Durante los 70 años que el PRI estuvo al frente de los gobiernos, de todos los municipios del país, de todos los estados, controló los Congresos estatales, la Cámara de diputados federal, la de senadores y la presidencia de la república; la designación de candidatos era un tema que se resolvía al interior del propio PRI y con ello se garantizaba el triunfo aun cuando la gestión del antecesor fuera cuestionada y cuestionable.
La elección estaba resuelta desde la oficina del comité directivo del PRI, en algunos casos a nivel nacional, como la determinación de quienes serían los abanderados al Senado, a las diputaciones federales y a las gubernaturas, en tanto que las diputaciones locales y la mayoría de las alcaldías eran un asunto local, salvo en casos en los que la autoridad federal por diversas circunstancias tuviera un interés en particular.
La importancia que tienen los actos de proselitismo político para legitimar una determinación que se ha tomado en forma previa y que enfrenta un proceso de legalización, se reconoció el pasado 12 de junio cuando por primera vez se recordó una reunión que en Jardín Borda sostuvieron 100 años antes el candidato presidencial Francios I. Madero y un grupo de pobladores de la entidad, entre los que se encontró Emiliano Zapata Salazar.
Como reconocimiento a aquel evento que formó parte de la cruzada nacional en busca del cumplimiento de un reclamo nacional que signó el inicio de aquel proceso histórico y que fue el que desde el gobierno se respetaran los principios de “sufragio efectivo” y la necesidad de esa etapa de implantar el concepto de “no reelección”, el evento se enmarcó en la celebración del Centenario del Plan de Ayala y del Bicentenario del Sitio de Cuautla, que organiza el gobierno del estado a través del Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, que dirige el ex gobernador Jorge Morales Barud.
El peso específico de aquella reunión y de las que se realizaron en su momento impulsando los reclamos sociales de la época, se los otorgó el resultado que obtuvieron y la forma cómo lograron consolidarse. El principio de “no reelección” sigue vigente; el “sufragio efectivo” se cree que se cumple desde 1997, cuando se iniciaron los procesos electorales organizados por estructuras ciudadanas, lo que dio paso a la elección de instituciones de representación popular plurales (sin mayoría del partido gobernante).
En los municipios, por ejemplo, triunfa la fórmula de un partido pero no logra la mayoría de las regidurías; un ejemplo lo fue Cuernavaca que en 1997 integra su cabildo con 7 espacios del PAN (alcalde, síndico y 5 regidores) y 10 regidores de las otras fuerzas (5 del PRI, 3 del PRD, 1 del PVEM y 1 del PCM), lo que motivó el inicio del “robo de representantes” en una búsqueda “cuestionada” por construir una mayoría para lograr impulsar propuestas y proyectos. El tercer regidor del PRI Víctor Sánchez Trujillo fue el primero que decidió sumarse a la lista de regidores panistas (en 2006 fue candidato y diputado federal por el quinto distrito y en 2009 fue abanderado a legislador local y no logró llegar al Congreso estatal).
En el Congreso de Morelos 1997-2000, que inició cuando aún era gobernador, por el PRI, Jorge Carrillo Olea (1994-1998 cuando pidió licencia), eran 12 diputados por el PRI, 12 por el PRD, 5 por el PAN y uno por el PCM. Luego de que el diputado plurinominal Ricardo Dorantes San Martín que iniciara la legislatura como integrante del Partido Revolucionario Institucional, determinó ingresar a la bancada del PRD; en la elección del 2000 fue candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca por ese partido.
En esa legislatura, los 18 diputados de oposición eliminaron la Gran Comisión para integrar una junta de gobierno que reconocía la composición sin mayoría del congreso local, lo que provocó que se complicara la sustitución del general Carrillo Olea cuando éste aceptó presentar una solicitud de licencia para separarse del cargo.
