Es un cliché relacionar la depresión con quien se dedica a escribir. Puede ser una pose para que al escritor lo tachen de sensible y quizás eso le sirva para otros fines, como ligar o que lo apoyen económicamente.
Fuera de eso, entre la escritura y la depresión sí hay una relación cercana. No puedo dar una respuesta definitiva, ensayaré algunos argumentos.
La depresión ya ha sido más estudiada, en diferentes edades, grupos sociales y circunstancias. A pesar de ello, es un fenómeno de lo más extraño y poco comprendido socialmente. En general, la depresión es una enfermedad mental, de la cual existen diferentes grados, desde la más leve, por así decirla, hasta la más crónica.
En sus inicios, o cuando no es tan violenta, la depresión no tiene tantas formas de ser reconocida. Conforme avanza, se ven síntomas como dificultad para dormir, tristeza, falta de interés, conflictos de personalidad y pérdida de las ganas de vivir. La depresión muchas veces termina en muerte, en alguna variable del suicidio. Pero no siempre, y se puede vivir por años con un cuadro depresivo.
¿Se escribe por depresión o todo depresivo escribe? Sí y no. Quien se deprime, por lo general tiene una sensibilidad superior a la media. Es más sensible y perceptivo de su realidad. Eso lo hace inclinarse, o bien a lo positivo de la vida (equilibrio), o a lo negativo (depresión). Cómo y por qué se inclina alguien hacia uno u otro lado, lo ignoro también.
La depresión sí puede ser un gran detonante para escribir, porque se pretende con ello expresar lo que sucede en el interior de la persona, como en mi caso, que no entendía por qué desde niño fui melancólico y sensible, algo llorón y muy tímido. Entonces, la escritura, como cualquier arte, permiten la autoexpresión, lo que en sí mismo es liberador por tratarse de un proceso de catarsis, es decir, de liberación.
¿Qué me hizo depresivo de niño y adolescente? En primer lugar, la profunda tristeza que había en mi madre cuando me concibió y al parirme. Luego, una casa llena de violencia intrafamiliar y un contexto con violencia social en abundancia (esas grises suburbanías). No entendía lo que pasaba en mí, pero tampoco fuera. Crecí con frustraciones y carencias, golpes y humillaciones constantes, pero también reflexionando siempre sobre las causas de aquello.
La escritura en un principio fue un intento por entender y expresar mi tristeza, mis dudas. Cuando estuve de verdad deprimido, que incluso fui al psicólogo (de adolescente) comencé a comprender muchas cosas, especialmente a través de la lectura y el diálogo. Salí de esa depresión años después, gracias a procesos de terapia y me concentré aún en comprender la vida, pero también en escribir a diestra y siniestra.
Cuando una vez más me sentí en depresión, ahora sin un diagnóstico como tal, pero nuevamente en terapia, me di cuenta de que estar así puede ser muy tentador, porque desde las sombras propias, uno puede escribir miles de cosas, incluso bastante lúcidas, debido quizás a que en ese momento no importa mucho lo exterior ni las formalidades y las letras fluyen libremente hacia la página. Podría ser depresivo y escribir así toda la vida… pero resulta que esa no es una buena forma de vivir.
Por eso, y por otras razones personales y familiares, dejé la depresión atrás, me enfoqué en comprender mejor mi propio ser y enfrenté mis temas y asuntos pendientes hasta sanar y llegar a lo que he construido de mí mismo. Es decir, me he enfocado en mejorar como persona.
Hace años que no siento vivir en depresión ni creo que eso vuelva a mi vida de nuevo. No por casualidad, sino porque me he encargado de que no suceda. Pero, felizmente, mi escritura sigue fluyendo y trabajo día a día para poder seguir expresando lo que siento y pienso, porque quiero hacerlo y porque quizás a alguien más le beneficie algún día.
La relación entre escritura y depresión, como un matrimonio indisoluble, es más un mito, una ficción que una realidad. Son cosas que marchan de forma paralela, más que unidas. Puede escribirse bajo el influjo de la melancolía, pero no es la melancolía un arte la vida misma. Se puede salir de las sombras y crear muchas cosas interesantes, incluso se puede hablar de depresión sin padecerlo.
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@DanieloZetina