En medio de una intensa ola de frío, los equipos de rescate chinos continúan trabajando sin descanso para encontrar sobrevivientes después del devastador terremoto que sacudió las provincias de Gansu y Qinghai, en el noroeste del país.
El sismo, de magnitud 6.2, golpeó la región la noche del lunes, dejando un saldo de al menos 126 personas fallecidas y 734 heridas.
Las bajas temperaturas, que alcanzan hasta los -14 grados centígrados, están dificultando las tareas de rescate, según testimonios de rescatistas. Además, la complicada topografía montañosa de la zona afectada está haciendo que el acceso sea aún más complicado.
La prensa oficial informa que al menos 20 personas siguen desaparecidas, y los equipos de rescate están utilizando drones, excavadoras y topadoras para tratar de encontrarlas a pesar de las difíciles condiciones meteorológicas.
“Las 72 horas posteriores a un terremoto, cuando es más probable rescatar a los supervivientes, se podrían acortar por el mal tiempo, con lo que las víctimas atrapadas se enfrentan a un mayor riesgo”, indicó la agencia estatal Xinhua.
El gobierno chino y el Ministerio de Gestión de Emergencias han declarado una respuesta de nivel II ante la catástrofe. Se han enviado médicos y suministros médicos a la zona afectada, que incluye el condado de Jishisan en Gansu y la ciudad de Haidong en Qinghai. Además, más de 2,000 bomberos han sido desplegados para las labores de rescate.
Las Fuerzas Armadas también están participando en las operaciones de rescate y asistencia. Beijing ha asignado una suma de 200 millones de yuanes (aproximadamente 28 millones de dólares) para hacer frente a la emergencia.
El terremoto ha dejado a más de 150 mil casas dañadas en la región de Jishisan y ha causado interrupciones en los servicios de agua, comunicaciones y electricidad.