Ser limpia parabrisas o vendedora ambulante no es fácil, dijo Mary, y no por el frío o el hambre que se padece, finalmente se acostumbran, porque para lograr ubicarse en un semáforo o zona comercial deben pagar una cuota y convencer a los que antes llegaron a lo que llaman su territorio.
“Si tú quieres vender aquí primero tienes que pedir permiso, porque hay señores que dicen son dueños del semáforo y hasta tienes que pagarles 20 o 40 pesos”, dijo Mary, quien se ha dedicado desde hace 5 años a vender en el paso peatonal de la glorieta Chapultepec para mantener a sus hijos.
Mary sabe de su negocio y conoce a la gente que se dedica a vender como ambulantes. “Somos como 13 en total en lo que es la glorieta, y antes tuvimos que pedir permiso y pagar, no al ayuntamiento, a los que ya estaban”, añadió.
Noé también vende pulseras en el puente peatonal de la glorieta Chapultepec y lo hace ahí, como lo hace en el zócalo de Cuernavaca o en el semáforo de Teopanzolco, es su modo de vida desde niño, porque no tiene una preparación para trabajar como cajero u otro oficio.
Son estas personas, que deambulan por la avenida Plan de Ayala para ganarse la comida, quienes también temen porque la construcción del segundo piso, les quite lo poco que tienen, a pesar de estar acostumbrados a estar de un lado a otro.
“Pues sí, podemos irnos a otro lugar, pero aquí ya sabemos nuestro negocio, y aunque sean 50 centavos o un peso, es dinero que nos ayuda a vivir. Por eso sí nos preocupa que nos vayan a quitar de aquí cuando se construya el segundo piso”, comentó Mary.
A pesar de que esta gente no paga un permiso o impuestos, aseguran que de la vida ambulante dependen mucho, quienes sí trabajan y los que sólo cobran por dar permiso de estar en un lugar.