La noche del 31 de diciembre es como cualquier otra para los afganos, un país que se rige por el calendario lunar, donde el último día del año solar no es sinónimo de alegría en medio de los destrozos de la guerra y la grave crisis humanitaria.
La cuenta atrás de medianoche, o el abrazo entre amigos es distante de la cultura y la tradición afgana. Este año será aún más simple, con la caída de Kabul en manos de los talibanes el pasado agosto, la retirada de las tropas americanas, y la evacuación de la mayoría de los extranjeros, queda muy poca gente con algo que celebrar en el país.
En los últimos 20 años el Año Nuevo apenas si se dejó ver en pequeñas celebraciones dentro de las bases de las fuerzas extranjeras, pero con su retirada este año en agosto esas felicitaciones también terminaron.
Incluso los deseos de “prospero año nuevo” entre los afganos son un hábito adquirido por aquellos que, de alguna manera, estaban vinculados a los extranjeros, y particularmente a las tropas foráneas.
Ahora estos mensajes solo se limitaron a breves comentarios en las redes sociales para felicitar a sus amigos extranjeros.
Este año 2022, al igual que la mayoría de los trabajadores y organizaciones extranjeras abandonaron Afganistán, los mensajes públicos también desaparecerán.
En su lugar, los afganos celebran tradicionalmente el Nowruz (Año Nuevo Lunar), que es una fiesta tradicional de la primavera que comienza el día del equinoccio y marca el fin del duro invierno.