Sin mayoría en los espacios de representación popular por ningún partido político, la búsqueda de las candidaturas evolucionó de manera diferente en cada partido político; en algunos se intentó impulsar la toma de decisiones a través de consultas a la militancia y a la sociedad, en otros se complicaron las determinaciones entre quienes tenían el apoyo de la estructura local y quienes contaron con la confianza del comité nacional de su organización.
En cada partido la designación de candidato a gobernador ilustra la “evolución democrática” de los mismos. Los más significativos son PAN, PRI y PRD que a partir del proceso del 2000, en la etapa previa, aseguran tener las mismas posibilidades de triunfo.
TODOS CONTRA TODOS
Con una participación histórica de carácter testimonial que se modifica en 1988 cuando un grupo de jóvenes se motiva del impulso que a su organización le da el candidato a la presidencia de la república, el empresario sinaloense Manuel J. Clouthier, el PAN agiliza la determinación de quien sería su candidato a la gubernatura y es el único partido en el 2000 que logra superar esa etapa sin divisionismos. En una asamblea que cubre el protocolo, se consuma una determinación previamente anunciada.
La elección previa de 1997 fue la última diferenciada (en marzo el proceso local y en julio el federal); ubicó a Acción Nacional como la tercera fuerza política en Morelos; logró el 18 por ciento de la votación estatal, contra el 34 del PRI y el 32 del PRD) y tenía como figuras centrales al senador Javier Alvarado Ibarez que durante su gestión en la Cámara alta realizó pocas presentaciones estatales, el diputado federal Marco Antonio Adame Castillo que hizo una labor que le significó el reconocimiento de sus correligionarios quienes lo nombraron candidato a senador en la primera posición de la fórmula. En esa etapa, tuvieron una participación importante Adrián Rivera Pérez, presidente del comité estatal desde 1996, y el coordinador de los diputados locales José Raúl Hernández Ávila, quienes no podían participar por no ser nativos de Morelos.
La nominación fue para el alcalde de Cuernavaca Sergio Estrada Cajigal Ramírez.
El presidente del PAN de aquella época, Adrián Rivera, señaló que su partido analizó las aspiraciones de Estrada Cajigal y Adame Castillo y logró establecer un acuerdo en donde el edil sería abanderado a gobernador y el diputado federal sería candidato al Senado, en fórmula con el diputado local Marco Antonio Xicotencatl. Tras el acuerdo, se cumplió con los requisitos que establece la organización. Los candidatos a la Cámara alta obtuvieron 262 mil votos, el PRI llegó a los 195 mil.
El resultado de los 4 distritos federales electorales también fue singular: en el primero, el diputado local panista Fernando Martínez Cué logró una ventaja de 70 mil votos sobre el ex presidente del CDE del PRI Otilio Rivera Navarro; en el segundo distrito, Gumersindo Toledo consiguió una ventaja de 35 mil votos; en el tercer distrito, triunfó Maricela Sánchez por el PRI con 12 mil votos de diferencia, y en el cuarto distrito, el candidato panista Bernardo Pastrana, a quien los lugareños llamaron “El Charro Azul” mezclando el color del partido que lo impulsó y el que es hijo del líder cetemista Gonzalo Pastrana, ganó por mil votos de diferencia.
En el Partido de la Revolución Democrática, las posibilidades de triunfo motivaron la búsqueda de la candidatura por parte de diferentes actores; incluso el presidente del Comité Directivo Estatal Julián Vences Camacho, quien había sido candidato en 1994, renunció al liderazgo para participar en parte de la contienda, entre otros. Los aspirantes a la nominación para gobernador fueron entre otros el alcalde de Jiutepec Adolfo Barragán Cena y Raúl Iragorri Montoya, quien participó en 1997 como candidato a diputado federal por el primer distrito con cabecera en Cuernavaca. Éste fue el único espacio que conservó en ese año el PRI a través de Alfonso Sandoval Camuñas, que fue alcalde de Cuernavaca de 1994 a 1997. Los otros 3 distritos fueron para candidatos del PRD que en la elección federal de 1997 se convirtió por única ocasión hasta hoy en la primera fuerza política de la entidad, representando en el Congreso de la Unión a la entidad.
