Este folclor tan nuestro, obviamente, que lo tenemos que preservar, pero no queremos imaginar el tipo de campaña mundial que hay que desplegar para que nos visiten los que ya no vienen, turistas de todas partes. Muestra, además, la pobreza de propuestas de uno de los candidatos y el tamaño de su vertebración política. Sabe el columnista que este tipo de espacios favorecen a Yáñez, porque debiéramos ocuparnos de temas trascendentes, sin embargo es un personaje público, aunque menor, y es un candidato en la búsqueda de la consolidación del proyecto familiar y no de mejoría en las condiciones del Estado de Morelos. Piensan este tipo de personas que tratan con gente sin criterio, no respetan a los demás, a quienes van a votar.
El muchacho Yáñez podría estar en formación, pero se notan sus prioridades: son familiares y económicas. No le van a poner el dedo a nadie, así por así. Que respeten. De por sí la vida política está pobre y con este tipo de "revelaciones", vamos a tardar en regresar a, cuando menos, el manejo con oficio. Como que ya estuvo de personas que se creen políticos nos llenen de ocurrencias, de latidas, de a lo mejor, de seguramente. De nuevo: que respeten.
Claro que hay miedo
¿Cómo ocultar el miedo casi general? ¿Hay forma de decirle al ciudadano común que no pasa nada, que todo está en orden? Los medios cumplimos con nuestra obligación parcialmente, no se dice todo lo que sucede, ya porque las autoridades lo ocultan o porque es tan abierto que el riesgo es latente e inminente. Dicen que la Ciudad de México es en este momento de las más pacíficas del país, que se ha invertido el viejo terror al DF y sus calles, porque la violencia mayor, excesiva, de 70, 50, 8 o un muerto en ajustes o presuntos ajustes de cuentas, que por la disputa de territorios, que por viejas deudas y agravios, se libran ahora en la provincia. No pasa del corredor la información real, la fuerte, aunque la permitan. El reportero de la fuente aprendió a callar, son humanos, tienen familia, querencias y sentido común. ¿Sabe, querido lector, que se multiplican las entidades cuyos periodistas se inscriben en un código personalísimo de no meterse en informaciones que tengan que ver con la presunción de la delincuencia organizada, sí, por la pura presunción?
Diría Manuel Buendía en su histórica conferencia del 15 de abril de 1983 en la UAEM, establecía: "en la provincia las aceras se hacen más estrechas, el periodista cruza la esquina y se encuentra con el comisario, policía, delincuente o funcionario que fue razón de su nota. Se hacen pequeñitas las banquetas".
Hace muchos años, 30, 20 todavía, se decía que aquí operaban o vivían los señores dueños de las organizaciones. Morelos siempre ha sido una entidad de paz, buenos anfitriones, turística, comercial, agradable, bohemia y con un clima que sigue siendo de privilegio. Los reporteros conocimos a comandantes policiacos que al mismo tiempo eran jefes del contrabando, como Rafael Aguilar Guajardo, segundo jefe del Cártel de Juárez, entre finales de los setentas y principios de los ochentas. Era policía originalmente. Posteriormente sólo se decía, de oídas, que Amado Carrillo y “El Azul” por acá vivían. Eso el reportero y el ciudadano común lo desconocían. Todavía se llegaba a escribir sobre la presunción. Pero a partir de esos años noventas, su primer lustro, todo se perdió, hasta casi 15 años después que se soltó la matanza entre los mismos miembros de los grupos en disputa o de las fuerzas federales. La prensa dio cuenta de hechos consumados, su función no era, ni es y esperemos que nunca sea, de brindar servicio a autoridades locales que evidentemente no funcionan. Y a las federales nunca las conocemos por su rotación y porque el periodista no va a reuniones donde no los invitan. Eso no tiene ni tres años que tienen a la entidad en vilo y con una mala fama pública que no se merece.
No parece un deslinde, cuando menos particularmente lo es del que escribe, que obligado y determinado a vivir en su tierra, no irse nunca de ella y no entrometerse en lo que desconoce, se preocupa que no solo persista la amenaza o la posibilidad que asesinen periodistas sino que se siga manejando a nuestra tierra como sin ley, sin orden, incapaz y que tengan que venir apoyos federales para que las cosas cambien. Si es una acción para bien, que vengan, pero si la sociedad local va a estar en medio de dos frentes, sin respaldo de nadie, que nos dejen estar tal cuales. Luego sale peor el trapito que el remedio. Ya se siente la presencia de soldados y agentes federales en las calles, nos acostumbramos y sabemos que debemos respetarlos, pero el objetivo de ellos son los delincuentes, los que están organizados, y eso debe quedar bien claro, que ninguna duda se estacione. No hace mucho, menos de 20 años, llegó un gobernador que en su estilo de hablar parecía que ordenaba. Por ahí no faltó quien le escribiera que Morelos no es un cuartel, ni levantaba a su gente al toque del clarín, ni los llamaban de igual forma a "rancho". Que tenía que ganarse el respeto de los demás con buenas acciones. Se tuvo que ir prematuramente. Y no era mala persona, simplemente no conocía a la mayoría de sus gobernados, él y sus funcionarios, también desconocidos para la sociedad. No podía funcionar cuando del lado del poder prevalecía la ignorancia que disfrazaban de soberbia y en la sociedad un hastío casi general.
Hoy, bajo otras condiciones, con nuestra tierra "tocada" por la violencia, todos los sectores deben buscar unirse más allá de la preferencia partidista y electoral, porque Morelos no merece lo que está viviendo. En cuanto a los informadores, cada uno de nosotros sabemos lo que hacemos, hasta dónde llegamos, es asunto personal que se convierte en público cuando por iniciativa propia evitamos dar a conocer alguna posible noticia o de plano es una nota tan roja que aparezca donde debe. Sí, hay temor en algunos sectores pero no debemos generalizar, dejar de hacer, salir con la familia y seguirle dando luz a una tierra que por ninguna razón debe estar en la oscuridad.