Seguro está el columnista que no terminan por enterarse que si bien aquí hicieron todo para perder el gobierno del Estado, al desasear en extremo el proceso interno, a nivel federal los priistas ganaron con Enrique Peña Nieto. Se pensara que el mexiquense está enojado, decepcionado, dolido con los actos irresponsables antes y durante la campaña local, pero seguro que sus ideas están mucho más allá. Peña sabía que Morelos era incierto y no quiso perder la atención de regiones álgidas con mayor número de votos, por ser árbitro de una pelea estéril entre los ineficaces que se peleaban y dejaron de hacer todo.
En efecto, Peña Nieto será cortes con el gobernador Graco Ramírez en el reparto de las posiciones federales, las del mexiquense y su administración, pero tiene compromisos locales, porque en un recuento de números, los priistas locales con todo y la derrota clara de Amado Orihuela Trejo, fueron la entidad de menor ajuste donde ganó Andrés Manuel López Obrador. Es decir, donde estaba cantada la victoria del tabasqueño, en Morelos fueron más allá de los números esperados. En la casa de EPN sabían que no ganaban en una entidad que hasta ese julio fue netamente lopezobradirista, igual que seis años atrás. Ser perredista es otra cosa, distinta y distante. Es lopezobradorista. Eso estaba en el Atlas de Riesgo del equipo peñista, como lo era también que casi un mes antes se advertía que Amado iba en tal descenso que era imposible reencarrilarlo a la pelea. Fue una derrota anunciada con anticipación la local, y los puntos alcanzados en el cotejo con López Obrador, indica que en Morelos hay una base priista importante y que el inminente presidente de México los anota y considera.
Toca el punto Samuel Palma César, de los priistas más estudiosos, conocedores e institucionales –que, anótenlo, lo ubicarán en un sitio de acuerdo a su tamaño, bueno— pero hay muchos más priistas que a partir de su trabajo en el gobierno federal, en su tierra, podrán rearmar el tinglado que los coloque en la pelea en dos años y fracción. En frío, pareciera que lo de la campaña anterior, fue diseñada con todas las agravantes para ser arrasados, pero hay un dato importante: la distancia de Graco con Amado no admite siquiera duda, pero la de Peña con Andrés Manuel indica que hubo avances en la presidencial entre los priistas y eso no fue el trabajo de los que sí lo hicieron, sino además el carisma y la tarea previa del ex gobernador del Estado de México.
¿Qué necesitan los priistas? Espabilarse, levantarse de la cama, enterarse que aunque en la entidad perdieron, han permitido a Jorge Morales Barud refrendar Cuernavaca capital y que el gobierno federal, todo el país, incluido Morelos, lo ganó en conjunto su compañero Enrique Peña Nieto. Que existen liderazgos dormidos o hibernando por la sorpresa, que no han tenido tiempo o no saben cómo hacerlo, para que se enteren no sólo del número de delegaciones federales donde el presidente meterá a sus correligionarios porque le corresponde y está comprometido, sino el número de posiciones donde pueden contribuir priistas con experiencia y a los que les deben cumplir. Es un abanico real, que ahí está, a su disposición en unos cuantos días, antes que cante el gallo.
Así entendemos el anuncio de Samuel Palma César, como el toque para entrar a clases, el timbre de ingreso al trabajo o la campana que anuncia la pelea para luchar por el ingreso de la familia a partir de un trabajo en favor del que será presidente de México. La pregunta obligada: “¿los líderes naturales, los personajes priistas de ayer y de la sobrevivencia hoy, la base joven e impetuosa lo saben? Ya sonó la campana. Que no digan que ni hubo quien les anunciara. Palma lo hizo, lo demás es cosa de todos.
Corripio con lustre e Ilustres
Bueno, a partir de la columna de ayer que mencionamos al por siempre dirigente de los lustradores de calzado de Cuernavaca, Alberto Corripio, nos llama uno de los personajes más conocedores de la historia de esta ciudad para darnos a saber un dato interesante:
La familia Corripio –Alberto, sus hermanos— son sobrinos nietos directos de Monseñor Norberto Corripio Ahumada, anterior Arzobispo Primado de México. Son, como se ve, una estirpe que da lustre a todos y con gente ilustre en su interior. Modestos, porque nunca pregonaron esos parentescos. Siempre trabajando y con el compromiso de conservar el oficio y llevarlo, como lo han hecho, en la ruta de la dignidad.