La funcionaria, indicó que hasta ahora, se ha desarrollado solo la primera etapa que consiste en un diagnóstico de situación, en el que se midió peso y talla de los estudiantes de 204 primarias de la entidad. La muestra se seleccionó con criterios prácticos, pues se eligieron los planteles educativos donde existe un centro de salud cercano.
Mencionó que en este estudio se detectó que el 30 por ciento de los educandos de dicho grupo, tiene sobrepeso y obesidad, y alrededor de un 5 por ciento presentó desnutrición.
De acuerdo con el anuncio inicial, el proyecto contempla fomentar hábitos de alimentación sana en los estudiantes así como en maestros, directivos y padres de familia desde el seno escolar, y de manera particular, el convertir las cooperativas escolares en “casitas de nutrición”, donde los niños y niñas tengan acceso a productos más sanos, como por ejemplo agua fresca o purificada, frutas y verduras, entre otros productos, además de dar información a los padres de familia sobre la importancia del ejercicio y de una dieta balanceada.
Indicó que se busca arrancar una prueba piloto en 33 escuelas, una por cada municipio, tentativamente en este mes de marzo.
Adriana Prieto, comentó que en Cuernavaca ya se tiene un caso específico de la primaria “Mártires de la Libertad” de la colonia ampliación Chapultepec, donde la Dirección ha expresado su determinación de participar. Admitió que no hay ningún plantel más hasta ahora debido, argumentó, a que este programa es voluntario y los centros educativos tendrían que manifestar su deseo de integrarse, ya que la secretaría de Salud no puede obligarles.
Expuso que la siguiente etapa es la evaluación de infraestructura en cuanto a manejo de alimentos y qué calidad, tipos y la higiene de los productos que se venden dentro de las escuelas.
Después de esta labor, vendría la fase de operación y se iría asesorando a las escuelas para introducir de forma paulatina distintos alimentos, considerando los gustos y capacidades de los estudiantes, “es decir, no vamos a decirle a los niños de inmediato que se les prohíbe algún alimento que a los infantes les encanta, que podría ser de su región y parte de su cultura, en esos casos se daría asesoría sobre su preparación”.
Además, se habría de apoyar a padres de familia, estudiantes y maestros, para hablarles de nutrición y después de 4 a 6 meses de haber iniciado, ya se habrían cambiado totalmente los alimentos que se ofrecen.
Adriana Prieto dejó en claro que no se busca prohibir la venta de otros productos, porque “lo prohibido es lo que más quiere la gente, entonces lo que se pretende es desarrollar capacidades para que los niños decidan qué alimentos comerán. “Nosotros no tenemos capacidad ni autoridad de decir que no haya comercio ambulante en la periferia de escuelas ni de prohibir la venta de algunos productos en el interior” concluyó.