En la explanada cívica del campus Chamilpa, Reyes Medina señaló: “Hoy, como hace años, escuchamos las mismas frases como letanías, leemos las mismas consignas, escribimos las mismas pancartas. Tomamos las calles, nos quejamos, acusamos, gritamos, exigimos… ¿Y...? Pareciera que las balas recibidas por los universitarios el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas todavía callan el reclamo, limitan el actuar y actualmente nos permite sólo gritar de dolor, lamernos las heridas y todo se queda ahí, no se provoca un cambio”.
El presidente de la FEUM dijo que hoy en gran parte del país, se sigue guardando silencio por los estudiantes asesinados. “Un silencio que no era distintivo de los jóvenes a los que les arrebataron la vida en Tlatelolco, precisamente por alzar la voz; de estudiantes que organizados se hacían escuchar y que buscaban multiplicar su voz en las voces de los demás, que intentaban hacer de México un país distinto al que ahora tenemos”, acotó.
En el mismo evento el rector de la UAEM, Jesús Alejandro Vera Jiménez, consideró que la impunidad no puede estar en nuestro futuro. “Hay una cloaca impúdica de inmundicia que conecta el 2 de octubre de 1968 con el 2 de octubre del 2015: la impunidad. Ello está en nuestra memoria. Ello está en nuestro presente. Pero definitivamente no puede estar en nuestro futuro".
Acompañado por alumnos, integrantes del Consejo Universitario, profesores, investigadores y funcionarios de la UAEM, el rector Alejandro Vera dijo "es momento de que las nuevas generaciones se involucren con decisión y valentía, pero sobre todo con generosidad en las tareas que se requieren para hacer frente a la emergencia nacional, la que sea encubado en la espiral perversa de la desigualdad, la corrupción y la impunidad, y que se materializa en violencia, exclusión y desolación”.
Vera Jiménez hizo un recuento de otras masacres ocurridas en México de 1968 a la fecha, como la de Aguas Blancas en Guerrero, la de Acteal en Chiapas, la de San Fernando en Tamaulipas, de Villas de Salvárcar en Chihuahua, Tlatlaya en el Estado de México y la de Ayotzinapa en Guerrero. “Es desde la conciencia del horror que caracteriza nuestro presente que debemos desplegar la fuerza de un ¡Ya basta!, que en verdad cimbre los cimientos de una modernidad que quedó atrapada en la quimérica idea de progreso”.
El rector agregó: “Es momento de ruptura, de abandonar nuestras zonas de confort y adoptar la fraternidad, la solidaridad, la generosidad y el respeto a la dignidad de la persona humana como formas de ser y de estar en el mundo”.
Rolando Ramírez Rodríguez, secretario ejecutivo del Colegio de Directores, recordó que “vivimos en un país sin justicia, con altos márgenes de impunidad y de violación a los derechos humanos y un gobierno indolente ante esta realidad”. Por ello, llamó a retomar los principios y valores de quienes han luchado por una sociedad más justa, equitativa y con paz.
En esta ceremonia se izó la bandera nacional a media asta, se guardó un minuto de silencio en honor a los cientos de miles de víctimas directas e indirectas del país y se entonó el Himno Nacional Mexicano, acompañado por la banda de guerra de la Preparatoria de Tlaltizapán. Por último, fue colocada una ofrenda en la placa conmemorativa a los estudiantes asesinados el 2 octubre de 1968.