Claro que puede ser lo de menos lo que digan o no los panegiristas de un ciudadano harto o de un(a) dirigente social, pero si revisamos con detalle lo que sucede en Morelos –no en el mes y días que lleva Graco Ramírez—sino en los últimos cinco años para ser más precisos, la vida nos cambió a todos los morelenses, nos la cambiaron. O qué habrá pasado que no podemos recobrar el semblante. ¡Cuánto daño ha recibido Morelos en este tiempo! Es impresionante.
Quién no quisiera que regresen los días de tranquilidad y disfrute de lo que tenemos gracias a la naturaleza. También lo que se logró en tiempos si no de bonanza, sí de eficaz administración pública. Hoy parece un sueño lejano. Muchas familias hemos sido parte del gran dolor de las pérdidas cercanísimas, una condición que no desea el columnista –ni quienes viven con él y cerca— lo viva nadie. Es notable la desconfianza, evidente la sensación de temor, se huele y se siente el miedo.
Por ello, la cifra de las 13 mujeres muertas violentamente, feminicidios claro, nos inquieta, molesta, y debe ser una razón para empujar en la vía del regreso al Morelos perdido. Que cada quien lo haga en su parcela, pero si los gobiernos no han podido y al contrario se han entregado a la delincuencia organizada y común, que la sociedad no se rinda. Por lo mismo, los intentos de sometimiento que panfleteros a sueldo realizan con activistas sociales, con líderes y dirigentes feministas, hay que tirarlas al caño. La intención es quitar el ánimo y la recuperación del Morelos perdido, va adelante.
La querencia
No hay necesidad de voltear a ver hacia el poder gubernamental para entender que la situación en lo general no es buena. Cuestión de revisar los medios que no están entregados en su totalidad al gobierno en turno para entender que la lucha será complicada, y que le espera a la sociedad local subir escaleras hasta ver la luz en la superficie. Se han observado síntomas de intolerancia por parte de los mandos máximos de la administración, incluso el mismo gobernador Graco, luego de sacar su naturaleza crítica, ha tratado de enmendar la plana, como es el caso de los maestros institucionales (que tienen tal fuerza que lo vivimos hace algunos años, desmoronando a la administración adamista, sea la tendencia que sea).
Ya algún colega ha sido regañado públicamente por “ser imprudente”. No son buenos avisos. Sin embargo, conociendo un tanto el trabajo político de Graco, los tamaños que sabemos tiene, nos colocamos en la línea de lo que él llama el beneficio de la duda, de que va a hacer un buen gobierno. No son halagüeñas las primeras acciones como blindar el Palacio de Gobierno y los cristales de la oficina del mandatario, pero también debe tomar sus precauciones. De eso Graco conoce a personajes de la milicia y de la seguridad nacional que seguramente le han orientado, pero se evidencia el ambiente en el entorno del gobernador y tiene un efecto serio en el resto de la sociedad, indefenso, atemorizado y sin esperanzas de solución.
No es el envío de buenas señales, aunque lo repetimos, el círculo del gobernante debe ser cuidado. Quizá estas medidas sean un aviso de que, en efecto, en los siguientes 17 meses se terminará con la problemática delincuencial. Y si el gobernador Ramírez Garrido Abreu se va a fortificar, al pueblo-pueblo sólo que nos avisen para alcanzar a buscar resguardo.
Hay que leer a Guillermo Cinta
Sin desperdicio la columna en la edición de ayer en este diario de Guillermo Cinta Flores (¡¡¡Quihubole ese Sicópata!!!) con el tema de Huexca. Cualquier duda que un servidor tenía, se esclareció. Toca todo, las necesidades, los riesgos y, un aderezo importante, los negocios y quiénes los hacen. Muy bien.