Las diferencias al interior del PRD surgieron desde su integración cuando la estructura local que participó desde diversas agrupaciones en la construcción del Frente Democrático Nacional y que tenía como origen todas aquellas organizaciones independientes que simpatizaban con la figura de Sergio Méndez Arceo, se encontró con los representantes de la estructura de ex priistas que proponían la creación de una gran organización para enfrentar al PRI.
En el 2000, esta organización enfrentó una crisis. Ante la posibilidad real de ganar la gubernatura, la construcción de las candidaturas fue compleja. En el caso de la gubernatura, se manejaron diversos perfiles; Julián Vences Camacho, que fue candidato a gobernador en 1994 y candidato a senador en ese mismo año, era el dirigente estatal de la organización y mantenía diferencias con el grupo de simpatizantes de Graco Ramírez, quien luego de estar involucrado en las comunicaciones entre los grupos de ciudadanos morelenses y la oficina de Lievano Sáenz, secretario particular del presidente Ernesto Zedillo, para “encauzar” las inquietudes sociales a través de una organización no gubernamental que se llamó “Causa Ciudadana”, determinó involucrarse en el proceso.
Otro precandidato que buscó la nominación fue Adolfo Barragán Cena, quien era presidente municipal de Jiutepec. Finalmente, desde el centro del país, se determinó que el abanderado fuera Raúl Iragorri Montoya. Durante la campaña, los equipos de los candidatos a diversos puestos de elección popular, como por ejemplo Ricardo Dorantes San Martín a la presidencia municipal de Cuernavaca, a diputados federales y a senadores, realizaban eventos diferentes. Durante el proceso, el divisionismo entre los diversos grupos fue tanto que luego de ser la primera fuerza en la preferencia de los electores y lograr cerca de 200 mil sufragios en la entidad, en el 2000 apenas llegó a los 80 mil en la candidatura a gobernador, en las de diputados y alcaldes fue menor a 13 mil y sólo obtuvo 3 espacios plurinominales en el Congreso local y 7 alcaldías rurales en el territorio estatal.
EL PRI COLISIONA
La designación del candidato priista a gobernador y a presidentes municipales fue compleja. Era la primera vez que acudían a una contienda constitucional sin la certeza del triunfo de estado. La derrota de 1997 y la complejidad en la sustitución de Jorge Carrillo Olea en la gubernatura provocaron el desmoronamiento de la estructura del otrora “partido aplanadora”. Entre las derrotas de la local de marzo y federal de julio de 1997 y la salida del gobernador en mayo de 1998, el PRI realizó una consulta a la militancia para elegir presidente del comité directivo estatal, en la que fue electo Jorge Morales Barúd.
A principios de 1998, falleció el diputado federal priista Alfonso Sandoval Camuñas. En el Senado de la República, estaban por el PRI Rodolfo Becerril Straffon y Manuel Montalvo Medellín.
El 12 de mayo, se anunció la solicitud de licencia del general Carrillo Olea y a los pocos minutos se advirtió que el sustituto sería el delegado de la Secretaria de Desarrollo Social, Juan Salgado Brito. Según el presidente del PRD de ese momento, Julián Vences, el acuerdo que el priista logró con el CEN del PRD a través de Graco Ramírez, sin consultar a la estructura local, complicó la designación al ser rechazada por los 12 legisladores locales del sol azteca en el Congreso local.
La negociación para recibir finalmente la solicitud de licencia en el Congreso se prolongó durante una semana; se consultaron varias opciones; los panistas expresaron que debía respetarse el “derecho de sangre” y que le correspondía a un priista concluir la gestión. Luego de varios días de acuerdos, se determinó que el interinato fuera para el líder del PRI de Morelos, Jorge Morales Barud.
