Para el especialista -en cuyo currículum figura la captura de la llamada "mata viejitas"- el criminólogo es de suma importancia porque analiza la información, investiga, elabora bases de datos, realiza perfiles y establece relaciones entre elementos que pudieran parecer aislados pero que son esenciales para identificar al criminal en caso complicados como el de los asesinatos en serie.
En entrevista exclusiva para La Unión de Morelos, el autor de El nudo del silencio: tras la pista de una asesina en serie La Mataviejitas, Editorial Océano de México, 2007 y Análisis criminológico de la investigación ministerial, México, Novum-Inacipe, 2013, entre otros libros, expuso sus puntos de vista sobre la metodología que se debe aplicar en la investigación de los crímenes en serie y sobre la investigación de ancianos asesinados en Morelos realizada por el periodista de esta casa editorial Alejandro López Arce.
El asesino serial
Para Martín Gabriel Barrón Cruz el asesino en serie es quien comete varios homicidios en diversos momentos, con un mismo modus operandi y con características similares que contienen su “firma”.
El asesino serial puede ser uno o dos; si son tres ya es pandillerismo.
Cómo acercarse al asesino
Para el doctor en Ciencias Penales y Política Criminal, la metodología para cercarse y comprender si se está en presencia de un asesino serial o no debe constar de varias fases o etapas:
De inicio, es necesario realizar el trabajo forense y policial, esto es, revisar y documentar todas las características que se encuentra en el lugar de los hechos, en la casa de las víctimas, en qué zonas se están cometiendo los delitos, lo que implica un perfil geográfico. ¿Porque razón? Porque se debe establecer la movilidad, si es una o dos personas, hacia dónde se están moviendo el fenómeno delictivo.
En esta etapa se da cuenta de algunos elementos de criminalística de campo, es decir, qué empieza a haber en común con todas y cada una las viviendas, y a la par también se comienza a investigar robos a casa habitación: testigos de los robos, cómo eran las personas que robaron, cuántas eran, etcétera.
Hay que hacer un examen de los indicios biológicos, si son hombres o mujeres, si fueron agredidas sexualmente o no, si el ADN coincide o no en un perfil genético, si coinciden con la misma persona eso pudiera arrojar elementos para tener la certeza de si se trata de una persona o son dos.
Otros elementos son los objetos que usaron para privar de la vida a las víctimas, si han sido una misma mecánica, si el delincuente movió el cuerpo: ¿dónde fue encontrado, en qué posición? A veces los peritos comenten el error de decir que esa era la posición final y no es así.
La parte siguiente consiste en empezar a hacer el análisis victimológicos: características de la víctima, sus circunstancias, en qué condiciones vivía, con quién, sus rutinas, entre otros datos.
En caso de los ancianos, muchos viven solos y son rutinarios, por ejemplo, van al súper o al mercado a determinada hora, usan siempre una sola vía, compran productos similares en tiempos muy específicos.
El criminal estudia a la víctima, sus hábitos y encuentra el momento de mayor vulnerabilidad, por ejemplo, cuando está sola y lleva las manos ocupadas con las bolsas del mandado.
Enseguida viene la parte criminológica. El criminólogo forense pude ir al lugar donde se comente el delito. Hay algo llamado “autopsia psicológica”, que consiste en observar y documentar cómo está la víctima, cómo quedó, cual fue la posición, qué objetos hay en su entorno. El criminólogo va a observar el “escenario” que montó el delincuente con su víctima, después realiza el perfil geográfico, después tiene que hacer el análisis victimológico y así tendrá su perfil criminológico, es decir, patrones en la comisión de un delito.
El criminólogo forense elabora perfiles, con la finalidad de establecer patrones en la comisión de un delito.
En el caso concreto de los probables asesinatos en serie de Morelos, el doctor Barrón dijo que se debía seguir esta metodología y elaborar bases de datos, así como perfiles porque con éstos se podría encontrar similitudes y coincidencias en los crímenes.
“Por el índice de violencia tan alto en Morelos hay que tener cuidado, puede ser que un asesino serial sea un imitador. Es posible que alguien se dedique a secuestrar, él obtiene el dinero por el secuestro, pero priva de la vida a su víctima y después la descuartiza y luego pone una cartulina diciendo que se trata de un ajuste de cuentas; entonces lo que están haciendo es desvirtuando el delito de secuestro con delincuencia organizada; éste es un imitador. También es posible que el delincuente serial imite a otros delincuentes de otros de México u otros países, por eso necesitamos al criminólogo”, explicó.
