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Orquesta balcánica silencia un mal tango

Croacia derrotó 3-0 a Argentina, en juego del Grupo D; los europeos aseguraron su calificación a la ronda de Octavos de Final, mientras que los albicelestes quedaron al borde la eliminación.

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Ante Rebić, Luka Modrić e Ivan Rakitić asestaron tres puñaladas en el de por sí golpeado corazón de Argentina. Croacia destrozó a los albicelestes y los dejó al borde una eliminación que sería escandalosa.

Después del sorteo de diciembre, todo apuntaba a que Argentina no tendría problemas para apoderarse del grupo en el que le tocó, pues Croacia, Islandia y Nigeria no representaban rivales que pusieran en peligro la calificación a la siguiente ronda, ni siquiera el liderato del sector para los sudamericanos.

Aunque con dudas, Argentina llegó a la Copa del Mundo Rusia 2018 entre las selecciones favoritas para hacerse con el campeonato. Sin embargo, apenas en el primer partido hizo más grande la incertidumbre: empató a un gol con la modesta selección de Islandia, que se paró valiente y defendió el resultado con más voluntad y orden que buen futbol.

Ayer se presentó ante una Croacia que en los últimos años ha resultado gitana. Si bien los balcánicos poseen talento mayúsculo en cuanto a individualidades, el juego de conjunto no los coloca entre los aspirantes a ganar el Mundial. Pero este jueves dieron un golpe sobre la mesa.

Los croatas saltaron a la cancha a sabiendas de que un triunfo los pondría en la siguiente ronda. Pese a que ganaron 2-0 en su debut, el futbol desplegado en ese duelo ante Nigeria no les alcanzó para lucir como favoritos ante Argentina.

El primer tiempo fue parejo, sin un claro dominante. Ambos equipos tuvieron opción de marcar, pero ni Enzo Pérez ni Mario Mandžukić tuvieron puntería: el primero erró prácticamente sin portero; el segundo no atinó un cabezazo que ejecutó sin marca y el balón se fue junto al arco.

Entre intentos poco claros se agotó el tiempo de la primera mitad y ambas selecciones se fueron al descanso.

El segundo tiempo fue una pesadilla para los dirigidos por Jorge Sampaoli. Luka Modrić tomó la batuta, junto con Rakitić, y comenzó a dirigir a los suyos, que de a poco buscaban taladrar la defensa argentina.

En un intento por dañar la meta albiceleste, Croacia lanzó un ataque. Pero el balón fue controlado por la defensa. Mercado devolvió un balón fácil al portero Willy Caballero, ante la presión de Ante Rebić, que no perdió de vista la jugada.

El guardameta buscó devolver a su compañero Mercado, pero golpeó mal el balón y éste fue impactado de bolea por Rebić para abrir el marcador con una definición excelsa, al minuto 53, ante la incredulidad de los argentinos que estaban en la tribuna.

Maradona miraba las acciones desde la tribuna, con su eterno gesto compungido y la pasión que no sabe guardarse. Sampaoli comenzó a dar muestras de angustia y recorrió cada centímetro del área técnica.

Argentina se lanzó al frente en busca de igualar el marcador. Como un fantasma, Messi se aparecía de cuando en cuando, con esfuerzos poco fructíferos, ante la apatía de sus compañeros que corrían sin idea ni la pasión que en otros tiempos, otros hombres, derrochaban en la cancha.

Ni la entrada de Higuaín y ni la de Dybala significaron un revulsivo para los sudamericanos. De a poco, Luka Modrić, Ivan Rakitić y compañía tocaron la pelota para anestesiar a Argentina y aprovechar las descolgadas con miras a sentenciar el duelo.

Llegado el minuto 80, Lukita se acercó al área grande; buscó hacerse paso, pero la defensa intentó impedírselo. Después de algunos amagues, sacó un poderoso derechazo a media altura que perforó la portería argentina por el palo izquierdo de Caballero, cuyo lance sirvió para darle más color a la anotación.

El rostro de Sampaoli era el de un hombre que sabe todo perdido, que ninguna esperanza valdrá para alejar la realidad. A su vez, Maradona parecía que pronto derramaría el llanto al ver que el representativo al que hizo campeón del mundo en México se desmoronaba en la cancha de Nizhni Nóvgorod, sin futbol, sin ideas, sin alma.

Pero faltaba más. En el minuto 90+1, Ivan Rakitić disparó desde fuera del área un zapatazo raso que fue desviado por Caballero, pero el rebote cayó en los botines de Mateo Kovačić, que no perdió tiempo para entregarla a Rakitić, quien empujó al fondo frente a las figuras estáticas de Argentina.

Cuando el árbitro pitó el final, la música emanada de la orquesta balcánica ya había silenciado las notas de un mal tango; amargo, sí, pero sin la sangre de Gardel.

 

 

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Jorge Arturo Hernández

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