Durante los siguientes meses, el gobernador se ocupó sin el apoyo de la clase priista de la implementación del programa de gobierno de reconciliación luego de que a los pocos días de rendir protesta acudiera a la entidad el presidente Ernesto Zedillo a advertir “Que serían expulsadas de Morelos la ratas inmundas”; expresión que fue ampliamente difundida en los medios locales y nacionales y que no alcanzó a levantar el ánimo social a favor del partido que entonces gobernaba, como se comprobó posteriormente.
El 23 de julio, falleció el ex gobernador Lauro Ortega Martínez, quien mantuvo una influencia importante en la política local y fue impulsor de la carrera política de Juan Salgado Brito, quien fue presidente municipal de Cuernavaca en la segunda mitad de su administración. Luego de concluir su gestión de 1994 a 1998 como embajador de México en Ecuador, el ex gobernador Antonio Riva Palacio volvió a radicar en Morelos. El ex mandatario mantuvo diferencias políticas con Salgado Brito.
En estas condiciones, se inició el proceso de elección del candidato a gobernador, proceso que fue posterior a la designación del candidato a la presidencia. Hay que recordar que a nivel federal Roberto Madrazo y Francisco Labastida Ochoa enfrentaron un proceso abierto para lograr la nominación que finalmente fue para Labastida. En Morelos, se repitió el esquema y se registraron como precandidatos Juan Salgado Brito, quien tuvo como último cargo la representación federal en la entidad de la Secretaría de Desarrollo Social, instancia encargada de “combatir la pobreza” y sobre la cual persisten hoy como en aquellos años señalamiento de que es una dependencia que favorece el trabajo “electorero” del partido en el gobierno.
El senador Rodolfo Becerril Straffon, el ex presidente municipal de Cuernavaca David Jiménez González, que había buscado la nominación en anteriores ocasiones, y el ex procurador de Justicia José Castillo Pombo.
El periodo de proselitismo tuvo peculiaridades: el ex procurador Castillo Pombo se presentó en la casa de precampaña de Juan Salgado y ahí declinó a favor de éste; David Jiménez González dejó de participar y fue designado candidato a senador en fórmula con Jorge Meade Ocaranza, y al final sólo contendieron Salgado Brito y Becerril Straffon.
La nominación fue para Juan Salgado Brito; sin embargo, el partido que le acompañó en la campaña estaba disminuido y enfrentaba serios problemas, algunos de los cuales reconoce el propio Becerril al indicar que el presidente del Comité Directivo Estatal Otilio Rivera Navarro, impulsado por el entonces gobernador Morales Barud, apoyó la nominación de Salgado Brito. Rivera Navarro, ex regidor priista, fue el candidato a diputado federal por el Primer Distrito de Morelos en esa elección.
Algunos señalan que en esa contienda interna ajustaron cuentas los seguidores de Lauro Ortega y los antirivapalacistas, empujando la nominación de Salgado Brito y el grupo de “don Antonio”, con su ex secretario de Desarrollo Económico Rodolfo Becerril Straffon al frente.
Luego de que se supo que el coordinador de la precampaña de Francisco Labastida había sido desplazado de su aspiración a la gubernatura, algunos advirtieron que un importante número de sus seguidores se había sumado a la causa del abanderado panista Sergio Estrada Cajigal. El resultado de la contienda constitucional determinó que el PRI conservara un espacio en el Senado de la República, que fue para David Jiménez González, una diputación federal que fue para la hasta entonces diputada local Maricela Sánchez Cortés, quien se significó en el Congreso local por haber enfrentado al grupo de mujeres por la democracia que encabezó Ana Lilia Cepeda, cuñada del perredista Graco Ramírez, durante las sesiones en las que se revisó la denuncia de juicio político contra el entonces gobernador Jorge Carrillo Olea.
