Son creadas por los campesinos para adornar casas y oficinas.
Cuautla.- Al mismo tiempo que se desarrolló el cultivo de arroz en el estado de Morelos, hace más de 160 años, se gestó también la tradición de elaborar artesanías con la espiga de la planta de este cereal, por parte de los campesinos y cuidadores, para aprovechar su tiempo libre.
Así surgen las “palomas”, los “cocoles” y los “caracoles”, como se les conoce en los municipios de la región oriente de Morelos a las artesanías elaboradas a mano, principalmente por los trabajadores “espantapájaros”, quienes así llenaron sus espacios al mediodía, cuando los pájaros dejan de comerse los granos de las espigas y se suben a los arboles a sombrearse.
Por su belleza, estas manualidades empezaron a ser muy apreciadas por las familias dedicadas al cultivo del arroz, quienes empezaron a utilizarlas como regalo o para adornar sus casas, las oficinas o las instalaciones del molino de arroz.
Así lo relata Francisco Alanís Gómez, vocal ejecutivo del Consejo de Administración de Arroceros del Oriente del Estado de Morelos, quien recuerda que desde su infancia, estos adornos naturales elaborados con las espigas de arroz verde eran muy solicitados para regalarlos a los visitantes distinguidos cuando había desfiles cívicos o fiestas tradicionales.
Señala que es durante los meses de agosto, septiembre y octubre cuando se elaboran, que es la época de cosecha. “Los hace mucha gente que se dedica al arroz, desde productores como trabajadores, pero antes toda la mano de obra la hacían los ejidatarios y se ha conservado la tradición de hacerlos como artesanías para regalo, cuando viene gente importante. Se hace en la época de cosecha que no está muy madura la espiga, para que no se despegue el grano de la espiga y hay que tratarlo con mucho cuidado”, detalló.
Alanís Gómez destaca que durante esos meses, la espiga del arroz se empieza a llenar, por lo que aumenta la presencia de pájaros que buscan alimentarse del grano. “Entonces se pone un pajarero ahí y en los espacios libres cuando está el sol fuerte, los pájaros se van a sombrear a los árboles, entonces en ese espacio del mediodía, además de hacer sus labores de vigilar las parcelas, se ponen a hacer sus artesanías para recuerdos”, explicó.
Recuerda que en la actualidad pocos conservan esa tradición, que viene desde mediados del siglo XIX. “Yo creo que viene desde que se sembró por primera vez el arroz aquí en Morelos; desde 1848 a 1860 ya se sembraba arroz a través del ingeniero Ricardo Sánchez que venía de Jalisco y que sembró por primera vez el arroz en Morelos”, señaló.
En la actualidad estas artesanías solo se pueden encontrar en algunas casas de los productores o en las instalaciones del molino de arroz Buena Vista de Cuautla, que es de los últimos que aún quedan en Morelos.