Omar González no ha dejado su trabajo como chofer de la Ruta 8, porque es su pasión; sin embargo, por la contingencia sanitaria a raíz del covid-19 ha pensado buscar otro empleo de fin de semana, pues las ganancias que obtiene en el transporte público apenas alcanzan para comprar frijoles y tortillas.
Hace cinco meses empezó a trabajar como operador en la Ruta 8. También fue conductor de la Ruta 11, 18 y la 1, y afirma que hasta hace unos cinco meses sus ganancias diarias eran de 600 y 700 pesos.
Hoy, por la pandemia, hay días en que -si bien le va- puede reunir hasta 150 pesos y, en el peor de los casos, no se lleva ni un peso, porque entrega al patrón entre 300 y 350 pesos de cuenta; además, necesita unos mil 300 pesos para el combustible.
Su jornada laboral empieza a las 5:30 de la mañana y concluye a las 10 de la noche, pero –asegura- hay días que no sale ni para el patrón y menos para los operadores. Pese a que el dinero es poco, él no se rinde, porque como padre tiene la responsabilidad de llevar dinero a su casa para la alimentación de sus hijos; por eso –dice- aunque sean 50 pesos es algo.
Omar trabaja de lunes a viernes y realiza dos vueltas completas; podría hacer tres, pero –afirma- hay pocos pasajeros, y durante el día apenas suben unas seis o 12 personas en todo el recorrido. Por esa situación busca otro empleo, para tener otros ingresos y llevar dinero a casa.
"Lo que ganamos puede alcanzar para comprar tortillas, frijoles y huevo, pero ya no para la carne, porque todo subió de precio. El dinero ya no alcanza para darse lujos; antes, en un día nos llevábamos hasta 600 pesos libres".
La demanda en el servicio bajó tanto que los concesionarios prefieren guardar los carros en la base, ya que actualmente no hay dinero para el mantenimiento y, por la contingencia, de los 50 camiones que tiene la Ruta 8 solo 35 están en circulación; los demás están parados porque no hay dinero para las reparaciones.
Omar no puede dejar de trabajar, y para evitar posibles contagios de Covid-19 es responsable con las medidas de higiene en su trabajo y -en su casa- con su familia.
En lo laboral, cuando los descubren que no hacen uso del cubrebocas, son acreedores a castigos, que consisten en no trabajar durante cuatro horas.
Además, la unidad recibe limpieza por dentro y por fuera de manera constante.