Meses en lucha contra un mal que se ha llevado a muchos seres queridos, que tampoco se sabe si se descansa o se carga más el dolor. Es impredecible. No puede transmitirse el caudal de sentimientos cuantos estos eventos se nos atraviesan. En el caso de Geyo a los comerciantes del ALM, a muchísima gente que ha servido les constan sus valores humanos. Hoy y siempre acompañamos a Geyo, a su esposa, a sus hijos, en tan duro trance. Habrá oportunidad de abrazarlo personalmente, en el momento preciso.
Tranquilos, falta menos
En 14 días, dos semanas, una quincena, quien sabe cuando es exactamente el primer domingo de julio, son las elecciones. Lo vemos que arrecian las campañas de los que efectivamente tienen oportunidad y los que solamente pretenden o justificar el gasto que mejor lo guardan o en el caso de hasta abajo con el delicado Julio Yáñez, llegar a los ansiados tres puntos que den registro y prerrogativas. Ayer una, hoy otra, mañana continuarán y lo único seguro que se generan percepciones entre sectores sociales, uno de ellos el informativo que debemos ser cautelosos para no ser utilizados. La cosa es que “los parpadeones” están a la orden del día y suponemos que influyen. Ayer, por ejemplo, la encuesta de Mitofsky en La Unión de Morelos acompañada de la entrevista a Roy Campos, retratan de tal forma que gente al margen de la política, de los que votan desde siempre, lo registran.
Lo que venga mañana o pasado tendrá su efecto de acuerdo con la contundencia o conocimiento de si son profesionales o no los que anuncian los números. Son cosas de percepción y en ocasiones nos metemos en esos terrenos. Sin embargo, vista la delicadeza de algunos actores, más vale irse a los hechos consumados y para ello no falta casi nada. ¿Qué habrá lodo por todas partes y a velocidades ráfaga? Se sabe y se espera. Creemos que los que tienen el pulso exacto electoral, o afinan solamente el teclado de un trabajo sólido hecho hace meses, o saben que en la tarea de más de los últimos días pueden acentuar la distancia o recortarla. Van a ser intensos en los frentes con posibilidad. Los otros, lo repetimos, a buscar la justificación de la derrota anunciada o el anhelado registro.
Los Vuelos
Hace varios meses. Nos quedamos con la intención de compartir un par de vuelos en una línea no tan comercial ni famosa, pero eficiente. Nos llamó la atención que sin tanto chisme lo mandan a la antesala. Es ahí donde empezaron las sorpresas, por ejemplo vimos la larga fila exactamente al destino donde íbamos. Nuestra compañía –ni más ni menos que la dueña de quincenas y anexas— le comentamos que no era necesario formarse, que los asientos eran numerados y no había problema. “No son numerados”, dijo luego de revisar.
Ni modo, a la cola. Aviones medianos, como cualquier potro, pero ahí iniciaban las sorpresas. El personal mixto, muy joven, no eran las sobrecargo de esas despampanantes de las películas, chavas sencillas, atentas, Y los muchachos, igual, no parecían modelos de agencias de publicidad. Eso como que ya quedó en el celuloide. Viva Aerobús es el nombre de la compañía de aviación, por cierto.
Bueno, entendimos que la fila era porque sin distinción, ni primeras clases, los primeros escogen asiento y, como es obvio, vale la pena llegar a tiempo. La otra es para los que gustamos de comer generosamente, no con el emparedado y el pequeño vaso de refresco. Llega el carrito lleno de todo. Es comprado. Y es barato. Una coca cola de lata en un vaso con bastante hielo, un sándwich grandote de jamón de pavo y un panque de naranja. 20 la coca, 30 el sándwich y 20 del panque: 70 pesos. Por dos: 140. Barato.
Un viaje tranquilo, bueno.
Poco después fuimos al mismo sitio, en una línea aérea más conocida, y desde la entrada por unos cuantos minutos, nos cobraron los boletos completos de la ida. Doble gasto, todo porque al Pulllman que lleva al aeropuerto se le atravesó un camión volteado en la autopista que perdió 20 minutos y sobre Tlalpan un embotellamiento –por otro accidente-- de 15 minutos más. Llegamos corriendo. Y nos batearon una y otra vez. Había tiempo, pero el compromiso era estar 15 minutos antes. Y a pagar. Aunque con su obligada mentada de madre a uno y otro que aparecía enfrente. Esas nos las dejaron de gorra.
La buena noticia es que leímos aquí en La Unión que a partir de julio habrá vuelos regulares a Cancún y a Monterrey, con precios der 999 pesos y de alrededor de 600 al segundo destino. Una maravilla evitarse atravesar la ciudad de México, más hacer fila y comer de acuerdo al apetito y el bolsillo, porque el pasaje es muy barato. Nos dio gusto y ya nos anda. No nos quedó muy claro si es VivaAerobús, pero ojalá sea algo parecido o esa empresa. Es una delicia ver desde el aire Cuernavaca y sus municipios conurbados. Un verdadero agasajo, que aunque lo vimos hace algunos años, repetimos, ya nos anda.