Adriana López Mariscal, propietaria de uno de los casi extintos videoclubes, señaló que “resulta inexplicable el hecho de que los puntos de venta de material ‘pirata’ se mantenga por sobre los distribuidores de material original, con el consiguiente daño a productores y dueños de los derechos de autor”.
De acuerdo con datos recabados por la quejosa, “nuestro país ocupa el tercer lugar mundial en la producción de filmes ‘piratas’, después de Rusia y China; lo que representa para la industria cinematográfica nacional una pérdida anual de 330 millones de dólares”, comentó.
“Desde 2004, debido a las facilidades que otorgan nuevas tecnologías, se han incrementado de manera significativa los puntos de venta de todo tipo de películas y música, sin que haya un control sobre este fenómeno”, detalló.
“Es un secreto a voces que el material proviene del Distrito Federal, en el barrio de Tepito, de donde se toma como ejemplo para llevar a cabo la venta sin menor problema.”
El caso es que incluso este material trae advertencias en contra de la piratería, lo que, dijo, “es porque se copian completas las películas que posteriormente se comercializan a precios que incluso son más bajos que el hecho de llevar a cabo la renta del mismo material; lo que demuestra que ha crecido la cultura de la compra de esa tipo de discos”.
Destacó que “hasta hace unos meses, la presencia de estos grupos era en mercados bien identificados y sus inmediaciones; sin embargo, al paso del tiempo, la venta se realiza en los hogares y en cualquier espacio de la calle, lo cual resulta preocupante, porque fácilmente habría hasta 500 puntos de venta”, denunció.