En el Congreso local, se integraron 8 diputados de mayoría relativa y 4 de representación proporcional por el PRI, quedando como la segunda fuerza en esa Cámara. Por primera vez en su historia este partido quedó fuera del palacio de gobierno federal y estatal, y en esa condición enfrentó el reclamo de pago de deudas de una amplia lista de proveedores de insumos para la campaña, entre los que destacaron las empresas de medios de comunicación.
Según analistas de la época, el PRI se convirtió en “Un circo de 3 pistas”, alusión que sintetizó el que, por un lado, se condujera sin la intervención determinante del Comité Nacional y el gobernador para designar candidatos. Durante el trayecto inicial y hasta casi el final del proceso, no tuvo presidente del comité estatal; estas funciones las cumplieron el candidato a la gubernatura y el coordinador de la campaña, Luis Arturo Cornejo a la Torre; por su parte, el gobernador interino Jorge Morales Barud, a través de su equipo de colaboradores, daba a conocer que no buscaría cumplir con la ampliación del sexenio del 18 de mayo al 30 de septiembre, por lo que en el Congreso con un importante número de legisladores suplentes en funciones, pues los titulares ya participaban en candidaturas a diputados federales y presidentes municipales, se iniciaba el análisis de quien sería el mandatario que concluiría la gestión; se determinó que fuera el licenciado Jorge Arturo García Rubí.
Por ello, luego de conocerse el resultado la tarde del domingo 2 de julio del 2000, muchos temas quedaron para resolverse en las siguientes semanas, entre los que destacó la designación del encargado de despacho de la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI, responsabilidad que recayó en Víctor Samuel Palma César, ex diputado federal, y quien entró de emergencia a coordinar la campaña de Juan Salgado semanas antes de que el proceso concluyera.
La revisión de los procesos internos de los 3 principales partidos establece los primeros datos que permiten ubicar las condiciones en las que llegaron a la fecha de la contienda: el PAN avanzó; desde el tercer lugar logra la gubernatura. El PRD mantiene las confrontaciones que surgieron luego de que logró convertirse en 1997 en la primera fuerza; cuando se involucraron sin acuerdos internos previos en el instrumento de presión para exigir la salida del gobierno de Jorge Carrillo Olea, los señalamientos sobre la intervención desde Los Pinos a favor del grupo de Graco Ramírez, los realizó el propio general tiempo después de presentar la solicitud de licencia.
El PRI dejó a nivel federal la residencia oficial de Los Pinos y en Morelos concluyó su gestión como responsable del Poder Ejecutivo estatal, y en entonces comienza a descubrirse más como partido político. Al encargado de la dirigencia le correspondieron en los siguientes meses dos responsabilidades inmediatas, enfrentar los adeudos heredados con los proveedores de la campaña a gobernador y organizar un proceso para que los priistas seleccionaran una dirigencia estatal.
RUMBO AL 2006
El lunes 3 de julio del 2000, se inició al interior de cada instituto político el trabajo para ajustar a la organización rumbo a la contienda electoral. El PAN debía presentar un programa de gobierno para asumir su responsabilidad al frente del Poder Ejecutivo; esta intención debió ajustarse luego de que desde el Congreso se realizaron una serie de modificaciones que disminuyeron las facultades del Poder Ejecutivo y las trasladaron al Legislativo; también debió programar las responsabilidades que tendría el propio partido, siendo ya gobierno y luego de ser una estructura de oposición permanente.
El Partido de la Revolución Democrática enfrentó la revisión de disminuir en más de un 50 por ciento la cifra de sufragios obtenidos; tenía a 3 diputados plurinominales en el Congreso local, no tenía diputados federales ni senadores y gobernó sólo 8 municipios rurales; vivió tiempos complejos; se involucró en permanentes conflictos con el gobierno estatal y logró obtener el control del Sistema Morelense de Radio y Televisión del gobierno estatal, ya como parte de la infraestructura del Poder Legislativo.
