El número de muertos por las fuertes lluvias que provocaron aludes e inundaciones en la ciudad brasileña de Petrópolis subió a 176, confirmó este lunes la Defensa Civil.
Con el alza de decesos, la tragedia desatada el 15 de febrero se convirtió en la más mortífera de la historia de esta urbe del estado de Rio de Janeiro.
Los rescatistas y los habitantes con familiares desaparecidos continuaban excavando entre montañas de lodo y escombros en esta localidad del sureste del país, en un escenario que el presidente Jair Bolsonaro describió el viernes como “casi de guerra”.
El número de desaparecidos disminuye a medida que se identifican los cuerpos recuperados y las familias logran encontrar a parientes sanos y salvos a quienes temían perdidos en el caos que siguió a la tormenta y al alud, explicó la policía.
Hasta el momento se han identificado 124 cuerpos, incluidos 28 niños, dijeron.
Por otro lado, el papa Francisco envió un mensaje de condolencias el domingo después de la oración del Ángelus en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
Cabe señalar que el martes fue la última de una serie de tormentas letales que han azotado a Brasil y que según los expertos empeoran con el cambio climático.
En los últimos tres meses, más de 200 personas han muerto a causa de las fuertes lluvias, principalmente en el estado de Sao Paulo, en el sureste del país, y en el de Bahía, en el noreste, así como en Petrópolis.
“Megaoperación de limpieza”
Las lluvias convirtieron las calles en furiosos ríos que arrasaron árboles, automóviles y autobuses, y provocaron aludes en los barrios apostados en las laderas de las montañas que rodean esta ciudad de 300 mil habitantes, ubicada a unos 60 km al norte de Río de Janeiro.
En unas horas cayó un volumen de agua equivalente a un mes de lluvias sobre Petrópolis, una pintoresca ciudad turística que fue capital veraniega del imperio brasileño en el siglo XIX.
La ciudad llevaba a cabo este domingo lo que llamó una “megaoperación de limpieza”, con la ayuda de 370 trabajadores enviados como refuerzos desde las vecinas Río de Janeiro y Niteroi.
Al menos 856 personas resultaron damnificadas y fueron alojadas en refugios de emergencia, agregó el alcalde.
El cementerio central de la ciudad era escenario de un flujo constante de entierros de las víctimas, por lo cual el gobierno local debió solicitar sepultureros adicionales de apoyo.