en la pelea) a su frase de los tiempos de Jorge Carrillo Olea: “¡Ya Basta de Realidades!¡Queremos Promesas!”.