El PRI inició el proceso de cambio de dirigencia. Se analizó la posibilidad de que al frente de la organización quedara el ex senador Rodolfo Becerril, en la CNC se ubicara a la diputada federal Maricela Sánchez y en el sector popular al ex diputado Víctor Saucedo Perdomo; las negociaciones se truncaron y determinaron realizar una consulta abierta en la que participaron Saucedo Perdomo, por un lado, y Sánchez Cortés, por el otro. Triunfó con el apoyo de un amplio sector de priistas la diputada federal, y a partir de ese momento se iniciaron los conflictos entre los priistas.
“El sectarismo como enfermedad se fue adueñando de la conducta de los priistas”. La legisladora federal, como muchos líderes en diversos estados, se negó a cumplir los acuerdos de la 18 asamblea nacional de esa organización, en donde se determinó que quienes ocuparan cargos de representación popular y estuvieran en alguna responsabilidad partidista, debían abocarse a una responsabilidad y separarse de la otra. La secretaria general del Comité Nacional, Elba Esther Gordillo, no cumplió aquel acuerdo y lo mismo sucedió en varias entidades, incluido Morelos.
En la elección del 2003, debido a un esquema de reparto de plurinominales que luego fue desechado por las autoridades judiciales, el Congreso se integró con 9 diputados panistas, se quedaron sin espacios plurinominales con el 28 por ciento de la votación, el PRI triunfa en 5 distritos y le entregan 3 espacios plurinominales y tiene el 25 por ciento de la votación, en los que se integran la presidenta del partido Maricela Sánchez, el ex candidato a la gubernatura Juan Salgado Brito y el ex senador Rodolfo Becerril Straffon.
El Partido de la Revolución Democrática triunfa en 4 distritos y obtiene 4 espacios plurinominales con el 23 por ciento de los sufragios, al PVEM le corresponden 3 y a Convergencia 2. El PAN gobierna en 9 municipios incluido Cuernavaca; el PRI, 12; el PRD, 9; el PVEM, 2, y México Posible, 1. En esa legislatura se realiza un juicio político al gobernador Sergio Estrada, que al interior del PRD y del PRI luego reconocerían que les significó un costo en el ánimo de los electores.
Al Congreso federal se fueron por Morelos Guillermo del Valle, por el distrito federal con cabecera en Cuautla, y Rosalina Mazarí por el que tiene cabecera en Jojutla, representando al PRI; por el PAN, salieron José Sigona por Cuernavaca y Rodolfo Esquivel Landa. Los candidatos a la presidencia municipal de Cuernavaca fueron, por el PAN, Adrián Rivera, quien desplazó meses antes a el entonces diputado federal Fernando Martínez Cué, quien luego de enfrentarse con el ex candidato a gobernador por el PRD, Raúl Iragorri, en una singular confrontación epistolar, obtuvo la nominación por esa organización.
El PRI de Cuernavaca tenía como precandidatos a la diputada local Diana Recio, al ex candidato del 2000 Hugo Salgado, al ex senador Rodolfo Becerril, al ex candidato a senador Jorge Meade, a Jorge Arizmendi y a Manuel Martínez Garrigós, entro otros. Luego de una intensa serie de reuniones y de encuestas sobre posibles tendencias, se realizó una consulta interna en la que participaron Meade Ocaranza y Martínez Garrigós; este último logró la nominación.
Tras estas confrontaciones y diferencias en la elección intermedia, los partidos inician al otro día de la elección la preparación de sus estructuras para ir a la contienda del 2006, en la que los esquema de imposición de candidatos se tornan sofisticados pero continúan entronizando a las burocracias de los partidos y dejando de lado la posibilidad de incluir en sus filas y candidaturas a simpatizantes o ciudadanos. Las listas de integrantes comienzan a repetirse en cada instituto político, o bien aparecen en organizaciones diferentes.