Juan Sánchez Ponce muestra su preocupación por la pandemia del coronavirus y, por eso, en cada vuelta desinfecta su unidad y lava con agua y cloro las puertas, ventanas y barrotes como parte de las acciones de limpieza para evitar la propagación del virus.

El chofer, de 58 años, lleva una botella de gel antibacterial y lo usa cada que tiene oportunidad, debido a que por su trabajo tiene contacto directo con las personas.

“Ahorita estamos bien y al rato no sabemos. No hay de otra, tenemos que seguir trabajando porque necesitamos dinero. Yo me hago revisiones médicas normales y, hasta el momento, no ha salido nada malo, pero quién sabe después, porque estamos expuestos a cualquier enfermedad”, expresa Juan.

En 2010 empezó a trabajar en la Ruta “Mariano Matamoros”, o “amarilla”, como se le dicen, tras dejar su trabajo en la Ciudad de México.

Con la pandemia y el cierre de casi todo el comercio, algunas familias entraron en cuarentena, pero no es el caso de Juan, porque tiene la responsabilidad de su familia y considera que no queda de otra, hay que trabajar.

Juan muestra orgulloso su botella de gel antibacterial porque para él es su única protección.

“Mire, aquí traigo mi botella, y en la empresa también nos dieron cubrebocas”, comenta.

Luego lamenta que los usuarios tomen como una broma la contingencia sanitaria, porque en la combi se suben como si nada pasara. Hay gente que tiene gripa o tos y no reposan; sin embargo, no puede asegurar si se han subido enfermos, pero sí ha escuchado estornudos.

El pasaje, dice, está por los suelos; los choferes realizan las cinco vueltas al día y en muchas ocasiones no sale ni para comer, pues no se llevan más de 100 pesos libres.

Es la primera vez que vive una situación difícil, ya que con todos los negocios cerrados es poca la gente que sale a hacer sus compras.

Su familia le dice que se quede en casa, pero él cuestiona: ¿quién nos va a mantener? por eso quiere seguir trabajando, hasta que se pueda.