A raíz de la pandemia, los ingresos de Mario Alberto como taxista disminuyeron en un 80 por ciento.
Mario Alberto trabaja como chofer de taxi desde hace 30 años. De repente se para de la butaca de una terminal de Cuernavaca cuando ve la llegada de un autobús de pasajeros. En ese momento acomodó sus cubrebocas y empezó con su trabajo: “taxi señorita, taxi” una y otra vez, pero nadie lo abordó.
Antes de ese vano intento por conseguir pasajeros, el conductor contó que por la pandemia del covid-19 sus ingresos económicos disminuyeron en un 80 por ciento y lamentó que a pesar de eso no haya recibido ningún tipo de apoyo.
A decir de Mario Alberto, durante la contingencia solo una persona afiliada a un partido político se acercó a este gremio para entregarles una despensa “pero incompleta” porque, dice, no traía bolsa de azúcar ni gelatina.
En entrevista, el taxista contó que trabaja en ese oficio desde hace 30 años y que todos los días hace base en la misma terminal de autobuses.
Explica que a raíz de la contingencia los camiones de pasajeros llegan a la central cada hora -antes llegaban cada diez o quince minutos- lo cual le ha dejado a él y a sus colegas con muy poco trabajo, porque no hay usuarios.
“La pandemia nos afectó mucho porque no tenemos servicios y tampoco hemos recibido apoyos. Desde que empezó la contingencia solo una persona vino a dejarnos una despensa, que traía pocos artículos, por ejemplo, le faltó el azúcar y la gelatina”.
Mientras espera a los pasajeros, platica que desde hace tres meses él y sus compañeros pasan hasta tres horas formados en la calle Netzahualcóyotl del Centro de la ciudad para conseguir pasajeros.
En ocasiones, durante su jornada laboral, solo hace un servicio, como el sábado, cuando se fue a su casa con 50 pesos en la bolsa.
Actualmente, sus ingresos económicos son de máximo 200 pesos, que deben rendir para pagar los servicios básicos -como agua y luz- y para la alimentación de su familia.