Los detalles
Barrón Cruz, quien participó en el caso de Juana Dayanara Barraza Samperio, conocida como la “Mataviejitas” (detenida el 25 de enero de 2006 en la Ciudad de México y a quien se le comprobó que había asesinado a 17 personas), insistió en que en estas investigaciones el trabajo de criminólogo forense va más allá del policial: el policía se centra en muchas ocasiones en ciertas características, pero no asocia, en cambio el criminólogo reúne evidencia, información y dirige las líneas de investigación:
“En el caso de Juana Barraza, los peritos que analizan las huellas dactilares no daban importancia a algunas obtenidas en los lugares de los crímenes porque, según ellos, estaban incompletas. Sin embargo, cuando se detiene a Juana, la pasan a tocar “piano” (registran sus huellas), y resulta con defectos en dos dedos: tiene dos falanges cercenada, le hace falta un pedazo de huella en dos dedos. A la hora que cotejas las huellas de Juana con los fragmentos de huellas encontradas en los lugares de los hechos éstas coinciden, es decir, ahí hay unicidad de la persona”.
La alerta
El autor de Gobernar con el miedo. La lucha contra el narcotráfico 2006-2012 (INACIPE/NOVUM, 2015) y La Bestia. La tenue línea entre la migración y la trata de personas (INACIPE, 2013), aseguró que si se ha llegado a estas alturas en la investigación se podría saber si un asesino serial está cobrando la vida de personas, y se tendría que poner a trabajar una gran maquinaria con la participación coordinada de todas las áreas de las procuradurías o fiscalías:
“Cuando se detecta la existencia de un asesino serial todas las áreas deben ponerse a funcionar como un engranaje. La de prevención del delito deberá poner en marcha una campaña informativa con las posibles víctimas, en el caso de Morelos con los ancianos y sus familiares; también deben intervenir los servicios periciales, las áreas de comunicación, el criminólogo, etcétera”.
Para Martín Gabriel Barrón Cruz la falta de un criminólogo forense es el elemento fundamental para que la Fiscalía no avance en la investigación de esos asesinatos, pero, además, la escasez de datos o la falta de líneas solidas de investigación se pueden deber también a que, como no hay una guía ni perfiles, cada especialista avanza por su lado y pasa desapercibidos detalles fundamentales para el esclarecimiento del crimen.
Barrón Cruz también explicó que los asesinos seriales no son la acepción en el mundo delincuencial, pero la mayoría de los gobiernos evitan estas investigaciones. ¿Por qué? La respuesta es muy sencilla: porque todas las áreas de la fiscalía o procuraduría, sus recursos humanos y materiales no pueden destinarse a la detección, búsqueda y localización de una sola persona, porque todos los días y cada momento hay muchos crímenes y criminales.
Barrón Cruz expuso que si la Fiscalía del Estado de Morelos lo solicita formalmente al Inacipe, éste podría coadyuvar en las investigaciones de ancianos.
La nota roja
El reportero Alejandro López Arce dio a conocer el 26 de septiembre del año pasado una nota en la versión impresa de La Unión de Morelos en la que, de acuerdo con información obtenida por él mismo, en dos meses ocurrieron muertes violentas en zonas conurbados de la entidad como son Jiutepec, Cuernavaca y Xochitepec en los que las víctimas fueron personas mayores de sesenta años que vivían solas y fueron golpeadas. Algunas tenían heridas en el cuello causadas por arma blanca y otras fueron estranguladas.
En varios de los casos hay un hombre y una mujer que estarían relacionados con los asesinatos. Éstos se ostentaron como empleados federales que, para ganarse la confianza de las víctimas, les ofrecieron beneficios de programas sociales.
Algunas víctimas
Jueves 21 de julio. María Luna, de 77 años de edad, y su esposo, Ángel, de 92 años. Los ancianos fueron encontrados sin vida, en estado de descomposición, dentro del departamento número 7, edificio 2, en la avenida Álvaro Obregón, a la altura de la colonia Carolina, en Cuernavaca. Entre los objetos que se recogieron había una puerta de alacena o ropero. Además, se dieron cuenta que había desorden en el departamento y faltaban varios aparatos electrónicos. El resultado de la necropsia arrojó que ambos fueron estrangulados con un lazo.
Martes 9 de agosto. Roberto Flores Santana, de 86 años de edad, fue asesinado en su domicilio ubicado en la calle Emiliano Zapata número 22, colonia Otilio Montaño, en Jiutepec. A esta persona la estrangularon y golpearon. Al revisar el cuerpo, los peritos se percataron de que tenía golpes. Más tarde, personal del Servicio Médico Forense (Semefo) levantó el cadáver. Respecto de Roberto Flores, la Fiscalía General del Estado informó –mediante un comunicado– que murió asfixiado. Además, se dio a conocer que en la vivienda había huellas de hurgamiento.
