Casi paralelamente al intento por matar a Sánchez Farfán, en la colonia “Otilio Montaño” irrumpía una policía judicial encabezada por su jefe, un probado asaltabancos y narcotraficante llamado Luis Villaseñor Quiroga (aprehendido en la administración de Lauro Ortega Martínez por la primera actividad y luego perdido en la vida policíaca), y baleaba a Alfonso Soto García y su familia, llevándoselo herido. Lo enviaron al penal de Atlacomulco y detuvieron de esa manera a otros colonos, uno de ellos Alfredo Nava Meza. Eran los dirigentes de los colonos y había que reprenderlos por frustrar el negocio del gobernador y su jefe de obras. ¿Dónde estaba la prensa? Bajo el control gubernamental. Algunos corresponsales buscábamos dar la tarea de equilibrio publicando todo lo alcanzable --un servidor en El Universal, el maestro (q.e.p.d) Alfredo Ibarra Bobadilla en Excélsior, Simón Hipólito Castro en Unomásuno— pero aquí en la entidad no se publicaba lo que la sociedad completa sabía.
“El Texano” presuntamente fue encarcelado pero no duró ni un par de días en prisión luego de darlo de alta. Fernando Sánchez Farfán, nos dicen que por ahí anda y aprovechamos para enviarle un fuerte abrazo de paisano y amigo. Alfonso Soto García desde el penal nunca habló, se conocía que tenía fuertes amenazas en contra de su familia y era reprimido a través de sus carceleros. Con Alfredo Nava Meza nos conocimos en ese mismo 1981, cuando a través de una llamada a la redacción de un diario donde laborábamos nos buscaban, eran un grupo de presos encabezados por Julio César López (se hizo famoso porque le llamó al prepotente delegado de la PGR, César Augusto Monteverde o algo parecido, para anunciarle que en el lugar donde comiera o tomara café en las siguientes 24 horas del día se llevaría su apantallante Mustang, lo que hizo en la calle de Gutenberg, mientras el funcionario se tomaba un trago en el Harry’s Bar) encarcelado por robar autos, nos citó en el penal de Atlacomulco, “porque sabemos que nos pueden ayudar para que se conozcan las anomalías en el penal”.
Estuvimos puntuales con los finados colegas José Luís Rojas Meraz “El Negro” –un maestro de la nota roja todavía inalcanzable—y el querido “Tantor” Damián Jiménez Cadena. Rápido nos conocieron los celadores, pusieron trabas, discutimos, y entramos para platicar con cuando menos 15 presos en más de cuatro ocasiones. Uno de ellos era Alfredo Nava Meza, el que nos decía que Alfonso Soto no podía conversar con la prensa, “hay amenazas fuertes, pero yo quiero hablar”. Otros personajes en prisión que contaron sus problemas y la presión de autoridades carcelarias y del gobierno como una bella mujer, Elena Walquiria, dueña de una casa de citas acusada del secuestro y homicidio del empresario Antonio Salún Salún y otros más. El diario local la publicó a ocho columnas al día siguiente, era la primera de tres notas numeradas, y El Universal en la ciudad de México le daba espacio en sus páginas interiores en buen sitio. Al no salir la segunda parte, El Universal le dio entrada en su portada a las dos siguientes partes. Era una nota importante. Los presos no únicamente denunciaban los abusos de las autoridades, sino cómo desde el penal se manejaba el tráfico de drogas hacia afuera, por escoltas del entonces gobernador. Hubo ausencia de malicia reporteril, porque la represión se vino encima por la parte más delgada, en ese momento los reos.
A Julio César López lo colgaron de los brazos durante horas en una crujía. Fue obligado el cese de los responsables del área de readaptación social encabezada por Jaime Vallado y el director del penal Manuel Ervey Adame. No se conoció más del asunto hasta entrado el año de 1982 que el reportero de Proceso, Francisco Ortiz Pinchetti nos comentó que tenía un informe de Amnistía Internacional en un tema que había tratado meses atrás. Lo vimos: Alfredo Nava Meza con el que conversamos por noviembre de 1981 había sido asesinado semanas después, pero oficialmente seguía preso.
Buscamos a su familia sin resultado, su abogado no supo qué decir y regresamos al penal para saber de él. En efecto y con pena conocimos que otro preso, un asesino de un poblado de Tepoztlán llamado Cliserio Luna Fajes, lo acuchilló por encargo del gobierno –eso decía el informe de Alfredo-- cuando Nava Meza caminaba por la cancha de futbol del penal de Atlacomulco. El tal Cliserio era sacado del penal por las policías estatales para trabajos sucios, eran crímenes perfectos, porque luego lo regresaban a la zona administrativa del reclusorio. Era el mes de febrero de 1982, tenía tres meses que lo asesinaron y oficialmente seguía preso. Alfredo era un hombre de bien, dirigente social como el ayudante municipal de Huexca, Alejandro Estudillo.
La revista Proceso y el recién salido diario local tamaño casi cuaderno Opción lo publicaron casi simultáneamente.
No decimos que suceda lo mismo con el proyecto de la termoeléctrica en Huexca, eran otros tiempos aunque la impunidad hoy es mayor. Son símiles de temas donde se involucran los poderes del dinero, de la política, con pretextos de modernidad o, en realidad, beneficios que la gente común no entendemos. Que se informe como tiene que ser, que se echen a andar los aparatos del Estado para este tipo de acciones sin que aparezca el de la represión ni descalificaciones previas, tampoco que se actúe con intolerancia. Alejandro Estudillo Flores es citado dos y más veces por el MP federal. Alfredo Nava Meza estaba preso por defender su colonia en contra de un negocio de particulares con el aval del gobierno estatal. Solamente colocamos en la mesa la historia que muchos que hoy detentan el poder no conocen. Incluso no han tomado el pulso del club de golf, de la aparición de los 13 pueblos, del parque Los Venados en Jiutepec, de asuntos donde la sociedad está totalmente involucrada. Y en ocasiones, la mayoría tiene la razón.
Si son beneficios los que trae el proyecto de Huexca, sencillo: primero que convenzan a todos y luego si gustan que le informen a los demás, y que todo se haga en los cauces no de “su ley” –hablamos de los gobiernos—sino del bien común de los morelenses. ¿Es mucho pedir?
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Hey
Recordando lo negro del México autoritario, como una expereincia que todos no… Compartelo!