Cada uno de los países de Asia, tiene una historia, una cultura y una sociedad peculiar y propia. Sin embargo todos tienen un común denominador, el arroz. Más que el cultivo del arroz, es la cultura del arroz lo que constituye un patrimonio común a estos países.
En China conviven varias leyendas. Una de ellas cuenta que, en una época remota, la Diosa del Arroz y Buda compitieron para demostrar su poder. En una fiesta celebrada por Buda, la Diosa del Arroz desapareció repentinamente y los invitados, muy pesarosos, no quisieron continuar la fiesta. Al darse cuenta, Buda decidió ir a buscarla y convencerla para regresar. Esta leyenda nos muestra como las más antiguas creencias chinas (la Diosa del Arroz) comparten un gran arraigo junto con la religión budista (Buda), introducida desde India. Hoy en día la palabra arroz es la palabra que define comida. Y en vez de preguntar: ¿Cómo estás hoy? Se acostumbra preguntar ¿Has comido ya tu arroz el día de hoy?.
Se cuenta que los antepasados de los Miao de Sichuan en China, no disponían de las simientes necesarias para sembrar sus campos. Entonces pusieron en libertad a un pájaro de color verde, que voló al granero de arroz del Dios de los cielos y volvió con la semilla. Un rasgo curioso de los ritos sobre el cultivo del arroz en Asia oriental y sudoriental es la aparición frecuente del concepto de alma del arroz. La tribu de los Lamet practica ritos entre los que figuran una serie de rigurosos tabúes en cada momento del proceso del cultivo. En el momento de la cosecha es particularmente importante esa alma del arroz; el corte se efectúa de tal modo que esta alma no se escape sino que sea empujada hacia el extremo del campo. Así va volando de parcela en parcela hasta llegar finalmente a un campo sagrado junto a la choza. Ese campo o parcela es el primero que se siembra y el último que se cosecha.
En Japón está muy extendida la leyenda que presenta a una grulla como portadora del arroz.
En Vietnam se ofrece el arroz a los antepasados y a los espíritus
Venerables durante las fiestas de Año Nuevo. Después el arroz no solo se come, sino que es también ofrecido al Dios mismo, con lo que se vuelve doblemente sagrado.
Los árabes afirman que el arroz procede de una gota de sudor de Mahoma, y las leyendas africanas narran como el arroz fue fecundado a partir de la sangre del primer hombre.
En India cuentan que la diosa Banbaranzon, en un momento dado se percató del hambre que pasaba su pueblo y para ayudar, descendió en secreto a los campos de espigas durante la noche. Cuando llegó, apretó sus pechos hasta que brotó la leche, pero la última gota fue de sangre. Desde ese día, las espigas produjeron unos granos rojos inútiles y un arroz blanco que sirvió para alimentar a toda su gente.
Otra leyenda de Oriente, tal vez la mas hermosa y la que ha inspirado una gran tradición que ha traspasado las fronteras y llegado a nuestro país; nos cuenta, que cierto día el Dios Shiva de Java creo a una mujer que excedía a todas en belleza y hermosura. Shiva la creo para hacerla su esposa, y aunque la hermosa mujer se resistía, finalmente se vio obligada a acceder. Sin embargo pidió una condición a Shiva. “Quiero” -le dijo- “que me proporciones un alimento que nunca llegue a cansarme”. El Dios dispuso de todos sus recursos para alcanzar lo que la bella mujer pedía, y sin pérdida de tiempo envió emisarios a los cinco continentes de donde fueron traídos los más exquisitos manjares. No obstante todo fue en vano. La mujer no encontraba satisfacción con ninguno, y con el correr de los días se le veía desmejorada, tanto necesitaba el alimento imposible de hallar hasta que finalmente murió de hambre.
El Dios Shiva la hizo enterrar con los más bellos honores y ordeno celebrar solemnes funerales. Y transcurrieron cuarenta
días y de la tierra donde estaba su tumba nació una linda y exótica planta que jamás nadie había visto, era la planta del arroz. Shiva hizo sembrar la semilla de la nueva planta y con la cosecha obtenida, comieron todos los Dioses. “Es un alimento muy grato” comentaron las divinidades. Y entonces decidieron revelarlo a los hombres. Es desde entonces una de las semillas que ha alimentado a la mayor parte de la humanidad.
Inspirado en esta leyenda, se inició la tradición de lanzar arroz a los recién casados, en las bodas católicas, al salir de la iglesia, como símbolo de fertilidad en su vida de pareja. Una tradición que poco a poco ha ido desapareciendo ya que se ha sustituido el arroz por pétalos de flores. Una sabia decisión por qué es lamentable el desperdiciar el alimento que cuesta tanto trabajo cultivar.