Miércoles 17 de agosto. Juan Montoya, de 70 años de edad, fue encontrado muerto en su vivienda, en la calle Enedino Montiel de la colonia Antonio Barona, en Cuernavaca. Tenía las manos atadas y heridas en el cuello que fueron provocadas con arma blanca. Tenía heridas en el cuello y en el rostro. La Fiscalía informó que dentro de la morada hacían falta objetos de valor. Una de las líneas de investigación era por robo.
Martes 23 de agosto. Agustín “N” se dedicaba a reparar relojes y alhajas. Tenía su local en la calle 5 de Febrero, en Tejalpa, en Jiutepec. Dentro del negocio fue hallado Agustín, sin vida. Tenía un desarmador incrustado en el cuello.
Domingo 11 de septiembre. 11:30 de la noche. El abogado Luis Gil, de 64 años de edad, fue encontrado sin vida dentro de su vivienda, en la calle Tulipán Africano de la colonia Tulipanes, en Cuernavaca. Este hombre fue asesinado con un cuchillo, el cual tenía encajado en el cuello.
Miércoles 14 de septiembre. 12:00 horas. Petra “N”, de 80 años de edad, fue asesinada en su vivienda, que se localiza en la calle 20 de Noviembre, de la colonia Otilio Montaño, en Jiutepec. Esta mujer también tenía un cuchillo clavado en el cuello. Al iniciar las investigaciones del caso, los peritos vieron que en la morada había una canasta con fruta. Familiares de la occisa aseguraron que nadie de ellos se la había llevado. Además, localizaron una agujeta que al parecer utilizaron los asesinos.
Viernes 16 de septiembre. Gumaro García Gómez, de 63 años de edad, fue encontrado muerto en su casa, en la calle Crisantemos de la Unidad Morelos, de Xochitepec. El cuerpo de la víctima estaba calcinado. Sin embargo, la necropsia de la FGE arrojó que tenía golpes y una herida en el cuello que fue ocasionada con arma blanca. Personal de la Fiscalía General del Estado informó que Gumaro García tenía golpes (uno en la mandíbula) y una herida en el cuello por arma blanca.
Más víctimas
Domingo 9 de noviembre. Un anciano fue asesinado dentro de su domicilio ubicado en la calle Santiago de la colonia el Porvenir, en Jiutepec. Las autoridades recibieron el reporte alrededor de las 23:30 de que en el domicilio referido se encontraba el cadáver de un hombre. La víctima estaba maniatada y se apreciaban golpes en el cuerpo. Margarito Pérez Retana/Sur Digital.
Lunes 2 de enero de 2017. Una mujer de 70 años de edad fue asesinada a golpes dentro de su domicilio, por sujetos desconocidos que al parecer entraron a robar a su casa y la golpearon. La víctima fue identificada como Minerva N. La mujer fue localizada alrededor de las 12:50 horas dentro de su domicilio, ubicado en la calle Reforma de la comunidad de Santa Rosa 30, en Tlaltizapán. Pedro Tonaizn/Sur Digital Jiutepec Morelos.
La versión oficial
Por más de una semana se estuvo buscando información oficial sobre estos asesinatos y no hubo respuesta ni del coordinador Central de Servicios Periciales, Samuel Nava Vázquez, ni el fiscal General del Estado de Morelos, Javier Pérez Durón, a quienes se solicitó una entrevista. La única información salió de la Dirección de Comunicación Social y Cultura de la Legalidad de la Fiscalía: “no se descarta ninguna línea de investigación. Si se da alguna información la población puede caer en pánico”.
*Martín Gabriel Barrón Cruz es licenciado en Historia por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), maestro en Ciencias Penales con especialidad en Criminología por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE), cuenta con estudios de Maestría en Historia y Etnohistoria en la ENAH y de doctorado en Humanidades en la Universidad Autónoma Metropolitana.
Se desempeña como Investigador Titular C en el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE); así como Profesor Civil Titular en el Centro de Estudios del Ejército y Fuerza Aérea.
Es autor y coautor de los libros: Los tiempos del miedo. Violencia y seguridad en México en los umbrales del siglo XXI (INACIPE-NOVUM en prensa); Actuaciones ministeriales en el homicidio de León Trotsky (INACIPE, 2009); El Nudo del silencio. Tras la pista de una asesina en serie: la Mataviejitas (Océano, INACIPE, PGJDF, 2007); Policía y Seguridad en México (INACIPE-OIT, 2005); Una mirada al sistema carcelario mexicano (INACIPE, 2002); Islas Marías: una visión iconográfica (INACIPE, 2002); Guardia Nacional y Policía Preventiva: dos problemas de seguridad en México (INACIPE-University of California, 2004); Fortificaciones, Guerra y Defensa de la Ciudad de México 1844, 1847-1848 (Gobierno del Distrito Federal, 2003); Sinaloa Invadida 1845-1848 (Colegio de Bachilleres, Sinaloa, 1999), y Ulúa: Fortaleza y Presidio (INAH, 1998).