Ha sido un luchador social sin tacha. Fundador del Partido de la Revolución Democrática en Morelos antes que siquiera se formara, estaba al frente de corrientes que jamás fueron en contra de la razón. Por ello, junto con Hugo Carvajal y Juan Ignacio Suárez Huape se convirtieron en referente de congruencia de las luchas sociales. Vences es un morelense de respeto, ganado en la arena social, que ha corrido riesgos y que no se tiene una sola duda de su integridad moral, condición hoy casi extinta en la política morelense.
Su decisión de apoyar la candidatura de Amado Orihuela Trejo lleva a varias lecturas, la más simple sería porque se ha alejado de las cúpulas de su partido y en Morelos se respaldan los regionalismos, lo que sería el caso; la otra que vemos mayormente razonada: es que sabe quiénes son Los Chuchos, conoce la raíz de la izquierda morelense y sabe qué espera a Morelos en manos de personas con alto grado de peligrosidad política y social, como son los referidos. Julián va más allá de Amado y la coalición que representa: le preocupa Morelos.
Y será, sin duda, un elemento de contención a la parte Chuchista que envuelve la candidatura del PRD--Anexas y algunos de Morena, como vemos hoy las cosas, que los lopezobradoristas (como debía serlo hasta no hace mucho y quizá lo siga siendo hoy Vences) no juegan para Graco. Hace tiempo dedicado a actividades comerciales y empresariales familiares, Julián es de los que nunca van a dejar a la política. Su vertebración en la doctrina mendezarceana, la participación activa en las Comunidades Eclesiales de Base, las luchas realizadas desde las bases sociales en contra de administraciones arbitrarias como la de Bejarano y las que le siguieron, indican que si bien coyuntural su respaldo público al proyecto del priista Amado Orihuela Trejo, Julián Veces Camacho sí es de los que están más allá de la duda de qué es y lo que representa.
Lo vimos ayer y lo observamos mañana como el mismo hombre de ideas cercanas a la sociedad, igual de franco cuando la razón le asistía o era del adversario político y tomando una decisión de coyuntura por el conocimiento pleno que tiene de lo que es Graco Ramírez Garrido Abreu, sin temor a equivocarse el columnista, una de las razones para que Vences hiciera un paréntesis en su carrera política es advertir lo que pudiera pasarle a esta tierra nuestra en el caso que cayera en manos de una legión que hace lustros dejó la esencia de la izquierda.
Como en Botica…
Los hay de todo: políticos por pasión y pasionales. Claro que no son iguales. El de pasión lo hace por inercia, desde que abre los ojos por la mañana y en la cama por la noche. Siempre va a ser así. Gana, pierde, pero se prepara para el mejor y el peor escenario. Hace tarea a toda hora y cuenta con un adicional importante: ve por los demás, así sean en última instancia los cercanos.
El pasional tiene algunas cosas del otro, se levanta, actúa incansable y duerme pensando en la política, pero normalmente carga con un pequeño o grande vacío en el estómago porque la víscera lo impulsa en sus actos, más allá de las razones aunque sean concluyentes y claras. Este tiene por primicia ganar, no mete en su archivo la derrota y cuando estas vienen es que ya las calculó y la convierte en victoria. Por ejemplo: va a competir, no tiene condiciones pero varios millones de pesos en razones para irse vencedor. Si gana en una de estas, las cosas se complican porque habrá que deshacerse de su elemento primario que son las vísceras, lo que ya es imposible: su vertebración pervertida se lo impide.
El político pasional descuida su capital compuesto en su corta o mediana carrera (un político de este tipo no va muy lejos, su naturaleza misma lo detiene) y en los momentos difíciles, los de la reflexión obligada para el que se dedica a este quehacer, actúa compulsivamente al grado de parecer un loco: maltrata a su personal, ofende a la familia, falta el respeto de sus soportes, porque tiene la primera y última palabra. Y allá el que se oponga. Se le va con todo, así sea padre, madre, hermanos, primos y lo que se acerque. Actúa pasionalmente, fuera razonamientos, largo las máximas de la política, lejos el consejo de tanto y tanto hombre y mujer atravesados por su carrera que le hablaban pero nunca los escuchó, con la mirada en el vacío, extraviada, pensando en él, egoístamente sólo en él.
Otra diferencia:
El político por pasión puede ser adverso a un compañero de su partido pero hará nada por golpearlo en favor de sus adversarios ideológicos, políticos y partidista
El político pasional tiende a jugar las contras a escondidas y si “se prende” lo hace abiertamente, como loco, públicamente.
Así que… aguas.
1 comentario
Hey
La probidad personal,la inteligencia ,el amor por su tierra y sobre todo… Compartelo!